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Los lectores también escriben

El PJ de Villa María y el “huracán Mauricio”

Hace pocos días atrás sostuvimos que el arribo del “huracán Mauricio” a la Casa Rosada provocaría daños importantes sobre la gran mayoría de la población argentina ya que su furia destructiva tendría consecuencias sociales impredecibles para la mayoría de la población argentina. Pero aunque nuestra visión de lo por venir era pesimista, afectados quizás por las altas temperaturas y las lluvias persistentes -cambio climático mediante-, no pensábamos que nuestros pronósticos serían superados por la realidad en tan corto tiempo

Sin embargo, en tan sólo 30 días de gobierno se produjo una brutal transferencia de recursos económicos hacia los sectores del capital concentrado que ha dañado considerablemente el poder adquisitivo de los trabajadores y los sectores populares de nuestro país.

Con la eliminación de las retenciones a las exportaciones de trigo, maíz y carne, y la reducción en la alícuota que paga la soja se le permitió a las grandes firmas agroexportadoras apropiarse de una plusvalía adicional o renta diferenciada de entre 4.000 y 8.000 millones de dólares que antes engrosaban las arcas del Estado. Esta disminución en los ingresos estatales ha provocado el cierre de diversos programas sanitarios, educativos, culturales y el despido -hasta ahora- de más de 18.000 trabajadores estatales. Pero esto no quedará allí, a partir del 1 de marzo esta falta de recursos traerá aparejada la eliminación de los subsidios al consumo de gas y electricidad que reciben muchos hogares con el sustancial aumento en las tarifas de estos servicios.

Por otra parte, la liberalización del mercado de cambiario permitió que el precio del dólar pasara de 10 pesos a 14, con lo que otra vez los ganadores fueron los exportadores -los mismos que se beneficiaron con la eliminación de las retenciones- ya que ahora pueden cambiar cada dólar que exportan por un valor muy superior al que lo hacían. Pero esta medida que benefició a algunos perjudicó a muchos. Perdieron los de siempre, la mayoría de nuestro pueblo que vio afectado su poder de compra ya que el costo de la canasta alimenticia se disparó rápidamente para arriba siguiendo la nueva cotización del dólar.

Pero como si esto fuera poco, la semana pasada el gobierno nacional oficializó un nuevo Megacanje con un grupo de bancos internacionales: el Morgan, el Citybank, el Deutsche Bank, Godlman Sachs, el HSBC y el Santander. Estos bancos -que han puesto a la mayoría de los funcionarios del gobierno macrista- se quedarán con 15.000 millones de pesos en concepto de intereses de la deuda por los 8.000 millones de dólares que prometieron prestarle al gobierno con los que este piensa pagarles a los fondos buitre.

De este modo, en tan poco tiempo, ha quedado al descubierto el objetivo central del actual modelo económico del gobierno nacional: por un lado, beneficiar a los sectores agroexportadores y al sector financiero en detrimento del desarrollo industrial, científico y tecnológico nacional. Y por el otro, facilitar el ajuste de cuentas entre los grandes grupos económicos concentrados y el sector asalariado local, con el objetivo de revertir la participación creciente que los trabajadores habían logrado en la distribución del ingreso nacional.

Pero claro está, mucho de lo que se está haciendo solo puede sostenerse mediante la complicidad mediática y el disciplinamiento social. Dos calamidades que creíamos desterradas de la vida económica y política nacional. Así el despido masivo de trabajadores estatales y la represión de quienes se oponen a quedarse pasivos ante esta situación son invisibilizados por los grandes medios masivos de comunicación. Del mismo modo, y con idéntica intención sacan programas televisivos del aire, amordazan y despiden a periodistas que no les son afines y esconden el conflicto social. Mientras ello sucede, nos pintan una argentina que por arte de magia, en tan solo 30 días, ha dejado de tener robos, muertes, movilizaciones y los cortes de rutas que nos mostraban a diario en el pasado reciente. Y lo hacen en nombre del sistema democrático y republicano de gobierno, ese sistema que cada día que pasa atropellan y avasallan como nadie lo hizo desde que en 1983 le pusimos fin a la última dictadura cívico-militar.

Gerardo Russo, presidente PJ Villa María;

Verónica Vivó, presidenta alterna;

Sebastián Capurro, secretario general

 

Grupo de Curas en Opción por los Pobres

Transcurridos los primeros 30 días de gobierno de la Alianza Cambiemos, sentimos amenazada nuestra paz social, en serio riesgo la vida del pueblo trabajador y en especial de los pobres. Observamos una actitud de revancha de clase, superioridad intelectual, cinismo y discriminación en las intervenciones publicas de muchos funcionarios -incluyendo al presidente- en referencia a los militantes, el Gobierno anterior, la clase trabajadora, el costo de la vida y los despedidos.

Percibimos un notable desprecio por las instituciones, con procedimientos en algunos casos ilegales y en muchos casos antidemocráticos, con una fuerte indiferencia por el acuerdo y el consenso que representa el debate parlamentario, llevándose por delante –por ejemplo- la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, construida federalmente y aprobada por ambas cámaras del Congreso y ratificada por la Corte Suprema de Justicia. ¿Cómo es posible que una ley aprobada con tanto consenso sea eliminada por un caprichoso DNU? Se ha instalado con prepotencia un gobierno de facto donde las fuerzas de seguridad evitan que se cumpla la ley y se intenta imponer por decreto -con manifiesta parcialidad- a dos jueces de la Corte Suprema, justamente encargados de administrar justicia imparcial. Se camina por una delgada línea -a un paso de la inmoralidad- designando en muchos ministerios empresarios que hasta ayer trabajaban en las empresas que hoy deben controlar. Atender “los dos lados del mostrador” puede llevar a un conflicto de intereses, a un abuso de la posición dominante altamente peligrosos.

La economía ha priorizado los intereses de los sectores productivos mas ricos que tienen fortunas en dólares, las recetas ortodoxas de los organismos financieros y el absolutismo de mercado por encima del pleno empleo, la valorización del salario y la contención social. Se recurre a la consabida y fracasada receta del ajuste. Se alienta la especulación financiera y los capitales golondrina perjudicando así la producción -y obviamente el trabajo- nacional, la pequeña y mediana empresa. Hablar de pobreza 0 y la promesa de “mantener lo que se hizo bien”, es una mentira. Se recurre al endeudamiento externo que sólo beneficia a los prestamistas y se pagará con el trabajo de los pobres. Se pretende arreglar con los fondos buitres cuando la ONU apoyó con el voto de 136 países que Argentina no cediera a las presiones de esos miserables para no comprometer los intereses del país. Se sacrifica la integración latinoamericana, vital para la soberanía de nuestros pueblos, y se reinstala una relación dependiente con EE.UU., eterno verdugo de nuestros sueños.

Se ajusta por el salario, hay despidos masivos y compulsivos, sin revelar los criterios de selección y sin decir como se crearán nuevos puestos de trabajo. Se extorsiona con el miedo a perder el empleo para desalentar las negociaciones paritarias. Se camina por la cornisa de la persecución ideológica hurgando en las redes sociales de los trabajadores, avasallando la privacidad y estigmatizando a los despedidos. Se habla desde un pretendido limbo político donde lo ideal es “no tener ideología” algo que lisa y llanamente es una mentira para absolutizar la propia ideología y eliminar cualquier otra. Se ha implantado una suerte de totalitarismo informativo donde detrás de la mascara de la pluralidad se han callado las voces opositoras y los medios -recordando una frase del Beato Oscar Romero- “están vendidos y no dicen la verdad”. DD.HH. como el derecho a la información, el derecho al salario digno son ignorados. Vivimos un estado policial rodeados de mentiras, amenazas y extorsiones. Esto no es una verdadera democracia por mas que los gobernantes sean legítimos.

Hablamos en defensa de los pobres y desde el Pueblo de Dios, y nos duele una vez más el silencio cómplice de los obispos que parecen desconectados del sufrimiento de los trabajadores y no perciben que la calidad democrática está en peligro.

Grupo de Curas en Opción por los Pobres