Al intendente de Villa María, por alacranes
Señor director:
Por medio de la presente nos dirigimos al intendente de la ciudad de Villa María, Martín Gill, con la creciente preocupación que como vecinos tenemos, debido al incesante crecimiento poblacional de alacranes, con el peligro que esto acarrea a toda la comunidad.
Tememos por nuestras vidas y las de nuestros semejantes ya que, como todos sabemos, una picadura de estos “bichos” puede llegar a ser mortal.
A lo largo y a lo ancho de la ciudad, cantidad de vecinos dan sobradas muestras con su testimonio y pruebas fotográficas que nuestra preocupación está bien fundamentada; muchos de ellos han hecho reclamos al área municipal correspondiente a fin de que se limpien-fumiguen baldíos, lotes, terrenos y no han encontrado respuesta favorable, lo que nos motivó a que juntos busquemos una solución alternativa… Ya no estamos hablando de “limpieza” sino que lamentablemente la población entera vive atormentada bajo la amenaza de este insecto.
No queremos esperar a un desenlace fatal para reprocharnos que podríamos haber hecho algo más. Por esta razón elevamos esta nota, con el propósito de que desde el ámbito que corresponda se tomen cartas en el asunto de manera urgente, con campañas de fumigación, limpieza, concientización, prevención, etcétera.
Esperamos una pronta y afirmativa respuesta antes que sea demasiado tarde. Dejamos nuestra página de Facebook para que se pongan en contacto con nosotros, Alacranes en la Villa, y nuestro teléfono (0353) 155647933. Estamos a disposición para escucharlos y ayudarlos, de ser necesario.
Sin más que agradecer su atención, lo saludamos muy atentamente.
Jorge Milano – DNI 12.275.066 – María Delgado DNI 14.511.734
Al intendente de Oliva por la cárcel
Señor director:
Esta carta pública es para el intendente de Oliva:
Miralo bien, es el gringo Carlos Ciccioli, sembrando, con 40 grados de calor, en un tractor viejo sin aire acondicionado (adjunta la foto). El gringo sólo sabe trabajar y criar niños.
En la casa, cuando no está en el campo, vende electrónica, arregla teléfonos o vende artículos de limpieza, desde que se anunció la cárcel él dijo que se iba… Y se va… puso en venta la casa y se va. Es triste que los amigos se vayan del pueblo.
Es triste que se vaya un trabajador como el gringo. Es triste que se vaya gente buena del pueblo, por la codicia de algunos…
Ganaste, Oscar Tamis. Te felicito por la cárcel que quieres hacer. Vas a traer gente nueva al pueblo. Lo vas a llenar de gente… Pero se fue el gringo Chicho, con sus niños, a otro pueblo.Y esta aldea no será la misma.
Ahora puse en venta mi casa yo. Sé que te vas a alegrar por eso; sí Oscar, la vendo; yo tampoco quiero estar más acá,
Y tenías razón cuando nos dijiste conservadores.
Conservadores… Del verbo conservar. Verbo transitivo.
- Hacer que una cosa se mantenga en buen estado, guardándola en determinadas condiciones o haciendo lo necesario para que así sea.
«Conservar la hacienda; el frío conserva más tiempo la fruta; debemos conservar los bosques para que nuestros hijos puedan vivir en este planeta».
- Tener una cosa guardada con cuidado para que no se estropee o se pierda… «Hacer que una cosa se mantenga en buen estado.»
Y vos lo dijiste como si fuera un insulto… Soy conservador y a mucha honra, querido intendente. Porque desde que nací conservo los mismos amigos. Y los mismos enemigos. Porque me gusta cuidar mi casa y mi pueblo, que junto con mis amigos y mi familia, es lo único que tengo…
Que Dios te perdone el daño que con tu codicia le hiciste al pueblo que te eligió.
¡Hacé la cárcel, dale! Y que se deje de gastar nuestro dinero en encuestas falsas…
¡No es necesario ya! ¡Ganaste!
Se van los buenos y van a venir más como vos…
Mariano Ludueña Alfonso DNI 22.033.402
Sobre imputabilidad
Señor director:
Uno de los temas centrales más discutidos en estas últimas semanas no sólo por los medios de comunicación y los diferentes sectores políticos, sino por la sociedad misma en su conjunto, fue el comunicado del ministro de Justicia y Derechos Humanos Germán Garavano, sobre la aplicación de una nueva ley penal juvenil que implica la baja en la edad de imputabilidad, es decir la reducción de 16 a 14 años y por ende, la modificación del régimen penal de menores (Ley 22.278).
A partir de este anuncio se pudo notar cierta grieta cuando se expresaron sectores sociales y políticos, y hasta de la Iglesia, que lejos de quedarse afuera, fue la institución que más arremetió contra la propuesta anunciada por el ministro, considerándola como un atentado a los derechos humanos siendo ésta una medida represiva y militarizante, y advirtiendo sobre las consecuencias a futuro de tener a jóvenes como enemigos sociales dentro del país.
Por otra parte, la discusión principal está dentro del sector popular con diferentes y particulares opiniones, algunas lo más objetivas posible y otras revestidas de cierto sentido común que lejos de ayudar – aunque en algunos casos sea entendible, ya que nada justifica el delito- no coopera con la inclusión de nuestros jóvenes, dando lugar al prejuicio y la exclusión de los mismos, tanto laboral, como económica, cultural y educativa, esta última agravada por la falta de compromiso a través de los recortes en los presupuestos para las instituciones públicas y de los masivos despidos a los docentes y trabajadores que velan por el crecimiento profesional y moral de los jóvenes, ni «abre los ojos» de la sociedad ante una propuesta disfrazada de solución y justicia, que evade el verdadero problema y esconde a los verdaderos responsables de la inseguridad, engañando a través de los medios de comunicación a toda una República, aprovechándose de su necesidad de una solución inmediata. Pero, la otra cara de esta «falsa promesa» mediante una nueva ley -como tantas otras durante las elecciones presidenciales y el balotaje- es una cuestión lógica que muy pocos ven por la tergiversación de la información sobre cuestiones económicas y estructurales, tan lógica como lo es la responsabilidad del Estado en el presupuesto penitenciario, teniendo adrede cárceles superpobladas, en pésimas condiciones e inseguras tanto para el recluso como para nosotros que formamos parte de la sociedad activa, ya que cada dos por tres, se fuga algún preso sin necesidad de hacer un escape de película, ya que sale por la misma puerta por donde entró (Dios sabrá por qué), recordando, por otra parte, que a mayor rigurosidad del sistema, más caro sale mantenerlo, ya que todo lo que ocurra con el recluso es responsabilidad del Estado, obligado a mantener el derecho del interno.
Se calcula -teniendo en cuenta que los siguientes datos forman parte de información del año 2014- que una persona privada de la libertad demanda al Estado un promedio mensual de $4.600. Haciendo un cálculo de solamente 10.000 presos de los 69.000 ubicados en las unidades de Servicio Penitenciario Federal (SPF) de todo el país, demandando una conclusión matemática de $46.000.000 por mes y $552.000.000 por año (recuerdo, en un cálculo de 10.000 presos de los 69.000 que en realidad hay).
Por último, sin intención de hacer más extensa esta carta, ¿de verdad piensan que el Estado se va a hacer responsable y va a dar una solución a la inseguridad mediante la baja de la imputabilidad, después del presupuesto mencionado en el anterior párrafo y luego de masivos recortes y despidos no sólo a trabajadores de las instituciones educativas, sino a empleados públicos de otros sectores y de múltiples empresas? Creo que es muy debatible, pero claro de argumentar que ésta no es la verdadera solución, porque se pueden tomar otras medidas más constructivas, ya que el delito es muy amigo del déficit de escolarización, de las familas desintegradas, de la baja calificación laboral y de las adicciones. No estoy defendiendo algo tan indefendible como el delito, pero nos resulta fácil señalar y hacer responsable al menor que provoca el delito de manera directa, sin darnos cuenta de que detrás de ese menor hay múltiples factores y personas como funcionarios, policías y narcotraficantes que cometen ese mismo delito de manera indirecta sin «ensuciarse las manos». Este tema va más allá de nuestros ojos, tiene que formar parte de nuestra preocupación como ciudadano de buscar información confiable y alejarnos del sentido común.
Alejandra Del Luján Ramos – DNI 38.885.317