Los dos lados del alma
De acuerdo con la ley de la naturaleza, el cuerpo humano pertenece a la tierra.
En el instante del fallecimiento, el alma se desprende lentamente de la envoltura mortal, el cuerpo, y de inmediato pasa a formar parte de una conciencia en un estado sustancial adecuado a su dimensión.
Los vínculos con personas que estaban muy familiarizadas con el fallecido, que vivieron juntos durante muchos años, que adquirieron conjuntamente algunas cosas y construyeron para sus familias o conocidos algo que para ellos era valioso, puede convertirse ahora en un problema.
Al principio no quiere admitir los impulsos que le van llegando sobre su futura evolución como alma, ya que éstos mueven en ella muchas cosas sin purificar que como ser humano quería olvidar o había olvidado.
Lo que se introdujo en el macrocosmos material sale a la luz cada vez con más claridad en el alma. Lo que estaba olvidado se muestra en diferentes sucesiones de imágenes que le indican lo que debe ser superado, es decir que en sus sentimientos y sensaciones ha de ir purificando lo negativo que nuevamente se va actualizado y reaparece, con el fin de liberarse de ello y poder luego olvidarlo.
Todo sufrimiento, el daño y el dolor que por nuestro egoísmo o indiferencia causamos a nuestros semejantes, se torna vivo en estas secuencias de imágenes. Debido a que estas imágenes son un grabado que se ha trazado en nuestra alma, no nos las podemos simplemente quitar de encima, sino que las viviremos en nuestro propio cuerpo anímico.
Dolores, duelo, soledad, abandono, sufrimiento y preocupaciones que experimentaron otras personas por nuestra culpa, todo eso lo veremos, lo sufriremos y soportaremos nosotros mismos como alma en nuestro cuerpo anímico.
Ninguna energía se pierde. Todas estas cosas y costumbres personales, que por último son propias de cada persona, las graba el macrocosmos material.
Incluso si estos rasgos de carácter que la existencia en nuestro mundo tridimensional trae automáticamente consigo no nos cargan, son de todos modos parte del camino del olvido. Todo lo que los seres humanos hacemos cada día con toda naturalidad, porque la vida terrenal así lo exige, el alma ya sin cuerpo no lo necesitará más.
Ella vivirá en otra dimensión que es de sustancia más sutil. Sin embargo, estas costumbres las conservará por mucho tiempo, pues todo lo que se hace es energía.
Maximiliano Corradi
DNI 27.090.991