El Instituto de Ciencias Humanas de la UNVM inaugura su Tecnicatura Universitaria en Interpretación de Lengua de Señas Argentina-Español. Con un curso nivelatorio intensivo que irá desde octubre a diciembre, esta carrera de tres años de duración se inicia oficialmente en 2016 y será la tercera del país. Los profesores Liliana Pagola y Juan Druetta hablan del impacto que esta formación tendrá en la ciudad y la región
Escribe Iván Wielikosielek
No hay duda que, junto a los hablantes de las lenguas aborígenes, las personas que se comunican por Lengua de Señas constituyen la población lingüística más vulnerable de nuestro país. Ningún organismo oficial las contempla. Ningún hospital ni centro de atención primaria tiene intérpretes o les brinda una atención bilingüe. Mucho menos las escuelas o las universidades donde ancestralmente ha estado prohibida la comunicación en esos códigos, so pena de durísimos castigos. (“Hasta no hace mucho, a los sordos nos ataban las manos en la escuela”, me contará el profesor Juan Druetta por Lengua de Señas en traducción simultánea por la profesora Liliana Pagola). Por lo tanto, resulta incómodo, por no decir indignante, oír hablar de “inclusión cultural” en un país donde millones de argentinos se están quedando afuera del derecho a la comunicación y a la información cada día; sobre todo si se tiene en cuenta que el 1% de la población mundial es sorda y el 5% parece algún tipo de hipoacusia.
Con la premisa de salvar esa enorme brecha social y como producto de la creciente demanda regional, la UNVM ha tomado partido por esta problemática creciente. Y así, tras arduos trámites, ha decidido desde el Instituto de Ciencias Humanas la creación de una nueva carrera: la “Tecnicatura Universitaria en Interpretación de Lengua de Señas Argentina-Español” (Tuilsa-e). Se trata de la tercera carrera de estas características en el país, luego de las universidades nacionales de Cuyo y Entre Ríos. Pero mejor será que sean los propios profesores quienes expliquen esta oferta académica tan novedosa como necesaria.
“Se trata de una carrera de pre grado de tres años de duración que comenzará en 2016 – comenta Liliana- sin embargo hay un curso nivelatorio intensivo que ya comenzó el 2 de octubre. Si bien la carrera no exige una competencia previa, esta instancia nivelatoria es muy importante de cara al año que viene. Las clases son lunes y viernes por la tarde en el Campus. De momento hay una cincuentena de inscriptos y los cupos están abiertos.
-¿Cuál es la importancia de esta carrera para la UNVM y la ciudad?
Liliana: -Responder a una creciente necesidad de profesionales de la interpretación en Lenguas de Señas de toda la región, tanto para trabajar en universidades como en todos los ámbitos de la vida cotidiana donde se desenvuelven las personas sordas. Es muy importante que quienes cursen esta carrera entiendan que un intérprete no es un mero ayudante sino un mediador entre dos lenguas y dos culturas muy distintas.
Juan: -La semana pasada, por ejemplo, una chica sorda de Villa María fue al Hospital Pasteur a dar a luz y no había intérprete. El bebé estaba viniendo y ella no tenía cómo comunicarse ni entendía lo que el médico le pedía. Y la Provincia tiene que entender que en esas situaciones hace falta un intérprete calificado. También en la Municipalidad, para cuando un sordo va a hacer un trámite o en el ámbito judicial o en el cultural. Lo importante es que las personas sordas tengan acceso a los ámbitos en los que quieran participar. Y para eso necesitan a profesionales formados en la universidad, no personas que hayan hecho algún curso. Esta carrera implica un conocimiento acabado de las dos lenguas, antropología, lingüística, fonética…
-¿Cómo es la población de los estudiantes que se acerca a esta tecnicatura?
Liliana: -La mayoría lo hace por propio interés, pero también hay muchos estudiantes de profesorados de Psicopedagogía o Ciencias de la Educación, y otros que trabajan con personas con discapacidad y necesitan mejorar el tema de la comunicación.
-La tecnicatura es para interpretar en Argentina ¿No hay un “español” común en Lengua de Señas?
Juan: -Para nada. Cada país tiene su propia Lengua de Señas y eso no está relacionado con la lengua oral del país sino con la cultura. Eso ayudó a crear un idioma distinto dentro de cada comunidad sorda. También es cierto que se pueden entender algunas cosas entre los distintos países. En la región de Entre Ríos por ejemplo, compartimos muchos modismos con Uruguay, o en Misiones con Brasil, por ser países limítrofes. Pero tanto Brasil como Uruguay tienen un código aparte.
La revolución de las manos
Liliana y Juan se conocieron hace casi treinta años, cuando en 1986 ella se recibía de Profesora de Sordos en el Instituto Cabred de Córdoba. “Yo buscaba alumnos sordos que estuvieran integrados a las escuelas secundarias oralistas para hacer mi trabajo final de grado. Y así fue como di con Juan. Desde entonces nos hicimos muy amigos y dimos clases juntos, tanto en el Puicym como en la Universidad de Entre Ríos”.
Le pregunto a Liliana si aprendió Lengua de Señas en el Cabred, a lo que me responde con un “¡No!” tan contundente que además me lo traduce en la profusión oral de sus manos. “¡Por ese entonces, la Lengua de Señas estaba prohibidísima! Yo aprendí los rudimentos y luego de recibida me puse a profundizarla por mi cuenta. Hace unos 20 años que la hablo porque sentí fue la necesidad de meterla en el aula. Luego fui descubriendo lo importante que era la comunicación entre pares y recién al final pensé en el tema de la interpretación. Fueron pasos de un mismo proceso”.
-¿Por qué piensan que una lengua que estuvo prohibida terminó siendo aceptada?
Juan: -Creo que los sordos nos impusimos en nuestro reclamo, y por suerte hubo una gran toma de conciencia a nivel social. Muchos “oyentes” se empezaron a sumar y eso permitió que todos entendieran que los sordos también teníamos derecho a comunicarnos. Fue un momento revolucionario cuando la Lengua de Señas fue aceptada en la comunidad. En los tiempos en que yo iba la escuela, me ataban las manos para que no hablara con otros chicos sordos. Pero igual lo hacíamos a escondidas (risas). Igual no tuve problemas porque aprendí a leer en español desde muy chico. Si bien la estadística dice que el uno por ciento de los sordos está alfabetizado, yo no puedo vivir sin libros…
-Hoy se experimenta una suerte de “boom mediático” de la Lengua de Seña, a tal punto que aparecen intérpretes por televisión en noticieros y programas religiosos…
Juan: -Sí, pero lo que estamos pidiendo los sordos es que esas personas que interpretan en televisión estén graduadas en la universidad, porque la mayoría sólo han hecho cursos sueltos. Hay un canal donde una chica hace sólo esto -Y Juan hace un gesto cada diez segundos, una parodia de una deficiente interpretación en tiempo real de un discurso oral- ¡Y yo tengo derecho a conocer toda la información!
-¿Cómo es esto?
Juan: -Hace unos días, hubo un debate presidencial por televisión y no hubo intérpretes. Yo tengo que votar en tres semanas y todavía no sé qué me dice cada uno. ¿Cómo hago entonces para elegir sin esa información en mi lengua? Porque por más que yo pueda leer en español, para mí no es lo mismo si me lo dicen en Lengua de Señas, que es mi lengua materna y nativa.
-¿Hay personas particulares que los llaman para interpretar?
Juan: -Sí, me llaman para una consulta al médico o a la Municipalidad porque también puedo hablar un poquito. Pero eso no tendría que pasar…
Liliana: -La idea es que, al existir una carrera, llamen a la universidad. Queremos cambiar ese paradigma. Al intérprete lo vas a encontrar acá, no en la escuela de chicos sordos que es una institución educativa ni en particulares, ya que esa no es su función.
Juan: -Debemos alcanzar la profesionalización absoluta de la interpretación, que exista un registro en donde se pueda ubicar a los intérpretes para llamarlos y que las instituciones también los incorporen a sus plantillas, como un miembro que cumple una tarea muy específica y muy necesaria.
Cuando esta nota termina, Juan y Liliana se quedan charlando conmigo en una conversación que tiene grandes baches de silencio (cuando ellos se comunican entre sí) y de oralidad (cuando yo le pregunto a Liliana para que le pregunte a Juan o ella me traduce sus respuestas). Y mientras desgrabo la charla y el aparato no dice nada, pienso en los gestos tridimensionales de los dos, en los cruces de manos y gestos como si dibujaran en el aire la arquitectura de una catedral o la silueta de un ángel inasible. Pura música verbal que fluye sin parar del cántaro de sus manos.
Para más información sobre la tecnicatura consultar al teléfono (0353) 4539127 o por e-mail: tulisae.unvm@gmail.com .