“No hago comentarios de eso, gracias”. Intempestivamente, la concejala Verónica Navarro cerró así el diálogo con la prensa. Se le acababan de hacer dos preguntas: una, sobre el cofre a su nombre que había en la financiera CBI. La otra, sobre lo que dijo ayer el fiscal Enrique Senestrari, respecto que su pareja, el exintendente Eduardo Accastello, había reclamado la restitución de los 290 mil dólares que había en una de las cajas.
Antes de conocerse que había un cofre a su nombre, Navarro había dicho que no estaba vinculada a la causa y que todas las preguntas había que hacérselas a Fernando Boldú.
Ahora, más comprometida ella y el exmandatario, no acepta planteos periodísticos. Entonces no se puede saber por qué los billetes tenían numeración correlativa (por lo que se presume que nunca tuvieron circulación), por qué lo ocultaron en sus declaraciones de bienes y de dónde salió ese dinero.
Es más fácil agitar la idea de que son víctimas de una corporación mediática que explicar a la ciudadanía, a la que le deben respuestas, el sospechoso accionar.
Diego Bengoa