INFORME de CREA sobre consecuencias de la sequía en la ganadería
La escasez de lluvia impactó en la producción forrajera y en consecuencia, se están produciendo aumentos en la tasa de faena de animales a los que no se puede seguir alimentando
Si bien las lluvias de los últimos días terminaron con la sequía en la mayoría de las zonas, los efectos de las mismas en la ganadería nacional se seguirán viendo a lo largo de este año y del próximo. La producción ganadera se caracteriza por tener una dinámica cíclica, donde existen fases de liquidación, de retención y fases neutras. En las fases de liquidación, impulsadas por bajas expectativas en el negocio, la tasa de faena es mayor a la de producción de animales, caen los precios y se reduce el stock. Luego de las fases de liquidación se dan las fases de retención que, en contraposición, por las buenas expectativas se retrae la faena y crece el stock. En las fases neutras se da un equilibrio entre faena y producción.
Argentina se encontraba hasta 2017 en una fase cercana a la neutralidad. Sin embargo, la reciente sequía y su impacto en la producción forrajera está llevando a aumentos en la tasa de faena, que podría llevar a un cambio dentro del ciclo ganadero. De continuar la tendencia actual, la faena esperada para 2018 llegaría a valores por encima de tres millones de toneladas equivalente res con hueso (ERCH), por encima de los 2,8 millones esperados previos a la seca.
Como consecuencia de las condiciones climáticas, se redujo la producción de forrajes y peligra la siembra de pasturas de invierno, lo que provocó un incremento de la faena impulsada tanto por una mayor faena de machos como de hembras.
Por parte de los machos, la sequía está incrementado la tasa de extracción de novillos, es decir, la cantidad de cabezas que se faenan sobre el stock.
Una de las causas es que la falta de pasto condiciona a los sistemas a una mayor participación de grano en la dieta, tanto en la recría como el engorde. El impacto de dietas más energéticas lleva a una aceleración de los tiempos de producción y esto a un incremento de la tasa de extracción. Desde 2003 a la actualidad, por diversos factores, la mencionada tasa pasó de 70% a 104%; puntualmente en 2017 se faenaron mayor cantidad de terneros que los destetados. De continuar esta tendencia en la faena y sumando los efectos de la sequía, se proyecta para 2018 una tasa de extracción de machos mayor, lo que impulsaría una caída en el stock de novillos en el 2019, condicionando la oferta de carne futura.
Por el lado de las hembras, a raíz de la escasez de pasto y por la relación entre el precio de la vaquillona preñada y vaquillona para faena (cercana a 1,1) se está registrando un aumento de la participación en términos absolutos y porcentuales en la faena total. Cabe aclarar que esta mayor participación de hembras en la faena, con valores actuales superiores al 44%, no necesariamente implica entrar ya en una fase de liquidación. La nueva configuración del stock nacional, donde la recuperación de cabezas posterior a 2008 se ha dado principalmente por crecimiento de hembras, hace que el valor de equilibrio sea superior permitiendo hasta un 47% de hembras en la faena sin comprometer el stock de vacas del siguiente año. Es así que las hembras podrían generar la oferta de carne en el mercado, incrementando la faena, sin presionar o retrasando el cambio de fase y la recuperación de precios.
Desde CREA estiman que este aumento de faena va a provocar que el precio real del novillo podría caer entre un 10% y 16%, en valores constantes lo que implica que la evolución del precio en moneda corriente, sería menor que la inflación proyectada para 2018.