Antes de presentarse esta noche en Córdoba, el legendario cantautor charló con EL DIARIO sobre su idilio con Colombia, su desencanto con las FARC y las tremendas historias de dolor y muerte pero también de esperanza
Un termo, un mate, algunos pájaros que cantan a lo lejos, las plantas resguardándose del viento y la perra Coda paseándose entre nuestras piernas.
Pareciera como si la naturaleza fuese desde siempre el hábitat natural de Piero, quien ahora se encuentra distendido en el patio de la casa del músico y productor Enrique “Cacho” Aiello, ubicada en el barrio Costa de Oro de Villa Nueva.
Allí, en el estudio-morada, están pergeñando parte del nuevo disco que el destacado cantautor publicará luego de una larga ausencia en las bateas. Tendrá como eje temático “América” (probablemente ese sea su título), a razón de la innumerable cantidad de viajes que el músico ha desandado por las venas abiertas de nuestro continente desde los años 60.
Desde mediados de los 90, el compositor villamariense lo acompaña en dichos periplos, primero como parte del grupo Ramires y luego en calidad de miembro estable. “En esa época, los Enanitos -recuerda Piero- era la banda acompañante y necesitaba un grupo igualmente armado. Por intermedio de Jorge Nazar, hermano de Gustavo que era integrante de Ramires, conocí a este grupo a través de demos. A mí en realidad me encantaban más en los vivos. Tenían una frescura increíble”, rememora el “Tano” sobre aquel conjunto que surgiera en Córdoba y terminara grabando en Los Angeles, California, con serias aspiraciones al estrellato.
Encuentro tenso con las FARC
A la par del álbum, están preparando el show que brindarán esta noche en la capital provincial (ver aparte), en el Studio Theater. A propósito de ambas circunstancias, el legendario artista se prestó a una extendida y jugosa charla con EL DIARIO.
-¿Tenés idea de la cantidad de canciones que has hecho?
-Creo que unas 200, pero no son muchas. Litto Nebbia tiene más de tres mil.
-¿Hace tiempo que no tocás en Argentina?
-Un par de años, desde el ND/Ateneo en Buenos Aires (año 2011). Sucede que en el exterior no hemos parado de ir y acá sí paramos. Hay mucha demanda de afuera.
-¿Cuáles son los países donde sentís mayor calidez?
-Sin dudas, Colombia y Ecuador. Me caen muy bien desde la primera vez y de Colombia estoy enamorado.
-¿Cuándo fue la primera vez que saliste del país?
-En 1965. En raro porque fuimos primero a Venezuela antes que a cualquier país, antes que Uruguay. Había un programa de televisión que me había llevado y fue fuerte de entrada. Pegamos fuertísimo con “Mi viejo”. Después no fui por 30 ó 40 años. Sucede que cayó allí una historia bastante distinta. Cuando hicimos “Los americanos” había mucho pro-yanqui allá, así que directamente me apagaron, me sacaron de las radios. En Centroamérica y en México pasó lo mismo, aunque después se fue ordenando. Ahora en Venezuela la situación está muy difícil. El país está partido en dos, más que acá o parecido. Una grieta difícil de recauchutar (sic). Un líder, que no es el que tienen ahora, a veces te tira una onda o te la separa. Y la veo muy difícil de cómo seguirá.
-¿Y en Colombia?
-Es otra realidad y allí lo que se busca es la paz. Hay toda una historia de enfrentamientos multicolores. Acá, en Argentina, siempre fue como River o Boca, allá es más bien River, Boca, San Lorenzo, Racing, Independiente. Todos juntos peleando. En la montaña están los guerrilleros con los campesinos o con los indígenas. Y por acá abajo, los campesinos con los paramilitares. A mí me gusta meterme en todos esos lugares, opino y trato de hacer cosas por la paz. Me han dado nacionalidad colombiana, entonces tengo como un crédito con la gente. Es tan complejo que a veces es difícil de comprenderlo desde afuera.
-En una ocasión tuviste un encuentro bastante tenso con las FARC, ¿puede ser?
-Era a mediados de los años 2000 y estábamos en un hotel al que íbamos muy seguido. En una de esas me cuentan que estaba el alcalde de San Vicente del Caguán, lugar donde se estaban haciendo las negociaciones de la paz y en cuya región había tres municipios sin policías ni ejército. Me acerco y le digo: “Si nos conseguís un avión, vamos a tocar gratis allá”. Se le iluminó la cara. El sitio era un polvorín. Yo dormí en la casa del alcalde y los músicos, en la casa del cura. Fue un concierto espectacular, inolvidable. Terminamos cantando tomados de las manos con una monja y una guerrillera. Al otro día vamos con las FARC. Habían dispuesto un músico, una ametralladora y un guerrillero. Yo les decía: “¿Vos no querés tener familia algún día? ¿Hasta cuándo vas a seguir? La gente está harta de muerte”. El me respondía: “La gente nos necesita”. “No, la gente necesita que no haya un tiro más”, le retrucaba. Ellos creían que eran los salvadores y además estaba detrás el negocio de la coca, entre otros. Fue un bajón. Yo esperaba otro tipo de argumentos. La guerrilla antes era Robin Hood, muy agradecida por la gente. Al final terminamos hablando de la ecología, de las granjas. Al salir de allí, nos abordaron los periodistas. Dije una cosa que ni yo me la creía, de que si había diálogo, había esperanza. Mientras, el jefe guerrillero Mono Jojoy les dijo: “Este Piero que en los 70 nos metió a todos en este cuento, ahora está con la ecología”. Me le fui a los micrófonos y aclaré: “La guerrilla ya fue, ahora hay ponerse al día con la paz”.
“Pensé que me moría arriba del escenario”
-Además de tu música, debés ser considerado un referente de la paz.
-Al menos me gusta meterme en lugares que han sido castigados. Uno es como un remanso después de lo que pasó. Una vez fuimos a una reserva indígena en el Valle de Cauca (Colombia). Pasamos por una escuela y conocimos a un tipo que era un líder carismático; a la vuelta lo habían matado. Mataban trabajadores, pequeños maestros. A la noche, en medio del concierto y ante miles de personas, pensé: “Acá sale un tiro de cualquier lado y me matan. ¿Esta será mi última canción? ¿O la próxima?”. Realmente quería irme.
Acto seguido, Piero relata una historia desgarradora sobre Pastora, una mujer de la localidad colombiana de San Carlos de Antioquia (municipio diezmado por los enfrentamientos) a quien le habían asesinado 18 familiares. “No tenía rencor, porque decía que si retrucaba, iba a ser peor”, acotó. Un día, Pastora encuentra a un “para” (un mercenario), tirado en la calle con la rodilla reventada. A diferencia del destrato y los insultos proferidos por sus vecinos, ella se conmueve por el estado del joven y lo cobija en su casa. Le venda la rodilla, lo ducha, lo limpia y le brinda la cama y la ropa de su hijo. Luego de dormir cuatro horas, el joven se levanta y se acerca al living para agradecerle a la anfitriona. Allí, se percata de distintos portarretratos familiares. “Ey -dice en un momento-, a éste lo matamos ayer”. Se trataba del hijo de Pastora, en cuya cama había descansado y con cuya ropa se había vestido.
-¿Esas vivencias las pudiste transformar en canciones?
-En lugares tan críticos como ese pedimos que los chicos escribieran las letras, unos músicos le pusieran melodías y yo las terminé cantando. No teníamos tiempo de gira para que yo las haga. Además, el niño cuenta la vida como la siente.
Juan Ramón Seia
Cantar por la salida al mar de Bolivia en Chile
“El disco se viene pensando desde hace rato. Algunas canciones son autoría de Piero y otras versiones de otros temas. Que la impronta temática haya sido América surgió naturalmente”, comenta Aiello. Entre las canciones, se cuentan “Amazonía”, otra dedicada al pintor ecuatoriano Guayasamín y una titulada “Bolivia es como un barco que sale al mar”. La misma ya fue interpretada por Piero nada menos que en el norte de Chile, rodeado de mineros, y tras haber comentado de que el histórico reclamo boliviano sería beneficioso para todos. “Nos terminaron silbando”, recuerdan los músicos entre risas.
León sacándole fotos a Piero con fans
“A Piero lo conocen en todos lados”, subraya Aiello. “Para tener una idea, en las recientes giras que hicimos por Latinoamérica con León (Gieco) y Víctor (Heredia), unos fans le pidieron a León que él les sacara una foto de ellos con Piero”, grafica. El “Tano” relativiza: “Ambos son conocidos por sus nombres y por sus letras a través de Mercedes (Sosa). Pero no tanto personalmente”.
Entre los últimos conciertos memorables de Piero por el continente se agregan un recital de cinco horas junto a Pablo Milanés en el Campín de Bogotá y un mega encuentro con Joan Báez, Eduardo Aute y León Gieco en Quito. En todas participó nuestro “Cacho”.