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Mediados del siglo XIX

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Mediados del siglo XIX

Escribe: Luciano Pereyra

ESPECIAL PARA EL DIARIO

 

El análisis de la vida cotidiana no implica el estudio de algo intrascendente, sino que es aquello que afecta al grupo de la gente, todos los días, es decir comprende el diario vivir, la existencia individual y social.

Cuando los historiadores nos cuentan que la simbología y los lemas expresan el deseo de grabar en la memoria de los habitantes la presencia del régimen y su poder, no nos dicen que todos los segmentos de la historia tuvieron su simbología.

Manuel López “Quebracho” adoptó como propia la simbología Rosista, trayéndola a Villa Nueva con su hijo José Victorio. La divisa Punzó, la estrella federal o la cruz del sur fueron los símbolos que representaron aquella ideología, los moños en las mujeres y el cintillo en los hombres. También se embanderaban las viviendas o los edificios públicos con enseñas rojas.

Todo habitante de la provincia de Córdoba que cabalgase, deberá llevar testera y cólera punzó, la contravención era castigada con multas o trabajos públicos.

Los símbolos no solo manifestaron la adhesión política sino que expresaron un control social, pero esto no fue exclusivo de Córdoba sino de todas las provincias.

Los Lemas fueron expresiones gráficas para difundir los ideales de sus jefes principales y cobraron una pronta y rápida difusión en toda la provincia y Villa Nueva no fue la excepción.1

“Federación o Muerte” y “Viva la Federación, mueran los salvajes unitarios” eran los dos lemas que sobresalían.2La vida política solo será posible en la federación o confederación, implementada por Rosas y sostenida por Estanislao López, lo contrario es la muerte de la identidad nacional y los que se opongan a ello deben morir. El término unitario era empleado no solo para los que pregonaban estas ideas sino para todos los opositores del gobierno provincial. Desde 1836 la papelería oficial llevó la inscripción “vivan los inmortales Rosas y López”.3

Hacia 1840 Villa Nueva era un poblado importante en la llanura cordobesa, cabecera del departamento Tercero Abajo junto a las poblaciones de Fraile Muerto, Cruz Alta, Las Mojarras, Monsalvo y San Juan Bautista4. Contaba con una Posta (Posta de la Parada, antigua posta del paso de Ferreyra) y un batallón que trascendía a nivel nacional, hospital, iglesia y cementerio. Sus principales edificaciones eran construidas con adobes y techos de paja cocida y en el mejor de los casos con cielos rasos de cañas y terminaciones de tejas.

El batallón López apuntalaba las defensas de Río Cuarto, La Carlota, Sampacho, el fortín de Santa Catalina, Saladillo, Fraile Muerto y Achiras. Esto sucedía en las épocas de guerra contra el malón, pero se debe aclarar que la guerra no siempre conmovía la frontera. En tiempos de paz eran fluidas las relaciones entre ambas sociedades.

Los insumos o artículos de uso diario llegaban a Villa Nueva provenientes desde Córdoba, aunque el ganado llegaba desde el departamento Tercero Arriba o desde Río Primero, todo esto no era solamente para el escuadrón sino para la población en general y desde aquí también se proveía a Fraile Muerto (Bell Ville).

La comida es un componente esencial de la vida material de los hombres, la permanencia o los cambios en los hábitos alimenticios ayudan al investigador a descubrir buena parte del rostro de una cultura.5

La dieta diaria consistía en los vicios como tabaco, mate y azúcar, el café lo consumían solo los oficiales de alto rango6, vino, leche de cabra, zapallo, choclos, mazamorra, locro, empanadas, puchero, guisos, humita, carne de oveja asada y sopa de carne de vaca. A esto se sumaban animales salvajes como ñandúes, peludos o iguanas. La siembra de granos y hortalizas constituía una tarea de todo el cuartel.7

Las costumbres y las vestimentas son dos importantes indicadores sociales, sirve para diferenciar a los individuos y a la vez nos habla de sus gustos e influencias culturales.

En los poblados de frontera como Villa Nueva, la llegada de un viajero era motivo de reunión, de conversación y de fiesta.

Mientras algunos extranjeros comentan la costumbre de hablar en forma arrastrada y lánguida del cordobés, otros destacan el hábito del mate, el gusto por los fuegos artificiales, por caminar descalzo o tocar la guitarra en alguna pulpería.

La costumbre de dormir la siesta era común tanto en la campaña como en la ciudad. En cuanto a las vestimentas en la campaña el hombre vestía muy sencillo:

Se cubría con un poncho que luego le servía como abrigo y de frazada cuando dormía a la intemperie, usaba chiripá, botas de cuero de potro, las mujeres con vestidos hasta los pies y usaban el cabello trenzado que caía sobre la espalda, en general el arreglo era muy simple.

Tanto el hombre como la mujer estaban influenciados por la moda española, el frac austero y siempre oscuro de paño o felpa.8

El concubinato era muy común en el pueblo, en épocas de crisis se les obliga “ponerse a rancho” donde varias personas convivían, esto se utilizaba para ayudar a la economía provincial en el ahorro de alimentos.

Los caballos y las carreras cuadreras eran la gran afición de Manuel López y su hijo. En muchas cartas se detallan aspectos de este deporte, la compra o venta de un caballo, las apuestas, los desafíos, los jinetes. Además de las carreras existían otras distracciones para los fines de semana como las riñas de gallos, el billar, las bochas, galopar el caballo preferido o una partida de naipes

Las fiestas cívicas y los Bailes federales fueron más modestas en la campaña, por la precariedad de los recursos, se realizaban como una manera reiterada de mantener fresca la memoria del pueblo y también como advertencia a sus enemigos demostrando el poderío de sus fuerzas9. Eran especiales los preparativos en Río Cuarto y Villa Nueva, eran comunes y clásicos, sobre todo los 25 de Mayo, los 9 de Julio o también durante celebraciones federales, triunfos rosistas o lopiztas como el 30 de agosto o 24 de septiembre. Aunque se trataba evitar las diversiones nocturnas, las borracheras, el juego y el bullicio para evitar un ataque sorpresa de la indiada.

 

“…por ninguna manera promuebas diversión de vayles con frecuencia, a menos que sean las funciones clásicas… concurriendo en todas estas ocasiones con toda circuspeccion y hasta horas regulares: el gefe siempre debe mesquinarse, aunque algun tanto los subalternos nos pasen de la hora y se exedan… la mucha frecuencia de bayles es verdad sirve para amalgamar rencores y desabenencias de familias, pero es cuando por otra parte no concurre, sino, un objeto noble, sincero y justo el cual debe ser el norte de tu proceder…”10

Para el 25 de Mayo se repartían proclamas y al amanecer, como se acostumbra en nuestros días, se disparaban las salvas correspondientes luego de que cada capataz leyera las proclamas a sus respectivos escuadrones. Lo mismo se hacía en Fraile Muerto y en el Saladillo. Para pascuas solía venir desde Córdoba el violinista José María Acosta. El carnaval representaba una inversión del orden social vigente: lo prohibido estaba permitido y con esto aparecían los excesos.

En cuanto a los oficios, puntualmente la construcción, desempeñaron sus labores distintos maestros albañiles que también eran enviados al Saladillo o al Fraile Muerto, por ejemplo:

Francisco Olivera venía desde Córdoba. El maestro herrero Tula y el carpintero Juan Sarachaga, quién utilizaba madera de los montes de Yucat. El maestro sastre era Pedro Gigena, el zapatero era José María Guzmán y lo apodaban “Negro Chepe”, este artesano instaló por un tiempo su carpintería en Villa Nueva donde también enseñaba el oficio. El pintor de la iglesia era Félix Reboll.

La mayor parte de los recursos del erario estaban afectados a los gastos militares, aunque los informes de los preceptores de escuelas , maestros de primeras letras, junta de inspección, demostraron que el Gobierno dedicó atención a la enseñanza de primer nível.11

En la escuela de Villa Nueva se leían los impresos, boletines o diarios donde se conocían los acontecimientos sucedidos meses antes. En esta época desempeño su actividad Evaristo Arias quién fuera el primer maestro y tío de José Victorio López, luego se destacaría Romualdo Urtubey. También se enseñaba en la escuela del escuadrón algunos oficios como el de zapatero o herrero.12

En materia sanitaria, la población de la ciudad de Córdoba podía atenderse en el Hospital Público de Pobres, pero en Villa Nueva, el hospital era militar de campaña, por lo tanto se padecía la carencia de recursos sanitarios que llegaban desde Córdoba al igual que los facultativos.

El protomedicato (una especie de ministerio de salud) estuvo dirigido por distintos profesionales como Justiniano Posse, que a su vez designaban médicos a las guarniciones de fronteras como Mateo Luque en Río Cuarto, o Sabino O’Donell en Villa Nueva. La atención de los enfermos estaba a cargo de los habilitados para curar, que por lo general eran religiosos. Generalmente los botiquines de campañas contenían: algodón, tira emplástica, vendas, rof lafacteur, piedra infernal, azúcar cristalizada, ungüento mercurial, serato simple, pimienta cubeta, alcanfor, nitrato de plata, purgantes drásticos, sulfato de magnesia, lino en polvo estrato opio acuoso, unto sin sal en rama, hilos, sulfato de cinc y vacunas contra la viruela.13 Las enfermedades más comunes de la época eran sífilis, lepra, tuberculosis, la viruela, pulmonía, y verruga. Esta última afectó con frecuencia a las tropas de fronteras y provocaba fiebre alta y hemorragias, por tal razón los afectados eran enviados a Córdoba:

 

Las procesiones y rogativos públicos eran más que frecuentes. Cualquier motivo congregaba a los peregrinos a largas y coloridas procesiones, las inclemencias del tiempo, los desequilibrios ecológicos, guerras o revoluciones o la amenaza de invasiones indígenas, eran motivos más que suficientes14.

En las poblaciones de fronteras procuró establecer un edificio para la práctica del culto a pesar de la precariedad de los recursos del estado.15

La obra de la capilla Nuestra Señora del Rosario 16 fue el gran desafío de José Victorio López durante y después de su función como jefe del escuadrón. En julio de 1846 ya estaba listo en Córdoba el altar portátil para la capilla de los López.

Muchas veces se interrumpió su construcción como en diciembre de 1848 por el descontento con los maestros constructores Ríos y Olivera quienes se echaban la culpa mutuamente, por lo que se solicitó la presencia de otros como Patiño o Roqué.

En enero de 1849 se reciben tejas y el plano de la capilla y en 1850 Don Melitón de las Casas dona $250 (doscientos cincuenta pesos) de su bolsillo para dicha obra.17

Hacia mediados de siglo, Villa Nueva cuenta con su primer cementerio público.

En aquellos años el juez pedáneo era Melitón de las Casas, conocido comerciante a nivel provincial, este mismo envía los títulos de maestro de posta a Don Salustiano Carranza. De estas correspondencias extraemos que a la posta del paso de Ferreyra también se la llamaba “Posta de la Parada”, en clara alusión al descanso previo antes de cruzar el río.

No se escatimaban esfuerzos para guardar el orden público, en febrero de 1846 se prohíbe la venta de licor para evitar los excesos que esto provocaba, imponiéndose una multa de diez pesos o tareas públicas al que lo vendiera.

También se castigaba la violencia de género o violencia familiar.

“…nada es más conveniente, ni más justo que privar toda venta de licor para que se guarde un mejor orden en esa población y la moralidad en las familias, imponiendo una multa de diez pesos a los que se sepa haber vendido tal especies…”18

Los jueces de Paz y Pedáneo equivalían a la Policía, perseguían a los ladrones y salteadores en los lugares alejados de los pueblos. Los delitos más comunes como el robo de tropillas eran castigados con la pena de azotes, tareas públicas y en el peor de los delitos la muerte como en el caso de las deserciones.

El río, elemento natural que marcó los destinos de esta región, fue la reserva de agua, alimentos o de materiales para la construcción en la Villa Nueva Rosista pero también traía el dolor y la muerte con las inundaciones pero sobre todo con la seca, que traía a la par.

 

Referencias

1 FERREYRA, Ana Inés. Estado Provincial y Economía en Córdoba. Op Cit. Passim.

2 FERREYRA, Ana Inés. Estado Provincial y Economía en Córdoba. Op Cit. Passim.

3 FERREYRA, Ana Inés. Estado Provincial y Economía en Córdoba. Op Cit. Passim.

4 ARCONDO, Aníbal. La población de Córdoba según el censo de 1840. Córdoba: UNC, Serie de estudios Nº 31, 2000. Op Cit. p, 17.

5 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 185.

6 Ibid, p 186.

7 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 186.

8 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Loc Cit, passim p, 188-194.

9 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 159.

10 FERREYRA, Ana Inés. Cartas Entre Padre e Hijo. Tomo I. Op Cit,p 86-86

11 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 194.

12 Ibid, p 92.

13 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 184

14 FERREYRA Ana Inés. Elite Dirigente y… Op Cit, p 171.

15 Ibid, p 168.

16 Así figuran los archivos parroquiales aunque ,se nombre como la capilla de los López.

17 Ibid .

18 Ibid p, 48.