Escribe: Juan José Coronell (ESPECIAL PARA EL DIARIO)
El 3 y 4 de este mes, se llevó a cabo en Cocina de Culturas, de Córdoba un homenaje tan importante como necesario. Juan Falú, quien a través de su actividad artística y educativa ha sabido aunar diversas generaciones, estuvo acompañando en dos recitales a músicos cordobeses que lo versionaron. La idea de Betiana Charny y Patricio Feminis fue un éxito, no sólo por las localidades agotadas.
Pese al frío cordobés, cientos se llegaron para verlo y escucharlo. Al final de todo, un colega se preguntaba la razón por la convocatoria. Tal vez Juan Falú, sea la respuesta a todo. Y es así. Como leyera Betiana Charny: “Muchas veces ese compositor del cual andamos detrás ya tampoco está, o vive muy lejos y las fuentes de consulta se vuelven posibilidades menos certeras.
Pero hay otras en que andar detrás de una canción, o de un autor, puede volverse una aventura fascinante… Al recorrer el trabajo musical de Juan Falú siento que estamos ante una situación poco común porque nos encontramos ante una obra poco común”. Esta obra poco común “que representan nuestro cancionero popular argentino, pero además un manantial (igual de prolífero) de obras para guitarra, (incluidas suites para conjuntos y orquesta de cámara)” empezó a tomar forma el viernes, tuvo horas para entender lo que habíamos presenciado y volvió a aparecer el sábado por la noche. Allí, los mejores exponentes del presente de raíz popular cordobesa, se hicieron escuchar. Lo hicieron escuchar.
El Bosque de Juan
Fueron más de 60 temas entre los dos días y varios artistas, con los que cantó y se rió. El, siempre con su “fina ironía tremenda” en palabras de Claudio Orellano para hacer más lindos los temas más duros. O para entender con realidades duras, los temas más lindos. Por ejemplo “Greta” con Romina López, “Milonga del desocupado” que fue cantada con Maximiliano Bressanini, o “Vida la de Lucho”, para un hermano que ya no está, en la voz de Anita Rodríguez.
Con Juan Arabel cantó “De la raíz a la copa”, entre otras. Allí, Juan escribió: “Ustedes dénme coplas /que es un buen riego, de la raíz a la copa /yo me las llevo”. Con Mario Díaz, cantó “Letanía por Juana”, luego de cantar con Betiana Charny “Cielos nuevos” y antes de terminar él solo con “Confesión del viento”. Antes de agradecer que con estos artistas sus obras “tienen el mejor de los destinos”, de sentirse en “deuda por tanto abrazo”, de respetar, de tratar tan bien a la guitarra, a la zamba, a la chacarera, a la vidala que también fue su manera de adherir al Día de la Marcha de Ni Una Menos.
El sábado por la noche, la cita de honor continuaba. Muchas caras repetidas para volver a sentir lo de la noche anterior, pero para escuchar a otros artistas y otros temas de él. Para escucharlo a Juan, en definitiva. El, que aclaró: “Como no soy cantor que quisieras ser para cantarles, aparecieron cantantes que lo hacen, que saludan, abrazan y hacen mis temas que en esa relación de poesía y música, es lo más elevado de la creación musical”.
Entonces subieron de nuevo Jorge Martínez, pianista y arreglador, Jorge Luis Reales en guitarra, José Gómez en percusión y Patricia Coppola, presentadora que decía que “con tonada tucumana Juan Falú recuerda los lapachos y naranjos que pueblan canciones de sus tierras. Dicen que aprendió a tocar en la guitarra machucada de su padre. Parece que fue un estudiante desordenado, con noches, bares, amigos y guitarreada. A pura zamba, a puro tango y bolero… Fue en el exilio brasilero que sintió a ese Gua que ya no lo abandonaría más”. Así comenzaba la segunda noche donde la gente se dejaba atrapar por todos los Juanes de Juan.
Así empezaba el sábado por la noche, un show “no dominado por mensaje mediático que dice qué escuchar, sino la caja de sorpresas que ustedes vinieron a abrir”, como el autor le dijo al público. Entonces las sorpresas fueron “Taficeña” único tema instrumental, con Cecilia Mezzadra para cantar un bolero que le da orgullo a Falú como “Mi esperada canción”. También con Mariano Clavijo y Diego Marioni, que fueron además, junto a Romina López los productores del evento. Con Mariano cantó temas que salieron en las crisis argentinas como la de los 70 y 90, para que dijera “vamos a ver qué canciones salen en esta crisis actual”. El tango “Vamos corazón”, escrito en el exilio – como un “antídoto para la locura”- y el candombe “Algo muy aquí” antecedieron a Diego que se confesó con “Confesión del viento” al decir que le parecía “Magistral la poesía para la música y viceversa”, en medio del “privilegio de tener a Juan con nosotros” y el “canto que es el modo de vencer” para tener a Juan como un faro en la lucha y la resistencia.
La noche continuaría con la voz de Mery Murúa, que dio a entender con la chacarera “Pa’ que la quiero redonda” que a Falú “se le quedó un niño enredado entre los dedos y el corazón”. Y con Nancy Tortone, para entender que Juan no se cree “El rey de la historia” pero sí que tiene un lugar en el trono de todos nosotros.
El final llegó entonces, con todos los músicos cantando “Donata Suárez”, un tema donde el paisaje le canta, para dar el mejor paisaje de sábado a la noche en Córdoba. Porque Juan era cantado por todos y todas. Y porque como había dicho Betiana Chary, entrar en la obra de Juan Falú, es como adentrarse en el bosque. “Ya en los primeros pasos quien desee hacerlo se verá envuelto en el misterio de sus criaturas (…) Siguiendo esas sendas que como voces (o ecos) nos conducirán hacia algún destino, aunque nunca sea el mismo, aunque siempre sea incierto. Y aún conociendo su superficie siempre hay un atajo repentino, un mapa alternativo, un brote incipiente o un tronco añejo y conciso aguardándonos cuando menos lo esperamos. La magia y la creatividad capaces de estallarnos en la cara o susurrarnos al oído”.