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Misa anual en el “Taj Majal” de la Pampa Gringa

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Misa anual en el “Taj Majal” de la Pampa Gringa
Rose y “Baby” caminan por el parque que rodea al templo religioso

El pasado jueves 17, Ramón J. Cárcano celebró sus Fiestas Patronales coincidiendo con los 99 años de su iglesia. Levantada en 1917 por el exgobernador en memoria de su esposa Ana Zumarán, la Capilla Ana María es una perla gótica en medio de la llanura. Con un año más que la capilla, Stella “Baby” Cárcano (100 años, nieta de Ramón) junto a su hija Rose fueron las presencias de lujo en la ceremonia

Escribe
Iván Wielikosielek ESPECIAL PARA EL DIARIO

Rose y “Baby” caminan por el parque que rodea al templo religioso
Rose y “Baby” caminan por el parque que rodea al templo religioso

De pronto, el largo camino de tierra se llenó de autos como una procesión en medio de la nada. Y una veintena de coches bajaron de la ruta 9 hasta el corazón de Cárcano abriéndose paso entre el polvo. Antes, debieron pasar por la esquina en ruinas del exalmacén de Gambino, la estación de trenes clausurada y el salón tapado de yuyos de la “Liga contra el aburrimiento”, el club que fundara el exgobernador y que durante décadas albergara míticos bailes patronales. También debieron pasar por el ex-Correo, la ex-Unión Telefónica y “la escuelita”, último bastión que mantiene vivo el casco céntrico del pueblo. Y una vez que atravesaron por el rosario urbano de ese pasado irrecuperable, los coches se adentraron en la fabulosa avenida de césped que, bordeada de pinos, lleva hasta la iglesia. Allí, la imponente fachada de uno de los templos más hermosos del sudeste los recibió con la majestad de una dinastía, esa que lo mandó a construir hace 99 años. Y al final, cuando los recién llegados (la mayoría, exhabitantes del pueblo) se saludaban entre sí y contaban anécdotas, bajó de una camioneta la dama absoluta de esos dominios: Stella “Baby” Cárcano, nieta del exgobernador, con sus flamantes 100 años. Estaba con su acompañante terapéutico, de gorro beige y un simple vestido floreado. “¡Pero, mamá, qué bella que te nos has puesto!”, exclamó su hija Rose apenas la vio bajar (se trata de Rosemary Millicent Ward, hija del conde Ward -primer esposo de Stella-, inglesa de nacimiento y española por adopción). Y tomándola del brazo, fueron saludando a los presentes uno por uno. Al llegar mi turno (y quizás conociendo mi timidez) la “seño” Laura junto con la exlegisladora Graciela Sánchez (ambas mujeres de mi pueblo) me presentaron a los dos últimos eslabones de la dinastía. “Es un periodista de EL DIARIO y le gustaría mucho poder entrevistarlas”, dijeron. “¿Ah, sí?”, contesta Rose. Entonces le digo que, en realidad, quisiera saber los orígenes de la iglesia, si es cierto lo que era la miniatura de una catedral italiana de donde provenían los Cárcano. Entonces “Baby”, que no escucha bien, me habla de Italia. Y Rose, con mucha amabilidad y sonriéndome, me dice “para eso debiéramos hacer una nota en profundidad. Pero antes necesitaría chequearla porque ustedes los periodistas gustan de inventar primicias y agrandar las cosas”. Le digo que no soy de esos periodistas, mucho menos un paparazzi de las revistas del corazón, sino apenas un cronista al que siempre le fascinaron las historias de la llanura. Pero el diálogo se corta abruptamente porque ha llegado el párroco y ambas damas lo han recibido junto a una nueva comitiva provenientes de otras “cuatro por cuatro”. Es entonces cuando tengo la oportunidad de charlar con las dos “seños” que desde el 92 dan clases en la escuela más antigua de la región.

La misa fue seguida por las descendientes de Ramón Cárcano desde el primer banco
La misa fue seguida por las descendientes de Ramón Cárcano desde el primer banco

 

Maestras rurales

-Se dice que, hoy por hoy, ustedes son las habitantes más antiguas del pueblo…

Laura: -En permanencia sí, porque los que estaban antes se mudaron o fallecieron. Y aunque recién hemos pasado los 50, ¡nos sentimos como ancianas! (risas).

-¿Cómo repercutió el cierre de los tambos en la escuelita?

Docentes y alumnos de la escuela local posaron para EL DIARIO
Docentes y alumnos de la escuela local posaron para EL DIARIO

Laura: -Muy mal, porque cada año hay menos habitantes, menos empleados rurales y por cierto menos chicos. Cada vez vienen a trabajar al campo más hombres sin familia. Supongo que es una elección de los empleadores por una cuestión de salario; pero hoy estamos con sólo ocho alumnos.

-¿Y en otros tiempos?

Cecilia: -En otros tiempos hemos llegado a tener 25 alumnos y hasta cuatro o cinco chicos por familia. Hoy, apenas si hay cinco familias mandando chicos al colegio. El año pasado egresaron dos y este año uno: Joel. Hay años enteros en que no egresa nadie.

-También hubo alumnos bolivianos…p13 f1 iglesia

Laura: -Sí, pero hoy no queda ninguno. Son los que menos arraigo tienen. Muchos empezaron y dejaron el mismo año porque sus padres se iban. Eran chicos que trabajaban mucho y, aunque venían con ganas al colegio, estaban muy cansados.

-¿Cómo era Cárcano cuando empezaron a trabajar?

Cecilia: -Ya estaba bastante despoblado. No funcionaba el Correo ni la Policía ni la estación. Sólo estaba la panadería y el almacén de Gambino. Pero cerraron al poco tiempo.

Laura: -A pesar de eso, teníamos 25 alumnos, pero empezó a mermar. Es una constante en todas las escuelas rurales. La gente ha elegido vivir en la ciudad y de última venir a trabajar al pueblo. El último censo dio que Cárcano tenía 50 habitantes incluyendo la estancia. Pero que acá no hay agua corriente ni gas ni cloacas. Sólo la luz. Tampoco hay señal de Internet. Y a la gente le gusta la comodidad…

-¿Reciben ayuda para mantener la escuela?

Cecilia: -La estancia se ocupa de la limpieza y el municipio de Ballesteros, del desmalezamiento. No estamos solas, pero la ayuda fundamental son los padres. Somos como una familia grande. Imagináte que algunos chicos están ocho años, como Elio…

-¿Cómo se arreglan con tan poca infraestructura?

Laura: -Uno da lo que puede y más, también. Durante años nos vinimos en colectivo y nos volvimos a dedo y la escuela está siempre abierta.

Cecilia: -Uno se siente más involucrado al ver que se necesitan tantas cosas. Hasta hemos aprendido a hacer videos para estar más cerca de los chicos.

-¿Siguen el secundario los egresados de la escuelita?

Laura: -Sí. Muchos van a La Herradura y otros, a Villa María. Algunos se han recibido de docentes y los tenemos como un orgullo en nuestro Facebook.

Cuando la nota se termina, corroboro lo de la escuela más antigua. Fue creada en 1894 por Ana Zumarán, para educar a los hijos de sus empleados y se oficializó en 1911, el año del fallecimiento de la mujer. En la iglesia hay una placa de cobre con una frase de Ana: “Todo por mi Dios, todo por mi marido, todo por mis hijos”. Y abajo, una dedicatoria “a 25 años de su fallecimiento”.

 

La ceremonia

El interior de la iglesia se parece a un templo de Las Cruzadas. Arcadas inalcanzables se entrecruzan en las alturas, de cuyo centro pende una araña de fierro con velas color cera. La misa se pasa rápido y las palabras del padre Trucco (de la Parroquia Nuestra Señora del Luján) tienden a rescatar la importancia de la Pascua que se viene y “el valor que la raza humana tiene para Dios, que entregó a su propio hijo y su propia sangre por ella”. Finalmente, las 70 personas agolpadas se dan la paz entre sí y toman la comunión. La primera hostia es para “Baby” y la segunda para Rose, ambas en el banco principal. Y como estoy de pie al lado de la puerta, soy el primero en salir. Pero, cosa curiosa, tras de mí una voz española me dice: “¡Atiende un momento, tú, periodista!…”. Es Rose. Y me pregunto en qué momento ha salido de la primera fila y ha llegado a la escalinata. ¿Será ella o un doble de ella, un doppelganger como en la mitología escandinava?. “Es que me estuve acordando durante la misa… -dice algo agitada- que a pesar de los orígenes italianos del bisabuelo, esta iglesia tiene sobre todas las cosas elementos franceses. Es una pequeña Notre Dame con detalles de otros países, pero no de Italia… Es paradójico… También quería contarte que mi bisabuelo la levantó en memoria de su esposa, Ana Zumarán; y que no es una mera pieza arquitectónica. Acá también fue a parar todo su amor y toda su fe, porque él era muy religioso. Y por eso hizo este templo, que es como un ‘Taj Majal’ en medio de esta pampa desnuda. Era tal su fervor religioso que supo ser muy amigo del Cura Brochero. Al punto que cuando se construía una iglesia en las sierras, el bisabuelo le mandaba mulas o lo ayudaba económicamente. Debe haber sido en sus tiempos de gobernador. No me acuerdo muy bien. Sé que hablaban mucho de teología cuando se encontraban… En fin, periodista, sólo eso quería decirte eso ¿vale? Y también que esta estancia nos ha dado de comer durante muchos años a los de mi familia, desde 1860 que la compró Ramón hasta ahora. Y que a su vez ha dado trabajo a mucha gente. Mi madre ha estado como clavo aquí desde hace 12 años para cada 17 de marzo y eso es lo que queremos seguir haciendo, mantenerla y estar presente. No sólo como una fuente de trabajo, sino también como una obra de amor que es. No estás grabando nada de lo que te digo, ¿no es así, periodista?”. Le juro y perjuro que no y la mujer me sonríe. “Mejor así”. Al final me saluda con un beso y me dice un “hasta luego” que suena como un “hasta siempre” o a la inversa. Y enseguida la veo del brazo de su centenaria madre entre los pinos y las calandrias que rodea al ‘Taj Majal’ del sudeste; esa perla arquitectónica que aún conmemora el paso de una mujer por la Tierra y por el corazón de un hombre.

Por el pan de cada día

Antes del comienzo de misa en la iglesia, tengo la oportunidad de saludar a Juan Margarías, quien fabricó el pan en Cárcano durante 30 años. Escuchemos.

“Estuve desde 1958 hasta 1988. En ese tiempo se trabajaba bastante bien y hacíamos hasta ocho bolsas por día; o sea, más de 400 kilos. Después repartía por Ballesteros Nuevo, Monte de los Lazos, Ana Zumarán y La Herradura. Y por supuesto acá, donde por esos tiempos había más de 200 personas. Me acuerdo del comisario Bolatti y los empleados de la estación, Hugo Bustamante y mi cuñado Raúl Gallo. ¿Por qué se despobló Cárcano? Fue cuando se levantó el ferrocarril. Ahí se terminó todo. La Policía, el Correo, la Unión Telefónica… Después de que me fui vino otro panadero de Villa María, Fernández, pero no duró mucho. En eso empezaron los remates. Fue el tiempo en que ya no amparaban más a los colonos y los desalojaban. La gente se fue de los campos y empezó a decaer el pueblo. Ahora estoy en Ballesteros y todavía extraño un montón. Uno ha nacido y se ha criado acá y tiene recuerdos muy gratos. Era un pueblo muy familiar y toda la gente era muy buena y comunicativa. Cuando yo iba a la escuela teníamos a la señorita “Muninga” Cáceres que nos enseñó mucho. Eramos más de 50 alumnos y todos amigos. Todavía me acuerdo de esos días, y eso que estoy por cumplir 80…”.