Una conocida rescatista nacional escribió tiempo atrás un texto que revela la importancia del trabajo y lo que significa para la salud de la población, además de los gestos que recibe por parte de los perritos
Si nos encontramos con un perro callejero y nos detenemos un instante a interpretar su mirada, reconoceremos cuánto dolor y cuánto abandono se refleja en ella. |
Estos perros están sufriendo y, en la mayoría de los casos, tienen fecha de sacrificio: mueren porque nadie se hace cargo de ellos.
Y aún los que están alojados en los caniles, alimentados y vacunados, están deseando que se los acoja en un hogar y formar parte de una familia.
Necesitan un dueño, un amigo que los quiera de verdad y para siempre. Cada uno de ellos tiene su historia y en común el hecho de no haber tenido suerte. Necesitan ser queridos y darían la vida por quienes tratándolos con amor les dan una segunda oportunidad.
Se puede adoptar un perro, tanto si es de raza como si no, de cualquier tamaño y edad. Así podemos mostrarles que pueden ser felices y lo que es más importante, encontraremos un amigo incondicional, leal y fiel.
Además al adoptar un perro, salvamos la vida de otro que ocupará su lugar en el refugio.
Si llevamos un cachorrito, no puede representar nada más que un regalo de Reyes o de cumpleaños, merece ser considerado como un miembro más de la familia.
Todos los perros se entregan vacunados y las hembritas castradas.
La esterilización y la educación son las únicas formas éticas de control de la población canina.
Cuando hablo de educación me refiero a los propietarios de perros. Los perros desamparados son hijos de perros con dueño, casi en su totalidad.
Controlando la natalidad de animales callejeros se beneficia a la salud pública, la que se puede ver afectada por: mordeduras, accidentes de tránsito, rotura de bolsas de basura, zoonosis existentes y potenciales (hidatidosis, leptospira, parasitosis) y sarna.
Reafirmo que la causa del eventual peligro para la población, es la tenencia irresponsable, que da lugar a la existencia de perros callejeros. Por tal razón hay que trabajar apuntando a la gente y no a los perros.
Se debe rechazar tanto la violencia como el abandono y denunciar todo caso de maltrato. Está vigente la “Ley de Protección de los Animales”.
He compartido toda mi vida con perros de raza y vagabundos y aún me sigue asombrando esa montaña de cariño que me regalan día a día.
Vale la pena animarse. Tener un perro es disfrutar del “amor desinteresado” en toda su intensidad.
Texto de Stella M. Amín (Sociedad Argentina de Protectores de Animales – SAPA)