La presidenta de la Asociación Civil Verdad Real y Justicia para Todos se encontraba internada en terapia intensiva tras una operación que complicó su delicado estado de salud
Una operación de urgencia que complicó su estado por una diabetes que arrastraba provocó anoche la muerte de una mujer que vivió para dar pelea: a los 80 años dejó de existir Mary Eulalia Amaya, incansable luchadora contra los crímenes impunes y recientemente reconocida como Ciudadana Destacada por el Concejo Deliberante de Villa María.
Mary se encontraba internada en terapia intensiva en el Sanatorio Cruz Azul y muchas personas rezaban por su mejoría, pero su estado empeoró y falleció pasando las 21.
Conocida en la ciudad por ser la presidenta de la Asociación Civil Verdad Real y Justicia para Todos, que trabaja para que se esclarezcan más de 25 crímenes no resueltos, Mary dio pelea tras el dolor por la pérdida de un hijo.
En vísperas del Día de la Madre, le confesó a EL DIARIO que, más allá de aquella pérdida, fue cosechando “hijos por todos lados”.
“El motivo es muy doloroso. Yo antes pasaba por la vida y me parecía que las cosas malas no me podían llegar. En ese entonces veía en muchas oportunidades alguna manifestación, alguna pequeña marcha que se hacía y las acompañaba un ratito, les deseaba lo mejor y me iba. Hasta que un día me tocó que me mataran a mi hijo en la provincia de Buenos Aires, en Junín. Lo asaltaron en la casa. Yo lo esperaba en mi casa, tenía que venir a Villa María a verme. Cuando lo esperaba a él, me trajeron la noticia de que tenía que ir a buscar su cuerpo. El vivía allá y se estaba por casar”, contó.
Por esa razón se acercó al grupo Verdad y Justicia: “Yo empecé a trabajar con toda el alma, poniendo todo de mí, me entregué completa, alma y vida a esa tarea, porque me había tocado muy fuerte la muerte de mi hijo y quería hacer algo. Ese era mi motor para todo lo que hice”, expresó una emocionada Mary, mientras un par de lágrimas brotaban de sus ojos.
Uno de los casos emblemáticos, que Mary tiene muy presente en su memoria, es el caso de Sara Mundín: “Tenemos una pelea desde hace más de 20 años. Ese caso fue muy tratado, porque la chica desapareció en marzo, era una chica muy bonita, yo la conocía porque frecuentaba el comité radical y yo también. Nueve meses después encuentran un esqueleto en el río y la Justicia se lo entregó a la madre afirmando que era el de su hija”. En ese momento no existía el examen de ADN.
“Pero resulta que ella toda la vida, y lo sigue diciendo ahora, sentía que no era Sarita, ella sabía. Cuando empieza a aparecer el ADN, ella pide la exhumación y se confirma que tenía razón”, detalló Amaya.
Con las fuerzas de siempre, Mary remarcaba que su lucha “es lo único” que la mantiene “más viva”.
“Yo no creo en la Justicia argentina, te lo digo así bien segura, y no sé qué puede pasar para que vuelva a ser creíble. El humano es débil y en cualquier momento y de cualquier manera consiguen corromperlo”, expresaba.
“Es difícil, pero hay que tener fe y esperanza, porque si perdemos la esperanza estamos terminados”, concluyó.
Los restos de Mary son velados en la Sala Dalí, de la casa central de Empresa Paviotti, y serán trasladados al Crematorio Virgen de la Merced, Toledo.
Negrita hermosa
De jovencita la nombraron directora de una escuela rural y allá fue, sentadita en el asiento de atrás de la moto de su padre. Puro guadal, hasta Campo Maurino, para apreciar que el establecimiento no existía, que había que inventarlo, crearlo, fundarlo… Y lo hizo. Pared por pared, banco por banco; pizarrón y tiza que no se mancha.
De mayorcita la vida le asesinó un hijo y fundó la Verdad y Justicia (pero la Verdad Real y la Justicia para Todos), por eso adoptó a “la Condorito”, a Maximiliano, a Gonzalo, a Paolo a Mariela… a todos nuestros muertos y desaparecidos de la historia reciente sin tribunales, sin juicio ni castigo…
Por esa lucha docente (el maestro en la calle también enseña), muchos de nosotros aprendimos y la adoptamos a ella como mamá -seguramente que con el perdón y el permiso de Lalo y de todos los suyos-.
Somos Mónica, Norma, Caño, Diego y hasta Vilma y hasta mil los que lloramos en esta noche en la que el cielo se apropió de otra de nuestras estrellas; la “Negrita” hermosa que brillaba por una luz interior que se le escapaba por los ojos para guiarnos.
Hace unas semanas la acompañábamos a festejar su cumpleaños número 80 en Diverlandia. Vimos pasar su vida en una pantalla, aplaudimos, moqueamos, cantamos con ella, junto a ella y su hermosa familia.
Ahora me dicen que se murió y yo pienso en todo lo que nos enseñó, en que no son muchos los que en vida lo dan todo y ya no puedo escribir más, porque se me mojan los recuerdos, se me empaña el mañana y las manos dejan las teclas y me agarran la cabeza. Espero que sepan entender.
Te amamos mucho, Negrita hermosa.
Sergio Vaudagnotto