Hace 21 años que Raúl “Kuki” Soria dirige la Orquesta Estable del Festival de Peñas. Desde entonces, la formación acompañó a artistas tan disímiles y consagrados como Rubén Juárez, Marco Antonio Solís, Valeria Lynch y Raúl Di Blasio. Este es un repaso por un proyecto nutrido de docentes y alumnos de la UNVM que, en esta última edición, ha hecho realidad el sueño de la Sinfónica propia.
En la historia de la música popular villamariense hubo cuatro proyectos pioneros. El primero fue “La Aldea”, una escuela de profesores jóvenes fundada en 1984. El segundo fue la EMPO, creada por el Instituto Rivadavia en 1995. El tercero (y del mismo año) la Orquesta Estable del Festival de Peñas, con músicos autodidactas de la ciudad. El cuarto, la Licenciatura en Composición Musical con Orientación en Música Popular nacida en la UNVM en 1997 y devenida en una de sus carreras emblemáticas. Y en este fabuloso “póker de emprendimientos” hubo un nombre común e ineludible, el del guitarrista local Raúl “Kuki” Soria.
Paradójicamente (y la biografía de los grandes pedagogos y reformadores siempre estuvo signada por la paradoja) “Kuki” no se formó en ninguna escuela sino que, según él mismo lo dice “siempre fui autodidacta. Aunque te mentiría si negara que aprendí folclore con mi viejo (Sergio Soria, de 79 años, aún está en actividad y fue guitarrista de Raúl Barbosa y del “Chango” Nieto). “En cuanto a lo personal -prosigue Kuki- me formé con Sui Géneris, el folk y toda aquella generación de rock progresivo en donde no había un solo libro y tenías que poner el Winco para sacar los temas. Había que desarrollar una audioperceptiva de locos y así fue como aprendí”. De ese maridaje entre el folclore clásico y la primera semilla del rock nacional nacería su gusto por lo popular como un tatuaje indeleble. “Siempre digo que los músicos somos producto de las influencias que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas. No te podés escapar a eso. Cuando sos chico, generalmente sos rockero. Pero con el correr de los años vas incorporando el tango, el jazz o el folclore elaborado. Y eso es lo maravilloso de vivir, tener la posibilidad de escuchar tanta música diferente…”
La carencia de una metodología en su propia formación como músico, será el motor de su primer proyecto pedagógico: La Aldea. “Fue la primera escuela de música popular de la ciudad y se inauguró en el ´84. Funcionaba en el Palace Hotel, al lado del coro. Me acuerdo que fui a buscar los programas a Buenos Aires para trabajar de la manera más seria. Ahí enseñábamos con Susana “Coqui” Dutto y Claudio Vittore, hoy colegas en la UNVM y grandísimos amigos. En el ´90 empecé a dar clases en el Rivadavia y entonces le presenté el proyecto a Eduardo Marzolla. El, que es un amante de la música, aceptó inmediatamente. Y así fue que en el 95 fundamos la Escuela de Música Popular (EMPO)”.
-¿Y cómo pasás de la EMPO a la Universidad?
-Hubo algo de azar, pero a la vez de decantación natural. Por ese entonces, teníamos de alumna a la hija de Rosario Galarza, secretaria académica. Y un día Rosario vino a la EMPO y me pidió que armáramos una carrera de música tentativa para la UNVM. Nos dijo que sería muy positiva para la ciudad. Como en ese momento yo tomaba clases de armonía con Juan Carlos Chalela y él tenía armado un programa de estudio, me traje al “viejo” conmigo. Y así, entre los dos, armamos la carrera y la aceptaron. Largamos en el ´97, él trajo profes de Córdoba y yo los convoqué a “Coqui” y a Claudio. La mayoría seguimos en actividad. Fueron veinte años ininterrumpidos.
-¿Y cómo definirías la carrera de música?
-Creo fue uno de los hechos más importantes que sucedieron musicalmente en la historia de la ciudad. Ahora hay un movimiento tremendo de músicos tocando en todas partes y la base está en su semilla, pero fusionada con el conservatorio, las orquestas de tango, los grupos de folclore y toda la movida joven. Antes, en Villa María, muchos músicos no habían visto un saxo o un trombón en su vida. Hoy los ves en la calle, en algún trío de vientos tocando a la gorra. Es una realidad que hace veinte años ni el más optimista se hubiera imaginado.
-Además de cumplir 20 años en la Universidad, tenés 21 años ininterrumpidos como director de la Orquesta Estable del Festival ¿cómo nació ese proyecto?
-Fue en el ´95. Me acuerdo que Horacio Lucero me llamó y me dijo “necesitamos una orquesta estable en las Peñas”. Me lo había pedido porque, entre grupo y grupo quedaba un bache bastante pronunciado. Esa empezó siendo la función de la orquesta. Con el paso del tiempo musicalizamos los ballets y las aperturas de Miguel Angel Borsatto. Digamos que nos fuimos inventando arriba del escenario.
-¿Y los músicos?
-La orquesta siempre tuvo entre 15 y 20 músicos, muchos de los cuales han ido rotando. Con nosotros actuó Marcelo Aranda de “Triama”, “Pucho” Ponce que está con Los Tekis, el propio Eduardo Marzolla en violín, “Cacho” Aiello en guitarra, Pablo Jaunarena en bandoneón o Fabricio Valvasori en violín; que además de ser un virtuoso hace sonar todo el cuarteto de cuerdas a la perfección. En una época, incluso, lo traje a mi viejo y a mi hijo Lorenzo, que es el actual baterista de Fabricio Rodríguez. ¡Así que éramos tres generaciones de “Sorias” en el escenario! ¿Te imaginás? (risas)
-¿La Universidad es un semillero de la “Estable”?
-¡Totalmente! Hoy, de los 20 músicos que subimos a escena, la mayoría pertenecemos a la uni. Los profes Claudio Vittore y Marcelo Gutiérrez en piano, Sergio “Pelado” Alonso en saxo, Fernando Hemadi en trompeta, Mauricio Pizarro en charango, David Rodríguez en viola y Renato Borghi en bajo. Y también Sebastián Telleria en violín y Renata Bonamici en chelo, como alumnos. En voz está Gonzalo Martín, que pasó por la uni y es el actual cantante de Chebere. También están Fabricio Amaya y Alexis Verde y de la EMPO, Diego Cattáneo, Lucas Gómez y Anita Sibona.
-¿Ensayan mucho antes de cada Festival?
-¡Para nada! ¡Y esa es nuestra principal carencia! Nunca es fácil juntar a todos los músicos y menos de vacaciones. Estamos teniendo tres ensayos generales y con eso salimos al ruedo. ¡Y hay que estar frente a doce mil personas en vivo, más un millón que lo miran por televisión! Muchas veces, por falta de tiempo, he arreglado un tema minutos antes de salir a tocar ¡Un kamikaze! (risas)
-¿Y cómo lo resolvías en escena?
-Gracias a los tremendos músicos que tengo. Son tan profesionales, que a lo largo de 21 años no hemos tenido fisuras. Y salvo pequeños errores inevitables, siempre hemos quedado muy bien con los artistas que hemos acompañado. Supongo que por eso aún estamos en el ruedo. Hemos laburado con muchísima dignidad y esa siempre fue nuestra prioridad, nuestra principal bandera.
-¿Te acordás de alguna peña en donde hayan sonado espectacular?
-La de 2008, cuando se cumplieron 40 años del Festival. Trajimos a la Orquesta Metropolitana de Tango de Córdoba y con “Cacho” Aiello y Claudio Vittore hicimos los arreglos. Eramos 15 de la Estable y diez músicos de Córdoba acompañando nada menos que a Raúl Di Blasio. Cuando terminó el recital, Raúl estaba chocho. Creo que ese día se concretó el primer esbozo de la sinfónica propia. ¡Y sólo tuvimos un par de ensayos en el lomo! Con Valeria Lynch sonamos muy bien y, sobre todo, recuerdo con mucho cariño la actuación con Rubén Juárez. Fue como haber llegado a una cumbre de la música popular.
-¿Por qué?
-Porque tocar con semejante monstruo te enseña sí o sí. Vos lo escuchabas al tipo frasear con el bandoneón y te mataba. Y cuando lo escuchabas cantar, no podías creer que pudiera “decir” un tango de esa manera. ¡Un grande absoluto!
-¿Y cómo es acompañar a los artistas más comerciales?
-Puede ser una experiencia fascinante. El año pasado, por ejemplo, preparamos las cuerdas para Marco Antonio Solís. Eran arreglos hechos por grandes músicos y cuando los tocamos no lo podíamos creer. Muchísima calidad y profesionalismo al servicio de una canción. Lo bueno es que en el momento de subir al escenario ya no existe más la música comercial ni la música erudita, tan sólo la dignidad. Dejar todo en cada nota para que suene lo que tiene que sonar y ponerte vos al servicio del artista.
-Hablabas del sueño de la Sinfónica local en 2008 y finalmente se hizo realidad…
-Sí. ¡Todavía estamos festejando que se haya formado la Orquesta Sinfónica de Villa María! Ojalá que la podamos sostener. Fue el ensamble de la UNVM dirigido por Luis Nani junto a músicos de Córdoba que actuaron con Raphael hace una semana. ¡Mirá vos qué debut! La Sinfónica es el viejo sueño de Luis y de todos los que amamos la música en la ciudad. En estos veinte años de EMPO y Universidad se ha ido haciendo una gran base para que muy pronto florezca no sólo una sinfónica sino una juvenil, como en las grandes ciudades del mundo.
Kuki por cinco
Clásica versus Popular. “Me gusta toda la música, especialmente la popular. Pero también estudié clásica en un conservatorio. Más allá de eso, me gusta la música que permite desarrollar tu propia creatividad. No me interesa ponerte la partitura al frente sino que puedas hacer tus propios arreglos”.
Improvisación sí, partitura no. “En música popular la improvisación es fundamental, a diferencia de la música europea que está enfocada en la interpretación. Lo paradójico es que Mozart, Beethoven o Chopin eran improvisadores natos. Pero la educación clásica en Argentina no contempla la improvisación, cosa que en la UNVM es esencial”.
Música y juventud en el Tercer Milenio. “La música pasa de ahora por otros lugares y esta generación es muy distinta a la tuya o la mía. Hoy la música va asociada a la imagen y los grupos están sustentados en las máquinas. Vos antes escuchabas a Spinetta o a Los Beatles y el talento saltaba a flor de piel. Hoy, hasta Fito Páez tiene un sonido tecno, supongo que para generarles a los pibes una frecuencia que los incluya”.
Peñas sin folclore tradicional. “No es que no haya más folclore en las Peñas, sino que el género se ha aggiornado a los tiempos que corren. En esta última edición estuvo Jorge Rojas, Soledad y el Chaqueño. Te pueden gustar o no pero son los referentes actuales. Incorporaron la guitarra eléctrica, el bajo y percusión, que treinta años atrás hubiera sido impensado. Yo lo veo bien. El nuevo folclore es un fenómeno tan positivo como inevitable”.
Luis Miguel y después. “A mí Luis Miguel no me gusta. Pero un día mi hijo me agarró desprevenido y me dijo “escuchá esto, viejo”. Era un arreglo de cuerdas sin voz y se me cayeron las medias. Le pregunté quién era. El subió el volumen a los demás instrumentos y entonces lo escuché cantar a Luis Miguel… No me quedó otra que cerrar la boca y agradecerle”.
Iván Wielikosielek