Ivana Chialvo denunció por acoso sexual a sus superiores del área de Tránsito y a la Municipalidad por guardar silencio frente a esas acusaciones. A días del inicio de las audiencias, la mujer habló de la causa e hizo un pedido al intendente
Después de años de guardar silencio, Ivana Chialvo decidió tomar la palabra y se animó a denunciar lo que vivió mientras se desempeñaba como trabajadora municipal. Hoy, será una de las mujeres que marchará pidiendo por los derechos de género (ver nota aparte).
“Lo único que quiero es cerrar ese capítulo en mi vida. Por eso le pido al intendente que no siga extendiendo este calvario apelando y dilatando este proceso”, dijo Chialvo a EL DIARIO.
Cabe recordar que la mujer denunció que en su lugar de trabajo sufrió acoso sexual de parte de sus superiores, quienes le prometían a cambio de favores sexuales, hacerles renovar el contrato. Es por eso que el caso se dirime en el fuero laboral y es contra Rubén Quevedo (por entonces, jerárquico de Tránsito) y la Municipalidad.
La audiencia se iba a realizar el 19 de septiembre pero, el abogado de Quevedo renunció y, en consecuencia, se pospuso para el 22 de noviembre. “Ojalá que ese día pueda cerrar este capítulo nefasto en mi vida. Recién ahí podremos vivir un cambio grande en mi familia y podremos salir adelante”, dijo.
Nadia Brossard, de Juntas y a la Izquierda, señaló que es llamativo que Quevedo “no tenga hoy ni siquiera un sumario administrativo. Sabemos que le siguen pagando el sueldo pero que no va a trabajar. Me pregunto cómo es posible esta situación: la víctima, se quedó sin trabajo y al acusado, ni siquiera una investigación interna”.
La historia
Chialvo ingresó a trabajar a la Municipalidad en el año 2001. Según denunció, era permanentemente acosada sexualmente por Quevedo, lo que le provocó un estrés que le trajo graves problemas de salud. Estuvo grave desde 2007 y durante dos años. “En ese tiempo, no me animaba ni a contarle a mi familia lo que padecía”, señaló.
Su vulnerable condición laboral (contratada) le pesaba como una espada dado que ante cualquier problema podía quedarse sin empleo, lo que finalmente ocurrió. “Por mi problema de salud, me jubilaron provisoriamente. Cuando a los tres años se terminó mi jubilación, le mandamos una nota a la Municipalidad pidiendo que me reincorporen al trabajo. Pero no lo hicieron y hoy, sigo desocupada”, relató.
De todas maneras, rescata que de aquellos años en los que el silencio la asfixiaba, hoy puede decir, denunciar y reclamar: “Antes, sentía vergüenza y si bien hoy todavía me cuesta, siento que cada vez que puedo hablar, me voy fortaleciendo”, concluyó.