En Carlos Paz, un callejero se destaca por su manera de ir a pedir a la carnicería del supermercado la ración del día
Hay perros callejeros que no son de nadie y son de todos, que son libres, pero siguen una rutina diaria porque, como los humanos, deben ganarse el pan.
Están aquellos que conocen cómo es, de qué se trata y cuál es el secreto para llegar hasta la felicidad del morfi de cada día.
En Villa Carlos Paz saltó a la fama uno de estos perros. Le dicen Negrito, aunque no tiene nombre. Y es un callejero puro, de esos que posiblemente nunca encuentren un hogar, aunque está habilitado para entrar a la casa de todos. No obstante, su mayor estado de gracia sucede en un supermercado, cerca de la Terminal de Omnibus de la villa serrana.
Allí Negrito suele ser protagonista, abrigado (nadie tampoco sabe quién le puso el chaleco), caminando a paso de perro rumbo al fondo del salón, a la carnicería, para buscar su ración diaria.
El amigo peludo de la zona cruza a paso lento a buscar un poco de carne diariamente (a veces por la mañana y otras por la tarde), pero para ello tiene un protocolo. Lo primero que hace es pedir permiso al guardia de seguridad (porque no se puede ingresar con animales, pero él llega solo). Una vez autorizado, Negrito se dirige a la carnicería y si los chicos que atienden están ocupados con gente, se “echa” y espera su turno (hasta que no haya clientes). Luego lo acompañan a la puerta para darle su dote, y se va con la comida del día, nuevamente a paso lento.
El ritual se repite día a día.