“El primer contacto que tuve con Villa María fue algo rarísimo que me pasó entre diciembre de 2003 y principios de 2004. Yo laburaba en un call center de Movicom y en una de esas llamadas me atiende una tal Ana María que era de allá. Era parapsicóloga y me dijo que iba a tener una banda y que me iba a cambiar la vida. La mujer se hizo reconocida en el call center porque todos la llamábamos para saber qué nos decía a cada uno. Al poco tiempo, yo ya estaba en Las Pastillas y pasamos por Villa María en un colectivo de línea porque teníamos que tocar en Las Varillas. Así que busqué su teléfono y la llamé. Le dije: ¿Me va a cambiar la vida para bien o para mal? Y ya ves, me cambió la vida mucho más que bien”.
Las palabras pertenecen a Juan Comas, el baterista de Las Pastillas del Abuelo, quien conversó con EL DIARIO días antes de que su grupo actúe por primera vez en nuestra ciudad, el próximo sábado a las 21 en Mundo Rojo (avenida Perón 1576).
Una de las formaciones de rock nacional, junto a La Beriso, con más aceptación masiva en la actualidad, vendrá a respaldar su álbum “Paradojas” (de 2015) además de repasar sus anteriores producciones.
Proceso evolutivo
El ingreso de Comas al grupo, vale decir, fue producto de “la casualidad o la causalidad”, según comentó. “La música -relató- siempre fue lo mío, pero en casa no tenía mucho aval. Aunque mi vieja me apoyaba, mi viejo, que es arquitecto, tenía miedo de que me muriera de hambre. Encima no tenía parientes músicos. Estudié Relaciones Internacionales y tuve que ir al psicólogo porque no me sentía cómodo. Yo, de todos modos, seguía tocando hasta incluso ensayaba en la misma sala donde ‘Pity’ (Juan Germán Fernández, vocalista de Las Pastillas) y Ale (Mondelo, tecladista) se juntaban. Es loco, pero teníamos un amigo en común, aunque él no fue nuestro nexo. Entré al grupo por otro lado. Había renunciado a Movicom y me fui a Miramar, donde tenía una amiga que me dijo que tenía una banda de amigos que le gustaban distintos tipos de música. La verdad, yo no estaba muy convencido, pero los escuché, después probé y quedé dentro. Ahora estoy recómodo, aunque nunca pensé que iba a ser tan bueno, no pensaba en nuestro futuro”.
El baterista, que fuera del escenario también se ocupa de la cartelería y el diseño de remeras, remarca que “nos gusta romper con las estructuras musicales, nos divierte pecar un poco. Somos un poco ‘ladris’ porque hacemos aire de candombe, chacarera, tango, rock. Y eso está bueno porque te desafía a tener paciencia y a aprender cada estilo”. Respecto al proceso evolutivo de la banda, subraya que “lo que más sabemos hacer es el vivo. Tenemos 700 shows de ‘horas culo’ en un escenario y eso se plasma en los discos. En la última placa grabamos todos los temas en directo”. Asimismo, valoró el trabajo del productor Ale Vázquez, “el causante de que se haya notado el cambio de los discos anteriores”.
Anticipadas: en San Martín 133; San Martín 71, local 7; General Paz 31 y José Ingenieros 224.