En agosto de 1986, en la Cámara de Diputados de la Nación se debatió el proyecto conocido como “Ley de Divorcio”. En nuestro país, el derecho a volver a casarse luego de obtener sentencia de divorcio había tenido vigencia de 1954 a 1956, cuando fue dejado en suspenso por la dictadura cívico-militar autodenominada «Revolución Libertadora». Debieron pasar varias décadas para que los argentinos recuperásemos esa capacidad. Fue recién el 3 de junio de 1987 cuando Diputados aprobó el proyecto, luego de las reformas que impuso el Senado de la Nación
El tratamiento de la norma enfrentó demoras surgidas por la oposición que despertó en diferentes sectores conservadores y, especialmente, en la Iglesia Católica. Un hecho que influyó en esa demora fue la segunda visita a la Argentina del Papa Juan Pablo II, que tuvo lugar en abril de 1987. Para entonces, nuestro país tenía el triste privilegio de pertenecer a un puñado de naciones que no permitía que los divorciados se casaran nuevamente. Por ello, era bastante habitual que los sectores sociales más pudientes contrajeran segundas nupcias en México o en países limítrofes. Antes de la aprobación de la nueva ley, se dieron manifestaciones públicas, solicitadas en medios y todo tipo de expresiones en contra y a favor de esta norma. Desde el catolicismo se decía que la Ley de Matrimonio Civil, conocida públicamente como “Ley de Divorcio”, venía a destruir para siempre la familia, incluso sostenían que su aprobación incentivaría que la gente se divorciara. Nada de eso sucedió mientras tuvo vigencia. Recordemos que fue remplazada por el nuevo Código Civil, en julio de 2015.
Aquella ley dictada en 1987 llevó el número 23.515 y permitió que las personas que estuvieran separadas se divorciaran sin necesidad de consentimiento del otro. Alcanzaba con mostrar que se estaba separado por más de dos o tres años. En caso de llevar más de tres años de separación, era posible volver a casarse. También se establecía que el divorcio motivado por conducta de una de las partes permitía volver a casarse. Este último punto era importante para quien hacía la presentación sin haber abandonado la convivencia años antes.
En la ciudad
El jueves 2 de julio de 1987, en la tapa de El Diario se publicó la noticia acerca del «primer divorcio en Villa María». La nota a tres columnas, de seis renglones cada una, atravesó casi toda la portada de este medio regional. El texto informativo puso en conocimiento de la ciudadanía que «tuvo lugar en Villa María la primera resolución sobre un pedido de transformación de separación personal a divorcio vincular, a más de una semana de vigencia de la nueva Ley de Matrimonio Civil». Luego se aclaró que el juez interviniente fue Jorge Walter González, quien dictaminó sobre un caso de separación que tenía dos años de sentencia. La resolución había tenido lugar el martes 30 de junio. El artículo periodístico textualmente dice “la presentación a ese efecto fue hecha por un magistrado de la justicia local que pidió a El Diario no ser identificado, quien ha recuperado así su aptitud nupcial”.
Poco tiempo después, el 11 de julio, en la página cinco del mismo medio, se publicó la noticia acerca del “…primer casamiento local de un divorciado”. El enlace fue protagonizado por Carlos Bautista Anselmo y Edith Lilián Daher, que el viernes anterior al mediodía, habían dado el sí ante Domingo Matta, director del Registro Civil local. La ceremonia fue sencilla, pero muy emotiva. La pareja estuvo acompañada por una veintena de familiares y amigos que se llegaron a esa oficina estatal. En la participación a la ceremonia podía leerse que la pareja realizaba la invitación junto a sus hijos «Carlos Mario, Marisa, Gustavo y David». El novio, de 57 años, comerciante de la ciudad que, según el artículo, llevaba tres décadas separado de su anterior esposa, “obtuvo el divorcio vincular a través del doctor Sergio Caballero el 3 de julio”. Por su parte la novia, de 48 años, era soltera. Luego de la ceremonia realizada en la calle Lisandro de la Torre, los concurrentes se dirigieron al barrio Santa Ana, más precisamente a la residencia de la pareja que para entonces llevaba 24 años de compartir sus vidas. Convivencia que había dado por fruto los tres hijos, que presenciaron la ceremonia junto a la madre del novio. Este último tenía un hijo mayor, del matrimonio anterior, que vivía en el extranjero. Ante la prensa, Anselmo dijo «esta alegría tendrían que presenciarla los que votaron en contra del divorcio vincular».
Otra sentencia que se produjo en ese primer tiempo de vigencia de la nueva ley fue producida por el juez Ramón Melitón Herrera, titular del Juzgado en lo Civil y Comercial. El instrumento judicial concedió aptitud nupcial a una pareja que estaba separada desde 1983. La presentación había sido realizada el 25 de junio por Carlos Antonio Mirotti, quien se había casado en 1977. El abogado que intervino en la tramitación iniciada por Mirotti fue Antonio Iván Giacardi.
También en la vecina Villa Nueva, a poco de entrar en vigencia la nueva ley, se produjeron uniones legales en el marco del derecho recuperado. Es así que el sábado 18 de julio se publicaron los datos del casamiento entre un trabajador gastronómico, José María Cejas, y María Esther Fratondi. La pareja llevaba 12 años de convivencia. Cejas, de 39 años, hacía 14 que estaba separado de su primera esposa y con el patrocinio del abogado Donato Ansalone efectuó el trámite para recuperar la aptitud nupcial según lo establecía la nueva ley.
Hacía pocos años que habíamos reconquistado la democracia y el andar del país no era fácil, pero se vivía un clima de recuperación de derechos. El reestablecido por la Ley 23.515 fue uno de ellos.