El profesor e integrante de la colectividad balear de Mendoza brindó un seminario intensivo de baile y cultura de las islas para el elenco estable de la entidad villamariense
Hay una docena de bailarines en la pista del domingo, pero parece que fueran 30.
Ha de ser por el movimiento circular de las parejas, el revoloteo de las castañuelas y, sobre todo, por los saltos permanentes en cada giro. “Uno dos/ seeerrucho/ Uno dos/ seeeerrucho”, grita el profesor Andrés Garbin frente al espejo ante la última vuelta de las parejas.
Entonces llega el tan ansiado “break” de las cuatro y media de la tarde: mate con torta y pastafrola. Pero el profe junto al presidente Manuel Cardell ceden unos minutos de pura amabilidad para la entrevista.
La primera pregunta es sobre la coreografía que acabo de presenciar. “Es el ‘Ball de bot’, que quiere decir baile del salto, típico de Mallorca y muy agitado y alegre. Se destaca de muchos bailes españoles precisamente por eso”.
-¿Viniste a enseñar danzas regionales?
-No solamente. Me llamaron para hacer un “intensivo” de baile pero también de cultura, vestuario y tradiciones. Y como en la Casa Balear de Villa María ya existía el elenco, yo sólo les traje algunas coreografías nuevas. Después de ensayar el “Ball de bot” vamos a ver cosas del vestuario, sobre todo el “de gala” que es de la ciudad, y el del campo al que también llaman “rústico” y que varía según sea para la cosecha o la faena.
-¿Tenés raíces en las islas?
-Sí, porque desciendo de mallorquines. Mi abuelo materno vino de allá. Y aunque sólo mi cuarto apellido es balear, es la raíz que más investigué por encima de la croata y la italiana. La de los Castell. Además, trabajo en la colectividad de Mendoza desde 2001.
-¿Y cómo empezaste con la danza?
-En realidad empecé bailando folclore, hasta que en 2001 vino un grupo de la isla para enseñarnos danzas típicas. Y como yo era el único que bailaba me dijeron “aprendete bien los pasos que después vas a tener que enseñarlas vos”. Luego viajé dos veces allá a tomar cursos en el Ballet Municipal de Palma de Mallorca, que es la capital de la isla. En uno de esos viajes de juventud nos conocimos con Manuel.
-¿Hay una comunidad balear importante en Mendoza?
-Sí, sobre todo en Guaymallén que queda en el Gran Mendoza. Allí hubo un asentamiento muy grande de mallorquines que vinieron a trabajar la tierra; a diferencia de Villa María donde la mayoría de los baleares eran de Menorca y se dedicaban a la panadería. Apellidos como Mercadal o Mir son todos menorquines.
“Sin embargo el mío es mallorquín ciento por ciento -dice con orgullo Cardell-. Por lo que sé, hubo sólo cuatro familias de Mallorca en Villa María y una de esas familias era la mía”.
Actividades tradicionales para el año: San Juan y el fuego que todo lo renueva
“Tenemos unas 1.100 personas censadas en la ciudad, pero socios activos somos unos 250. Actualmente estamos funcionando en el Prado Español de Villa Nueva, pero queremos tener una relación más fluida con la comunidad. Nuestra próxima fiesta será la Fogata de San Juan el 24 de junio, con un chocolate el domingo siguiente. Estamos viendo con los intendentes si la hacemos en Villa María o en Villa Nueva”, comenta el presidente de la Casa Balear.
La Fogata. Cabe destacar que la Fogata de San Juan era una fiesta pagana, pero fue absorbida por la Iglesia haciéndola coincidir con el nacimiento de San Juan Bautista, que es exactamente seis meses antes de Jesús. La fiesta pagana era el 21 de junio, coincidiendo con el solsticio de verano, el día más corto en Europa y el más largo en Sudamérica. Era una fiesta donde por medio del fuego se le daba fuerza al sol. “Ese día se quema lo viejo para empezar un nuevo ciclo -comenta Andrés-. En Mallorca esta fiesta es absolutamente espontánea y cada uno lleva lo que quiere quemar a la playa y le prende fuego: cama, muebles, papeles, cosas inservibles de las que uno se quiere deshacer…”. Por su parte, Manuel comenta que “en Villa María quien empezó con la fogata fue don Ricardo Mercadal, que la hacía por su propia cuenta con los árboles que podaba acá en el Prado”.
Cuando llega el momento de la foto, el ballet arma su propia coreografía. Y ahí están todos: Clide Zazzetti, Yanina Tomas, Patricia Pellegrino, Melina Peralta, Romina Martínez, Analía Bazán Carricaburu, Agustín Turletti Mino, Juan José Bianco, Raquel Mercadal, Olga Mir, Mariel Bramardo y Fiorela Fessia. Click y a girar de nuevo alrededor del fuego eterno. Como en esas viejas fiestas donde se pedía por la destrucción del pasado, la bendición del futuro y la mejor cosecha de trigo para el pan de cada día.
Iván Wielikosielek
Especial