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Nuevas (viejas) recetas del manual de la ortodoxia

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Nuevas (viejas) recetas  del manual de la ortodoxia

Con recetas de corte neoliberal, el Gobierno apuesta decididamente al potencial del sector agroexportador. En esa línea va el análisis del columnista invitado a nuestra edición de hoy

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Alfredo Koncurat MBA, licenciado en Economía y profesor de Historia Económica. Titular de Eko Consultora ESPECIAL para PESO ESPECIFICO

El mejor estilo de Alfredo Martínez de Hoz, tan pronto como asumió, el nuevo Gobierno entró pisando fuerte llevando a fondo medidas de enérgico corte ortodoxo: políticas fiscales y políticas monetarias restrictivas con el fin de amenguar el déficit fiscal y la inflación, acompañadas por una brusca apertura económica con una fuerte política cambiaria que busca “corregir” la rentabilidad del sector agroexportador, reglas primarias del manual de economía clásica que tanto ha pregonado insistentemente el Fondo Monetario Internacional.

Lo único que falta para representar un calco exacto al modelo impuesto en 1976 durante la última dictadura militar es un congelamiento de sueldos de los asalariados.

Por lo pronto, la quita de subsidios (en aras de esa política fiscal restrictiva) provocará un menor ingreso disponible, es decir, un menor ingreso libre de impuestos, lo que llevará indefectiblemente a un menor consumo.

Por otro lado, la moderación de la base monetaria (menor emisión, es decir, política monetaria también restrictiva) implica una suba de tasas como la que estamos presenciando, lo que restringe el consumo y la inversión y fomenta el ahorro. Tal cual según el postulado monetarista de la Escuela de Chicago, menos dinero en circulación implica menos presión inflacionaria.

Por último, la revalorización del tipo de cambio para fortalecer la balanza comercial revitaliza a las empresas ligadas al sector agroexportador, pero al mismo tiempo presiona a precios por dos vías: se encarecen los productos importados (muchos son insumos básicos en nuestra industria) y suben los precios de los productos exportables (la suba del maíz y el trigo son claves, ya que son insumos en innumerables cadenas productivas).

¿Qué efectos predominarán sobre el ingreso, el consumo y los precios?

Sin dudas todas las medidas atentan contra el ingreso que perciben las familias, que de no acompañar paritarias acordes verán fuertemente contraídas sus posibilidades de consumo; menor consumo implicará una menor demanda agregada que presiona los precios a la baja; por lo que el resultado final sobre los precios habrá que determinarlo en los próximos meses.

 

¿Crecerá el país entonces?

Con las nuevas medidas, el Gobierno busca contrarrestar la contracción de la demanda agregada vía menor consumo, con un considerable fomento al sector agroexportador, nueva locomotora del país en detrimento del comercio y de la incipiente industria.

El mayor riesgo es, sin dudas, la expulsión de mano de obra de empresas (en las industrias y/o comercios) que no puedan competir con sus productos ante los que lleguen como consecuencia de la nueva apertura económica y vean menguadas sus ventas y su rentabilidad.

El desafío para el año que comenzamos se muestra considerable. Los anuncios conllevan presagios para lo que se viene para quién sabe y para quien quiera leer.

Se sabe que los efectos de las políticas macroeconómicas tienen un retardo de entre tres y cuatro meses en el caso de la política monetaria, y de entre seis y ocho meses en la política fiscal antes de repercutir y llegar a ser sensibles en los agentes económicos, antes de empezar a hacer mella en los bolsillos de la mayoría de los ciudadanos, y este es el tiempo que tiene el Gobierno para atraer inversiones y préstamos internacionales que maquillen en parte los efectos negativos en aquellos sectores que deberán esperar el derrame.

 

Ganadores y perdedores

Vuelta a las clásicas recetas neoliberales, los ganadores desde ya serán el sector de los servicios (el sector financiero será la vedette) y el sector agroexportador. Los perdedores, como ocurriera en la última dictadura militar y durante la nefasta década de los 90, serán los pequeños industriales, los comercios y, por supuesto, los asalariados.

El cambio de rumbo es notable. El giro macroeconómico que está dando la Argentina promete ser trascendente.