NOTA Nº 539, escribe Jesús Chirino
La ciudad de Villa María ha tenido una oferta de espectáculos artístico/culturales de importancia, con variaciones en su intensidad según diferentes épocas. A finales de los años 20 y en los 30 la oferta de espectáculos era de relevancia para el tamaño que entonces tenía la ciudad. Estos no solo se ofrecían en el centro, también en “recreos” que existían en otros lugares como los cercanos al puente Vélez Sarsfield. En esta nota repasamos, para darnos una idea de aquella oferta, principalmente lo que en este período se ofrecían en uno de los locales céntricos más importante, la Confitería La Esperanza. Este pequeño recorrido nos permite tener una idea de los números artísticos en vivo que tenía Villa María entonces.
Renovación del local
El mencionado reducto comercial, tan conocido por los locales, comenzó a ser nombrado como Café Confitería La Esperanza cuando solo habían transcurridos cinco años del inicio del siglo XX. Entre los primeros dueños podemos mencionar a Domingo Spila, quien la adquirió en 1918, pero también debe recordarse a Humberto Lépori que desarrolló con bastante éxito el emprendimiento. Según relata el historiador local, Bernardino Calvo, en su libro “Villa María del recuerdo”, en 1929, debido al éxito de los espectáculos que se desarrollaban en el lugar, los propietarios decidieron remodelar el local comercial dotándolo de “un moderno salón de 20 metros sobre la calle Buenos Aires por 22 metros sobre la calle Perú”. Básicamente se trata del que actualmente podemos observar en la clásica esquina villamariense, frente a plaza Centenario, sobre la antigua calle Perú que desde hace años lleva el nombre de General Paz. Aquella reforma realizada a final de los años 20 también incluyó la construcción de un guardarropas, tres baños, cuatro ambientes interiores, un patio y un garaje con ingreso, frente a la referida plaza donde por años había funcionado el Mercado Colón y aún quedaban algunos locales del mismo. Con lo construido, el local quedó a nuevo y dispuesto para recibir la importante cantidad de espectadores que concurrirían a disfrutar los números artísticos que se ofrecerían en el lugar.
Espectáculos de trascendencia
Al año siguiente, en 1930, el mismo en el cual se produjo el golpe de Estado que puso al general Uriburu al frente de la Presidencia de la Nación y a Juan Carlos Montes en la Intendencia de la ciudad, importantes números artísticos arribaron a la renovada Confitería La Esperanza. Por ejemplo, desde la localidad santafesina de Rosario, en mayo, arribó la orquesta típica dirigida por el maestro Juan Debernardi. Al mes siguiente espectaculares avisos, en la prensa escrita local, anunciaron la visita del quinteto “Serenaders”. Según se escribió con letra de molde, la actuación sería en la Confitería La Esperanza, ubicada en la referida esquina. Un dato que hablaba de la importancia de La Esperanza, es que contaba con teléfono. Los anuncios publicitarios señalaban que el número 18 de la Unión Telefónica correspondía a la confitería.
Por entonces este local, como otros similares ubicados en el sector céntrico de la ciudad, ofrecían, a quienes podían hacer frente al costo de las entradas, la posibilidad de disfrutar del arte de músicos, actores y oradores. En ese tiempo, Villa María era visitada por importantes figuras artísticas populares de trascendencia nacional. Como ejemplo podemos mencionar la actuación, en el cine Centenario, de la famosa cantante y compositora de tangos Azucena Maizani, quien en 1933 actuó en “Tango” el primer largometraje argentino con sonido óptico. Para tener idea de la oferta artístico-cultural de la ciudad en esos años, podemos decir que la misma noche que Maizani cantó en el cine, en La Esperanza actuaba una importante orquesta típica oriunda de Buenos Aires.
Importante plaza artística
Pero la programación artística recorría todos los meses del año. Así, por ejemplo, tenemos que, en octubre de 1931, el grupo “Los de Luca” reiteró actuaciones en la confitería a raíz del éxito obtenido en visitas anteriores. El representante de este conjunto artístico, el empresario teatral rosarino Alfredo Lluró, acordó con Gatti y D’Arcangelo, por entonces propietarios del comercio, hacer el mayor esfuerzo posible para que “los mejores números” que actuaran en la ciudad de Rosario también llegaran a esta sala de Villa María. Así lo declararon en la prensa local, y pocos días después, en el entonces escenario más conocido de la ciudad, realizó su presentación el conjunto Sandi-Néndez. En los periódicos locales se dijo que se trataba de “un trío que reúne un variado repertorio de petit comedias, astracanadas, diálogos, monólogos, cantos y bailes”. La repercusión de la presentación del trío llevó a la realización de dos funciones, una por la tarde, en lo que entonces se conocía como “sección vermú”, y otra en horario nocturno. Durante el mismo año, el prestigioso y espacioso salón de La Esperanza recibió otra visita de “Los de Luca”. Estos artistas, procedentes de la ciudad de San Francisco, habían tenido un recordado éxito en sus actuaciones anteriores. Los concurrentes a la confitería recordaban cómo en una de las actuaciones de esos simpáticos cantantes y bailarines al entonar la canción de moda, “Las pelotas de Carey” la entusiasta concurrencia de La Esperanza los acompañó coreando el éxito del momento.
Al mes siguiente, el bailarín Mario Grazioli actuó junto a Tanagra, su pareja de danza y cancionista. Las presentaciones que realizaron en La Esperanza tuvieron tal repercusión que Grazioli le comunicó a su público que había resuelto “instalar una academia en esta ciudad”. Un artículo de la prensa local señala que “mediante sus reconocidas aptitudes y arte personalísimo enseñará y perfeccionará las últimas novedades en baile de salón”.
El domingo 16 de noviembre de 1931 “con franca aceptación de los espectadores debutó… la troupe Gómez-Guzmán, de la cual” formaba “parte la aplaudida cancionista señorita Leonor Guzmán”. Un dato a tener en cuenta es que si bien era costumbre que los espectáculos se presentaran los fines de semana, de tener éxito, solían continuar en cartelera mientras mantenían buena concurrencia de público.
Como podemos notar la oferta artística de la confitería era de importancia. En el mes de diciembre de ese mismo año actuó el conjunto folclórico “Mercado” con el acompañamiento del humorista “Precioso”. Debemos consignar que este tipo de salas no solo presentaban números artísticos provenientes de otras ciudades, también programaban eventos locales para que pudieran mostrar lo suyo. En esta época que nos ocupamos encontramos a un número como el “Dúo Villa María” y también elencos teatrales de la ciudad. Por entonces Villa María era una plaza fuerte, en la zona, en relación a la oferta de espectáculos artísticos.