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Optimismo para el bioetanol

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Optimismo para el bioetanol
Claudio Molina, director de la Cámara de Biocombustibles

Claudio Molina se expresó sobre el futuro de las empresas de biocombustibles, augurando que hay buenas perspectivas por crecimiento de exportación y aumento del consumo, particularmente para el bioetanol, que tiene en Villa María a una de las principales productoras

Claudio Molina, director de la Cámara de Biocombustibles
Claudio Molina, director de la Cámara de Biocombustibles

El director ejecutivo de la Asociación Argentina de Biocombustibles e Hidrógeno, Claudio Molina, se refirió a la actualidad y perspectivas del sector.

En una entrevista realizada por el equipo económico de la Bolsa de Cereales de Rosario, esto fue lo que dijo:

-¿Cómo empezó el año para la industria del biodiésel?

-La industria argentina tiene una capacidad de producción de alrededor de 4,6 m anuales. El año pasado se utilizó alrededor del 40% de ese total, con ventas al mercado interno apenas superiores a 1 m y exportaciones por 790.000 t. Este año, la producción de biodiésel será superior a 2,2 m, pudiendo llegar a 2,4 m, con exportaciones no menores a 1,2 m y un uso de la capacidad instalada que puede llegar al 50%.

Por el lado del mercado interno, el año comenzó mal, ya que luego de la devaluación del peso ocurrida en diciembre pasado, los precios internos de los combustibles líquidos y biocombustibles se fueron recomponiendo, mientras que el precio del aceite crudo de soja -principal materia prima del biodiésel producido en el país- se ajustó de manera sincrónica.

Por otra parte, el plazo de pago usual en la compraventa de biodiésel destinado a atender el mandato de corte establecido por el artículo N° 7 de la Ley 26.093 no se modificó y ante la variabilidad del tipo de cambio, se produjo un efecto negativo adicional. Todo ello condujo a una reducción significativa de la oferta de biodiésel por parte de las pequeñas y medianas empresas proveedoras, como así también de las fábricas grandes no integradas con aceitera o ubicadas en zonas de economías regionales -que en su conjunto representan el total de dicha oferta de biodiésel en el mercado local-. De esa forma, se impidió el cumplimiento de la obligación de incorporar un 10% de biodiésel al gasoil mineral. Como si esto fuera poco, a las compañías petroleras integradas les resulta muy conveniente procesar la mayor cantidad de petróleo crudo producido localmente y transferirlo a las refinerías a un precio mucho más alto que el internacional, como así también, dar la mayor utilización posible a la capacidad de refinación de petróleo disponible, en atención a los elevados niveles de crush spreads que se registran en el mercado local, por lo que cuanto menor cantidad de biocombustibles se incorporen a la nafta o el gasoil, aumenta la rentabilidad de las operaciones de aquellas.

Los últimos dos meses se viene produciendo un reacomodamiento positivo, pero todavía está muy lejos de alcanzarse un corte con contenido de biodiésel del 10%. Además, no se está cumpliendo con la obligación de corte de un 10% en el gasoil que consumen las generadoras eléctricas. El Ministerio de Energía ha puesto su foco en todas estas cuestiones para lograr una rápida inflexión de esta situación.

-¿Qué panorama se vislumbra para el etanol?

-La capacidad instalada de producción es del orden de 1,25 M m3 anuales, computando algunas ampliaciones de planta en curso. El año pasado la producción y el consumo interno de bioetanol fue del orden de 800.000 m3, con un aporte del 59% de parte de las cinco destilerías de maíz y de un 41% de los nueve ingenios azucareros. Este año se agregaron al programa de bioetanol tres ingenios más y se estableció que la oferta para que corten las petroleras debe provenir en partes iguales de los ingenios y de las destilerías de maíz. El consumo interno debe aumentar por encima de 900 mil m3 para ubicarse en torno al millón de m3 anuales. Por el momento, no se exporta bioetanol destinado al mercado de combustibles.

A futuro, el panorama de mediano y largo plazo es positivo. En bioetanol, el país implementará el programa Flex Fuel, al estilo Brasil, con cortes superiores al 20% de contenido de bioetanol, aunque todavía no está resuelto si en forma paralela se desarrollará una cadena de valor de alcohol hidratado como en el país vecino. En materia de biodiésel, la generación eléctrica debe cumplir con el corte obligatorio incorporando un 10% de biodiésel al gasoil que usa. El corte irá aumentando lentamente en todos los segmentos, pasando por el 12% (de reciente implementación), luego al 15% y en algunos segmentos de consumo, como transporte automotor de pasajeros y agro, se podría llegar a un 20%.

A cortísimo plazo es muy necesario que las compañías petroleras resuelvan los problemas logísticos que aducen para no dar cumplimiento al mandato de corte de un 12% de contenido de bioetanol en las naftas.

-¿Hacia dónde va la industria? ¿Qué escenario se avizora a finales de la década?

-Cualquier cambio tecnológico estructural, como el que viene asociado al automóvil eléctrico o a la economía del hidrógeno, requiere muchos años para la reconversión de todo lo que hoy el mundo tiene en materia de plantas de producción de combustibles, parque automotor, redes de transporte, almacenamiento y distribución, etcétera.

Por ello, en la transición energética, los biocombustibles son los más eficientes para complementar a los combustibles líquidos. Por lo tanto, opino que su participación aumentará mientras aparecerán nuevos procesos y productos que mejorarán la performance actual de los mismos, haciéndolos más eficientes. Esto ocurrirá tanto en el mundo como en la Argentina.

En todos los casos, la razón exige prudencia. La importancia del petróleo, del gas mineral y del carbón en la economía mundial es muy grande. Ante el nuevo paradigma energético, que implica el cumplimiento y desarrollo de las energías renovables -las industrias- deben estar acorde al desarrollo tecnológico y a la fluidez en el abastecimiento de materias primas e insumos. Ese enorme esfuerzo que debe hacer la humanidad no puede concretarse sin un cambio profundo en los hábitos normales de la población mundial, para lograr antes que nada un uso mucho más eficiente de la energía.