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Otras dos condenas por hechos de violencia de género y van…

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Otras dos condenas por hechos de violencia de género y van…
Rubén Pereyra escucha a uno de sus defensores, Jorge Bustos, poco antes que comenzara el juicio oral

Rubén Pereyra, un vendedor ambulante de Villa María, recibió una pena de tres años de cárcel en suspenso y pudo recuperar la libertad, mientras que David Juares, oriundo de Oliva, fue sancionado con un año y seis meses de prisión efectiva

Rubén Pereyra escucha a uno de sus defensores, Jorge Bustos, poco antes que comenzara el juicio oral

Dos nuevos casos de violencia de género fueron ventilados ayer en la Cámara del Crimen local y terminaron con sendas condenas para quienes amenazaron y lastimaron a sus exparejas, hechos por los que fueron detenidos y así llegaron a juicio oral y público.

Por un lado, el vendedor ambulante Rubén Darío Pereyra (38) que recibió una pena de tres años de prisión de ejecución condicional -es decir, en suspenso- y pudo recuperar la libertad luego de poco más de tres meses. En tanto, David Omar Juares (34) fue sancionado con un año y seis meses de cárcel de cumplimiento efectivo, por lo que continuará entre rejas algún tiempo más.

Ambos juicios se realizaron bajo la modalidad de “trámite abreviado”, luego que los irascibles sujetos confesaran haber agredido a las mujeres que convivieron con ellos en Villa María y en Oliva, donde este año se produjeron los violentos incidentes.

El común denominador de las dos audiencias fue la participación de la camarista Eve Flores; del fiscal Correccional, Horacio Vázquez, y de la secretaria Marcela Mattalía, y solo variaron los defensores de uno y otro convicto: Pereyra fue asistido por los abogados Jorge Bustos y Silvia Medina, mientras que el letrado hernandense Iván Jesús Rivarola patrocinó a Juares.

 

La jueza Eve Flores presidió las dos audiencias de debate de ayer

Condena y libertad

Rubén Pereyra fue detenido el 19 de mayo pasado, luego de protagonizar hechos de violencia en perjuicio de quien hasta ese momento era su pareja, Sonia Molina, y contra dos efectivos policiales que acudieron en auxilio de la mujer.

De acuerdo con la acusación, minutos antes de las 3 de la tarde de ese día, en momentos en que Molina se encontraba descansando junto a la pequeña hija de ambos, de 2 años, en el departamento que la pareja ocupaba en bulevar Sarmiento 2146, Pereyra le recriminó que no le cambiaba los pañales a la nena y la acusó de estar “empastillada”.

El reclamo derivó en una acalorada discusión que llevó al acusado a golpear a la mujer en el rostro, aunque ese episodio de violencia física (por “lesiones leves”) no fue juzgado en la víspera porque la víctima decidió no promover acción penal.

Tras la agresión, Molina llamó a la Policía y en pocos minutos llegaron al lugar los efectivos Jesús Ayasa y Santiago González. Sorprendentemente, el iracundo sujeto amenazó a su pareja delante de los uniformados: “Te voy a matar, hija de puta”; “te voy a terminar quebrando el cuello”; “ya vas a ver, si la Policía no hace nada, te voy a terminar estrangulado”, le advirtió.

Los policías trataron de apaciguar los ánimos y le dijeron al agresor que debía acompañarlos a la Comisaría; pero, lejos de calmarse, Pereyra se resistió al arresto y hasta “invitó” a los agentes a pelear.

Por cierto que, pese a la férrea oposición del sujeto, los agentes lograron su cometido y lo trasladaron a la sede policial de General Paz y San Juan, donde se iniciaron las actuaciones que derivaron en su procesamiento penal.

Finalmente ayer, tras el dictado de la sentencia, Pereyra pudo recuperar la libertad ya que la pena fue en suspenso. De todos modos, la jueza Flores también ordenó una serie de reglas de conducta (como abstenerse de mantener cualquier tipo de contacto con Molina, ya que dictó una orden de restricción) que el vendedor ambulante deberá cumplir a rajatabla si no quiere volver a la cárcel.

 

Marido despechado

En el otro juicio de la jornada, David Juares admitió haber cometido siete hechos de violencia de género en perjuicio de su exesposa, Vanesa Maribel Renaudo (34), entre el 4 de marzo y el 13 de abril de este año, fecha en la que fue detenido.

Juares y Renaudo estuvieron casados varios años, hasta que la mujer decidió terminar con la relación, lo que derivó en los violentos episodios que fueron juzgados en la víspera.

“Hija de puta, te voy a matar… estás conmigo o con nadie”, le dijo en tono amenazante el 4 de marzo, a lo que ella respondió: “Si te hace feliz, matame”. Y después de ese incidente verbal, el irascible sujeto la tomó del brazo y la introdujo ilegalmente en la casa de ella, incurriendo así en el delito de “violación de domicilio”.

Juares es empleado de una fábrica de ataúdes de Oliva, ciudad en la que nació el 25 de abril de 1983 y donde se casó con Renaudo, quien trabaja en la cafetería de una estación de servicios.

Apenas dos días después de aquel primer incidente, en momentos en que la mujer se encontraba internada en Córdoba a raíz de una cirugía estética, Juáres ingresó a la habitación de la clínica, la tomó del cuello y la amenazó de muerte con un cuchillo de cocina, arma que le colocó en la garganta.

A pesar de ese nuevo hecho de violencia, al día siguiente Renaudo aceptó que su exesposo la llevara de regreso a Oliva, y cuando circulaban por la autopista, a la altura de Toledo el agresor detuvo el auto, sacó una cuchilla que tenía debajo del asiento y volvió a amenazarla si ella no regresaba con él.

Ese mismo 7 de marzo, pero en horas de la tarde, cuando la mujer estaba recostada en su domicilio, reponiéndose de la intervención quirúrgica, Juares volvió a agredirla: la tomó del cuello con ambas manos y la sofocó levemente, ocasionándole “lesiones leves”.

Semanas después el despechado marido incurrió dos veces en “desobediencia a la autoridad”, ya que incumplió una disposición judicial que le impedía acercarse a ella. Y la segunda vez (el 13 de abril) fue la gota que rebaso el vaso, ya que fue detenido por la Policía.

Desde entonces está privado de la libertad, aunque podría salir de la cárcel a mediados de diciembre si el Juzgado de Ejecución Penal le concede la “libertad condicional”. Previo a ello deberá someterse a un tratamiento psicológico en el penal de barrio Belgrano.