En “Desde este suelo argentino”, el escritor Fabián Rubiolo narra sus vivencias con el queridísimo cura. Las mudanzas, los viajes, los trabajos, las limitaciones y hasta su expulsión
Fabián arregló su rubia cabellera y emprendió el viaje. Tras varios años compartidos con el queridísimo padre Hugo Salvato, el autor cayó en la cuenta de lo valioso de sus recuerdos. Nada podía quedar sin ser contado, todos necesitábamos saberlo. Además, él cumpliría un pedido del propio eclesiástico: “Fabián, algún día debes escribir esto que viviste”, le había dicho el propio Salvato en una oportunidad; momentos en los que el clérigo era expulsado de su orden en Génova, Italia.
El, Fabián Rubiolo, nació en Villa María y se licenció en Comunicación. Trabajó en Radio Villa María, Canal 2 y también fue periodista gráfico. El presente lo sitúa en Suiza, adonde emigró en el año 2003. Asimismo, ni la distancia ni el tiempo pudieron enterrar el recuerdo de aquel hombre nacido en Curtarolo, “a un puñado de kilómetros de Venecia”: Paolo Salvato (así era su nombre).
La obra
Dicho libro, según palabas de Walter Cardone en el prólogo, “recupera algunas vivencias más profundas y las transforma en palabras y en relato de vida, procurando explicarlas”; y agrega que “(el libro) intenta echar luz a un tiempo decisivo en la vida del misionero italiano y de quienes lo acompañaron en esos momentos de manera tan cercana”.
“Sólo puedo ver el cielo desde este suelo argentino”, dijo el padre Hugo, según narra la obra. Esto vendría a explicar muchas cuestiones tales como su deseo de viajar al interior del interior para compartir la palabra y la razón de haber vuelto luego de haber hecho una visita a Italia.
Conjuntamente con la enorme tarea solidaria que el mismo Salvato bridó en cada parroquia, teniendo como última morada la Quinta San Ignacio, conocida como “Comunidad joven para la gran comunidad”, en el final del barrio San Antonio de Villa Nueva, también se agolpan viejas tareas como el comedor infantil en un garaje de barrio Villa Carlos en Villa María (por ejemplo). Mucha fue su labor, ya que desde los 60, Salvato había hecho de Argentina su lugar (así también Córdoba y nuestras Villas).
Aún Fabián lo recuerda, recorriendo diversos lugares en búsqueda de verduras o productos de panadería para luego compartir con los pobres. La imagen de aquel hombre de negra sotana durante las misas y de pulóver mientras salía y entraba del Mercado de Abasto. Así también rememora aquellos momentos de amargura donde el cura tuvo que enfrentare por diferentes opiniones con el monseñor Alfredo Disandro; épocas en las que él tuvo que moverse a dar sus misas a Cruz Alta (hasta allá también fueron muchos vecinos), así como también todo el suplicio que tuvo que sufrir para poder estar nuevamente dentro de los cánones. Había sido en 1983, con la presencia del escritor, cuando llegó la suspensión ad divinis (término latino) que le impedía al “padre” dar misa en cualquier espacio de la Diócesis de Villa María.
El hombre
No solamente de toda su tarea se ocupa la placa, sino que también hay un espacio en donde se habla de la personalidad de Salvato en cuestión. Una recolección de testimonios familiares y de personas cercanas dialogando con el autor ayudan aún más a la verosimilitud de un trabajo de tamaña magnitud. En medio de todo esto también se encuentran fotografías hasta ahora inéditas que lo muestran a él acompañado de afectos al pie de una montaña del Viejo Continente.
Otro dato también se destaca; el drama que tuvo que vivir él mismo en su regreso a Génova; allí estuvo también el escritor de este enorme trabajo. Sí, a sus 17 años estuvo presente y es parte viva de aquella historia. Al llegar a su vieja “escuela” religiosa, donde había aprendido lo que luego predicaría, volvía a sufrir otro cachetazo: un segundo rechazo a su labor en Orden de los Pasionistas y la expulsión de la congregación.
Es que, en cierto punto, Salvato era rebelde. Muy distintas fueron sus formas y su trabajo en comparación al resto, de eso no hay dudas, pero tenía las cosas claras: “El valor de la experiencia está en compartirlo” le dijo, en su casi claro español, Hugo a Fabián. Por esta misma cuestión, recordando algún té con medialunas o alguna calle compartida en tierras que nos son separadas por un mar, el artista de la palabra puede definir y recomponer punto a punto cada espacio, momento y hasta hacernos comprender por qué con el paso de los años la figura de este hombre no se olvida, sino que se agiganta aún más.
Y cuando hablamos del “hombre” nos referimos a un padre Hugo que contenía las emociones más puras en su tarea. En el capítulo “Expulsión, un vacío de amor” se narra y se dibuja la imagen de un Paolo Salvato entristecido y llorando. Sí, con un llanto cruzándolo. Una imagen que nos cuesta imaginar, pero que fue cierta y vivida por este testigo privilegiado (el autor). También aparece su negativa a entregar la insignia -o símbolo de la Orden-: “Seré pasionista hasta que me muera”, dijo.
En medio de todo ese claroscuro que posee la obra también se narra el encuentro pacífico y un abrazo de reconciliación entre Disandro y el cura. Allí, en Villa Nueva, con la arboleda de la quinta como testigo de algo que sellaba un poco de tantos años de dolor.
Argentina, su cuna
“Es una pena que no haya podido escribir este libro mientras él estaba con vida”, se sincera el residente en Ginebra (Suiza) en diálogo con EL DIARIO. Aun así, la obra vale cada renglón, cada apartado y cada cita. La historia de un hombre al que “Italia le dio alas y le llenó el alma de ilusión. Argentina, en tanto, nutrió su sueño, fue su camino y su cuna”. Aquel deseo, hoy, a 12 años del fallecimiento de Hugo, comienza a ser una realidad. Con la dignidad, su tarea pastoral y la solidaridad como bandera, la figura de este ícono de Villa Nueva y la región es aún un faro para muchos que tuvieron la suerte de compartir palabras con él y haber sido beneficiados por las enseñanzas que dejaba a cada paso… y mire que había kilómetros bajo sus suelas.
“Desde este suelo argentino” fue presentado el pasado 21 de julio en el Centro Cultural Leonardo Favio y fue editado por El Mensú Ediciones. Puede consultarse el catálogo o ser buscado en las diferentes librerías de Villa María y la región.