Transcurrieron casi 18 meses de la muerte por convulsiones del joven de Villa María que concurrió a una fiesta electrónica. El fiscal aún no resolvió lo actuado
“Hace más de un año que esperamos la resolución del fiscal de Jesús María, pero todavía no lo ha hecho”, expresó ayer a EL DIARIO Miguel Ortiz Pellegrini, abogado de la familia del joven Francisco “Pancho” Mignola, quien murió a fines de octubre de 2014 por la ingesta de estupefacientes en una fiesta electrónica.
En otro orden, el profesional fue tajante al expresar su opinión sobre la tragedia ocurrida el pasado fin de semana en un local de Buenos Aires donde murieron seis jóvenes en una fiesta electrónica, mientras otros se encuentran internados en grave estado por el consumo de drogas. Al respecto, sentenció: “Esto demuestra que las fiestas electrónicas se organizan para vender droga, es así”.
En cuanto a la causa en la que se investiga la muerte del joven villamariense en una fiesta electrónica que se realizó en el predio de la estancia El Silencio, situada junto al Camino del Cuadrado, Ortiz Pellegrini remarcó que “estamos esperando hace más de un año que el fiscal de Jesús María resuelva, cosa que, hasta ahora, no ha hecho”.
Apuntó que “ya presentamos todas las pruebas e incluso él (el fiscal) también lo hizo, concurrió al lugar del hecho, tomó las declaraciones correspondientes, recolectó todo lo actuado… pero no resuelve…”
El representante de la familia Mignola adelantó que, si no hay una resolución próximamente, “tendremos que denunciar la situación ante la propia Justicia, porque esto no puede seguir así”.
El fiscal de Jesús María es quien debe definir, en base a las pruebas con las que cuenta, si hay uno o varios imputados por la muerte del jovencito o si, en su defecto, no encuentra presuntos responsables. Eso es lo que estamos esperando”.
El fallecimiento de Francisco Mignola, de 19 años de edad, se registró el domingo 26 de octubre de 2014 (en ocho días se cumplirán 18 meses del hecho) en el Hospital de La Falda, donde llegó con convulsiones al ser trasladado desde la estancia El Silencio, donde participó de una fiesta electrónica en la que hubo consumo de droga.