La Patrulla Rural de la Policía local abre sus puertas para mostrar a sus canes, bien adiestrados y tratados con mucho cariño. Saro, un hermoso ovejero alemán, inteligente y fuerte, está entre los más destacados del país
Saro, Alma, Akira, Samanta, Cairo, Fox y Luna. Para muchos estos nombres no significan nada, aunque para Villa María y la región son servidores de la comunidad que deberían ser destacados.
Son policías, pero no comunes. Son los perros de la Departamental San Martín, más concretamente, de la Patrulla Rural que se encuentra en las instalaciones de la Sociedad Rural Villa María, donde crecen, aprenden, son bien cuidados y se aprestan para afrontar distintas actividades que no son las comunes de los animales.
Este pequeño capítulo en el suplemento es para ellos y podría servir como un homenaje que vale ofrecer constantemente, ya que suelen pasar desapercibidos, pero tienen cualidades extraordinarias y, en algunos casos, lograron resolver situaciones extremas, salvar vidas y detener a delincuentes.
Son los perros policías. Perros de ley.
El “distinto”
A sus 3 años y medio, Saro es un perro destacado en todo sentido y está considerado uno de los mejores canes de la Policía, no sólo en la provincia, sino en el país.
Es un ovejero alemán que pesa 35 kilos y pertenece a la fuerza, pero sigue las instrucciones de su guía y mejor amigo, el cabo Franco Olivera.
El cariño y el respeto entre el efectivo policial y el perro son enormes y tiene explicación, porque el can estuvo con Olivera desde el nacimiento. Es su armadura, su apoyo y su amigo fiel.
El oficial principal Mauricio Sabena, jefe de la Patrulla Rural, contó que “Saro es hijo de dos perros policías: Facundo, que ya está dado de baja y vive en un campo, y Alma, que todavía ‘presta servicio’ y es muy importante para nosotros”.
Entonces para hablar de Saro hay que hurgar en la vida de sus padres.
“Facundo es un perro que nos regaló un día una mujer enfermera del Hospital Pasteur. Era su perro, pero tenía un carácter muy fuerte y ya no lo podía tener, entonces nos lo regaló con la condición de venir a verlo. Siempre fue un perro imponente, más de ataque, pero había que enseñarle destrezas”, contó Sabena.
En cuanto a Alma, el jefe de la Patrulla recalcó que “está bajo la guía del cabo Marcos Gesso y se utiliza para la búsqueda de personas, además de participar en diferentes allanamientos antinarcóticos”.
Si bien las perras que llegan a la fuerza hoy son operadas, en su momento Alma quedó embarazada y se decidió respetar la naturaleza. Entonces, producto del encuentro Facundo-Alma, nació un animal con el carácter del padre y la inteligencia de la madre, aunque con una docilidad interesante que lo transformó, luego del adiestramiento, en un perro “distinto”: Saro.
El cabo Franco Olivera se ocupó de enseñarle todo al nuevo perro, no sin antes prepararse en cursos de adiestramiento en Córdoba.
En ese sentido, lejos de lo que muchos piensan sobre el trato que se le da al perro policía, Paz reveló su método: “Al can hay que adiestrarlo con premio y castigo, pero sin violencia; un premio, por ejemplo es hacerlo jugar con la pelotita, que tanto le gusta; y el castigo es no darle esa pelotita; son cuestiones que uno moldea con el crecimiento del animal”.
Ese método fue eficaz. Franco y Saro se entienden a la perfección. El guía le da instrucciones y el perro cumple: se sube a la chata y no se baja hasta el aviso; salta hacia el lugar que le indica, se pone en defensa y hasta ladra cuando la situación lo amerita”.
Saro fue criado como can de exhibición, pero es tan dócil y magnífico que sirve en patrullaje preventivo, allanamientos e irrupciones a moradas, control de vehículos y búsqueda de personas vivas. Un perro todo terreno.
Su figura es tan imponente que hay delincuentes que prefieren un balazo antes que le larguen el perro.
Claro que tan importante como él es Olivera, su guía y amigo, que le profesa cariño y -aunque los oficiales no puedan decirlo en sus declaraciones- mucho amor.
“Estoy seguro de que si Olivera se va de la fuerza, perdemos al perro”, reconoce Sabena, destacando la formación que tuvo su subordinado para con el animal.
El cabo Olivera, en tanto, dice que tiene un perro en su casa, pero que Saro también es prácticamente suyo.
“Cada día me sorprende más, es como que no tiene techo en las cosas que hace; por eso trato de cuidarlo mucho”, reconoce el guía.
Otro amigo de Saro es el cabo Franco Paz, quien pertenece a la Patrulla Rural y le profesa un gran cariño a los animales.
“Acá se crea un vínculo muy importante y cuando la gente viene a visitarnos, se da cuenta del trabajo que hacemos con los animales”, dice Paz.
Con orgullo
El principal Sabena se muestra orgulloso de los animales que tiene la Patrulla Rural, que trabaja en la zona de Villa María, Villa Nueva y Tío Pujio.
“A los siete canes se le suman otros tres caballos, todos matriculados, más otros cuatro equinos que utilizamos en los desfiles, por ejemplo”, recalca el jefe.
Para que todo funcione hay un sistema. “Al balanceado para los perros lo traemos desde Córdoba; el veterinario es de Villa María y también hay una comisión de apoyo muy importante para la Patrulla. En una está Rafael Morán, de Villa María, y en otra Osvaldo Costamagna, de Tío Pujio”.
“Esa gente se encarga de reunir frazadas y otros elementos para colaborar con los animales”, agrega Sabena.
Mucho se habla de la figura policial en estos tiempos, por diferentes motivos que no vienen al caso enumerar en este suplemento.
Pero si la relación de los seres humanos suele enfriarse, a veces no hay nada mejor que un perro para romper el hielo.
El caso de los perros policías es emblemático.
Olivera remarca que cuando llega a una escuela con Saro, muchos niños se ocultan tras las paredes por miedo, pero cuando empiezan a darse cuenta de que el perro es amigable y quiere mucho a los chicos, la relación se modifica.
Sabena dice que “lo importante es hacerle ver a la gente que todos formamos parte de esta sociedad”. Y Olivera agrega que “siempre hay predisposición para atender a la gente, a los niños que quieren conocer a los perros. Acá prevalece el cariño al animal”.
Al final de la visita de EL DIARIO a la Patrulla Rural, Olivera y Paz hacen juguetear a Saro y Akira por arriba de la camioneta y provocan las mejores fotografías, mientras otros perritos del lugar se suman al espectáculo, moviendo la cola, como aceptando la destreza de sus amigos, los policías de cuatro patas.