Por el Peregrino Impertinente

Al estudiante universitario de hoy basta con decirle la palabra “Keops” para que de inmediato llame al igualmente zángano del amigo y juntos planeen una noche de descontrol, estupefacientes y sadomasoquismo colectivo en el famoso boliche de Villa Carlos Paz, mientras la madre, pobre inocente, se piensa que ese parásito bípedo al que llama hijo será el día de mañana un aclamado médico cirujano.

Pues no. En este caso, la palabra Keops hace referencia a la verdadera pirámide, la más grande de Egipto, ubicada en las afueras de El Cairo, al norte del país. Se trata de una de las construcciones en pie más importantes del planeta, además de una de las más viejas. De hecho, es la única de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo que sobrevivió al paso del tiempo. O sea, a los franceses, a los ingleses, a los yanquis, a los israelíes, al terrorismo islámico… “Un equipazo el mío. Preguntale al Espíritu Santo si no”, apunta con gorra de DT y rodeado de azufre un individuo de cuernos y cola puntiaguda, mientras con las manos hace un gesto indecible.

Anhelo de cualquier viajero que se precie, la pirámide fue concebida para darle sepultura a Keops, conocido como el segundo faraón de la cuarta dinastía del Antiguo Imperio de Egipto. “Eso es un verdadero título para un político. Schiaretti, la tenés adentro”, hostiga desde el más allá el otrora líder norafricano.

En cuanto a los números, informar que la también conocida como Gran Pirámide de Guiza está compuesta por unos 2,3 millones de enormes bloques de piedra, que fueron trasladados desde vaya Nelson Castro a saber por unos 100 mil trabajadores esclavos. Obvio que por la pesada tarea, los laburantes no recibieron más que migajas. “Tipo, un horror. Lo mínimo que se le debe asegurar a un trabajador es ¾ kilos de pan y una bolsa de cabellos de ángel”, declararon al respecto desde Casa Rosada.