A través de las estadísticas de los últimos años se advierte que pese a los gastos de prevención y seguridad que invierten las empresas, el flagelo sigue y a ello se suman las sugestivas complicidades de los propios grupos delictivos constituidos por policías (retirados y también en actividad), según se desprende de la crónica diaria de delitos que permiten operar impunemente en evidentes zonas liberadas.
Los sectores más vulnerables siguren siendo, al igual que en años anteriores, la Capital Federal con el 33%, el Gran Buenos Aires Sur 26%, en el Oeste y el Norte suman el 24% y en el interior del país disminuyó al 17%. Las tablas de posiciones de robos de mercaderías muestran una preocupante actividad delictiva que no cesa y cuyos productos pasan al mercado negro que la “vista gorda” parece no detectar.
En cuanto a los productos elegidos, encabezan las mercaderías generales con el 34%, seguidas de alimentos con el 17%, indumentaria 10%, electrodomésticos 6%, lácteos, quesos bebidas, carnes y pollos, en conjunto, 14%. Los medicamentos atraen un 2% de los ladrones, igual que el calzado.
No hay datos sobre porcentajes de esclarecimiento de los hechos y recuperación de productos. Hay quienes “se autoaseguran” basados en los índices de una flota importante que -dicen- compensan los costos de las pólizas y otros descansan en el respaldo de las compañías aseguradoras.
Algunos sistemas tecnológicos permiten bloquear la acción de los delincuentes dotando a sus unidades de transporte de sofisticados elementos como alarmas, sensores, transmisores de secuencias de los viajes, detenciones no programadas, desvíos de ruta y hasta interruptores de energía o de paso de combustible en lugares ocultos activados automáticamente.