Para la edición de Carnavales que empieza el próximo fin de semana, ya no estará al frente de la batucada. Tras 31 años de trabajo y con su salud pasándole factura, asegura que llegó hacia el final de una etapa. “Si para el año que viene está listo el corsódromo, puedo estirar mi retiro un año más”, dice
«El Carnaval es mi vida”. Esa es una de las frases que más repite Héctor Tulián a lo largo de la entrevista en su casa de barrio Los Olmos. Y de eso dan testimonio los 31 años de trabajo, comenzando desde el nacimiento mismo de los Carnavales de Villa Nueva. También los chicos reunidos en la vereda son el reflejo de que para la familia Tulián, enero es abocarse en cuerpo y mente a la preparación de la comparsa y batucada, aunque las tareas hayan comenzado muchos meses antes, casi inmediatamente después de finalizada la edición anterior del evento.
En la vereda, unos cuatro o cinco chicos arman con alambre los cascos que llevarán representando a los guerreros de Grecia y Esparta. Son todos de la batucada. Ya no hay sol y ellos saben que dentro de una hora, máximo, comenzarán a ensayar en ese tramo de la calle Malvinas Argentinas.
“Para este año, empezamos tarde a prepararnos. Estamos en la recta final y esperando materiales que a veces no llegan a tiempo. Estos días antes del Carnaval, todos trabajamos más, hacemos el sacrificio para cumplir con los objetivos”, dice Héctor. El tradicional evento de verano en Villa Nueva será el próximo fin de semana, del 13 al 15, sobre la avenida Carranza, comenzando allí cerquita de las inmediaciones del puente Juan Bautista Alberdi.
Como en cada edición, los barrios que participan eligen una temática para representar en sus vestimentas y en sus coreografías. Los Olmos, al igual que el año pasado, tendrá entre comparsa y batucada alrededor de cien participantes, desde niños pequeños hasta adultos que ya son un emblema del barrio en cuestión de Carnavales.
Uno de esos emblemas es Tulián, y en diciembre, en la vorágine del trayecto final de preparación hacia los Carnavales, largó una noticia, así sin más, que sorprendió a más de uno: la de este 2017 sería la última edición en la que participaría.
Ante el inevitable ¿por qué?, Tulián cuenta: “Por temas de salud. Mi rodilla el año pasado me jugó una mala pasada. La recuperación está siendo lenta”. Y continúa: “Creo que para todas las etapas hay un principio, un desarrollo y un final. No quiero estar en el evento sin poder hacer lo que me gusta. Prefiero verlo desde otra perspectiva”. Pero, hace una pequeña aclaración: “Si para el año que viene está listo el corsódromo, puedo estirar una edición más, para ver ese sueño hecho realidad y pisarlo”.
Héctor ríe y cuenta que durante la presentación de los carnavales, que se celebró en el Prado Español, muchos le preguntaron si estaba seguro en esa decisión. “Le he dedicado muchísimo y con mucha pasión, pero ya está. Este año voy con el uniforme de la batucada, pero no haré las coreografías. Las ganas están intactas, sí, pero no quiero exigirme de más”, comenta.
Este 2017 serán cuatro los barrios que pasarán por la avenida Carranza con sus comparsas y batucadas: Los Olmos, San Antonio, La Floresta y Malvinas Argentinas, aunque ese último sin entrar en competencia. A eso, se le agregan los grupos regionales que llegan desde otras localidades a participar en la versión “regional” de los Carnavales. El año pasado, estuvieron las comparsas de Bell Ville, Carlos Paz, Las Perdices, Etruria, General Deheza y las bastoneras de Cosquín.
Si bien los barrios villanovenses que están presentes -desde hace ya algunas ediciones se mantiene el número- pueden parecer pocos, Tulián comenta: “El Carnaval está posicionado y no sólo en Villa Nueva, sino también en otros lados. Si bien esto es, en parte, gracias a que las últimas gestiones de Gobierno nos han apoyado bastante, el Carnaval hizo un despegue. Ese es el camino que se debió haber marcado hace mucho tiempo. Sí, quizás las circunstancias económicas no ayudaban, pero este Carnaval nació junto a la democracia y ahora está la gran oportunidad de posicionarlo como el más grande de la provincia de Córdoba”.
Asimismo, Héctor señala que “el Carnaval a nivel barrio tiende a desaparecer”. Y por esto, explica: “Tenemos que ser lo suficientemente inteligentes como para posicionarlo a otra escala. Por ejemplo, en Entre Ríos y Corrientes, los que participan son clubes que aglutinan a varios barrios. Bueno, acá se podría hacer algo similar. En lugar de competir los barrios, competirían las ciudades. Y así, la ciudad tendría una o dos comparsas nomás, con comparsas invitadas de otras ciudades. Sería una forma de salvar el evento. No digo que vaya a ser fácil, porque después de tantos años de defender al barrio, esto va a costar. Pero desde el cariño al Carnaval, creo que es el camino para que tome vuelo, para que despegue”.
El sueño del corsódromo
Siguen las preguntas y entonces surge el por qué Villa Nueva debería tener un corsódromo. De hecho, muchas ciudades del interior cordobés celebran cada año los Carnavales y no tienen, ni aspiran a tener uno.
Tulián responde: “Muchas de las ciudades que hacen Carnaval no tienen comparsas locales. Lo hacen de otra manera, quizá más fácil: contratan una orquesta bailable más tres o cuatro comparsas de otro lado y ya está, arman el evento y la gente va. Pero acá, el Carnaval está arraigado al sentido de pertenencia, porque nació desde los barrios, del pueblo”.
Y entonces, va directo a la cuestión del corsódromo: “El Carnaval dejó de ser de una comisión para pasar a ser de la gente de Villa Nueva. A nosotros nos sobrepasó, y son los villanovenses mismos los que se tienen que encargar de cuidarlo. Como dije antes, hay que despegar. Hemos perdido el Festival de Doma, también el del Vino y la Amistad. Los Carnavales son lo único que nos queda”.
Tal como se planteó el proyecto, este espacio se ubicará en el Parque Hipólito Yrigoyen, siguiendo la avenida de entrada desde calle Belgrano. “A quienes no estén de acuerdo, los entendemos y respetamos. Pero sería algo muy lindo para la ciudad contar con eso: ahí se puede ensayar, se pueden vender exclusividades, recaudar más fondos. A nivel económico, sería de gran ayuda para todas las comparsas y llevar al Carnaval a otro nivel”.
“Siempre se les ha dado apertura”
A fines de los 90, las comparsas llegaban hasta diez y todas locales. Con la actual participación de sólo tres barrios en competencia, cabe preguntarse -y preguntarle a Héctor- la causa. “Al Carnaval siempre se le ha dado apertura, pero falta compromiso. Algunos quieren volver a eso de antes, a participar sólo para entrar y hacer presencia, pero esto propone que sea algo más profundo, y es una tarea social durante todo el año”.
Tulián continúa, haciendo él mismo una pregunta: “¿Y por qué el Carnaval duró tanto? Si bien todos los gobiernos apoyaron, también estuvo la comisión. Ahí hay personas que aportaron diferentes ideas. Por eso duró, por eso se mantuvo. Muchos barrios no participan porque no disponen de dinero y si no hay apoyo, no se comprometen”.
A la vigencia del evento, Héctor dice que ayudó el “sentido de la competencia”, lo que hace buscar año tras año la superación. “El premio en dinero muchas veces ni siquiera justifica la participación. Pero es esa sensación de poder decir: ‘Este año gané yo’. Muchos dicen que la competencia no sirve. Yo creo que sí, que sí sirve. Y lo vemos también en el Carnaval regional, donde vienen más comparsas a participar y se viene superando”.
Pero Tulián no se olvida de la tarea detrás de coser lentejuelas o ensayar con la batucada: “El trabajo social del Carnaval es muy grande. ¿Y por qué vienen a opinar los que piensan tener una verdad absoluta si nunca fueron capaces de apoyar a los barrios?”
Asimismo, asegura que desde este año harán públicos los balances, que por reglamento siempre fueron presentados ante el Tribunal de Cuentas municipal. “Lo vamos a hacer para no soportar más opiniones y dichos injustos”, agrega.
Momentos memorables
“Uno de los momentos inolvidables fueron en el año 1998, cuando desde el barrio Los Olmos dejamos de usar música grabada e incorporamos la batucada con instrumentos. En ese tiempo, los Carnavales todavía se hacían en la plaza. Y tengo en mi mente la imagen grabada: nuestro uniforme eran zapatos negros, pantalón de jean, remera blanca y una gorra con lentejuelas. Así veníamos tocando desde donde está el Club Alem hasta la esquina de la plaza y ahí hacíamos una vuelta. Y la gente nos seguía mientras íbamos avanzando”. Héctor recuerda que ese año fue la primera vez que Los Olmos ganó un premio y, aún mejor, todos los primeros premios.
Además, también dice que un momento clave fue “cuando los centros vecinales dejaron de hacerse cargo de la organización del Carnaval en cada barrio y se armaron las comisiones para eso. Entonces, los centros se dedicaban al barrio y a sus necesidades, y desde la comisión, a recaudar y administrar los fondos para la cultura del Carnaval”.
Y los buenos recuerdos siguen. “Otro momento lindo fue cuando mi hija mayor ganó el premio a mejor pasista y las tres reinas del barrio que se coronaron. También cuando filmamos la película Zambuite. Y cuando llegamos al escenario del Anfiteatro y del Teatro Verdi”.
En la lista, Héctor también recuerda con alegría “cuando vino por primera vez la comparsa Marí Marí, que volvió hace algunos años”.
Y así como los lindos momentos, están también los otros, no tan alegres, no tan bonitos. Héctor dice que la muerte de su hermano, Rubén, lo afectó mucho. “Fue en 2008 y tuve un declive anímico. Le empezás a perder el sabor a lo lindo de la vida. La muerte de mi padre también fue un momento duro”.
“También me duele mucho que se opine de gente que ha muerto, que no está más para defenderse de opiniones ajenas”, dice y no quiere dar más detalles, tampoco nombrar a nadie.
Y automáticamente, vuelve a los recuerdos lindos, que al parecer son muchos más que los otros. “Cuando empezamos teníamos un objetivo cultural, el de mostrarnos como éramos. En esto, involucré a mi familia entera, a mis hijos, a mi madre. Y así rompimos muchas barreras, porque antes era inimaginable ver a una batucada en fiestas, como un casamiento, por ejemplo. Llegamos también a las universidades, dando capacitación en música”.
El, que este año se vestirá de guerrero espartano, bailará al ritmo que se lo permita su rodilla. No estará al frente de la batucada, eso se lo deja a los más jóvenes. Pero estará allí, y bailará a su ritmo. “El Carnaval es el ritmo del alma. Es batuque, lo que vos sentís adentro, lo expresás bailando, como quieras”.