El juez de Ejecución Penal de Villa María, Arturo Ferreyra, le dijo a EL DIARIO que quienes perciben salario pueden tener sólo 100 ó 200 pesos en el bolsillo dentro del penal. Señaló que cobran por horas trabajadas y que en la mayoría falta el hábito de trabajo
Escribe Diego Bengoa
De nuestra Redacción
Son pocas las personas privadas de la libertad en la cárcel de Villa María que trabajan y las que lo hacen cobran el 75% del Salario Mínimo, Vital y Móvil o menos.
Así lo señaló el juez de Ejecución Penal, Arturo Ferreyra, al dialogar ayer con EL DIARIO en su despacho de Tribunales. El eje de la entrevista fue el monto que perciben los presos, en el marco de una polémica instalada desde hace meses y que tiene como estandarte la idea de que una persona jubilada gana menos que alguien que cometió un delito y está en un penal en la República Argentina.
De acuerdo con la Ley 24.660 de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, el trabajo constituye un derecho y un deber del interno, debe ser remunerado y, cuando éste trabaja para el Estado o para entidades de bien público, el monto no puede ser inferior a tres cuartas partes del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM).
El SMVM es en la actualidad 5.588 pesos y llegará a 6.060 en enero, de acuerdo a una suba programada. Hasta julio era de 4.716 pesos.
Los internos que trabajan perciben tres cuartas partes del mismo, según confirmó Ferreyra. “Hay un cupo y un presupuesto. A estas personas se las contrata y cobran tres cuartas partes del Salario Mínimo, Vital y Móvil. La realidad es que no trabajan las ocho horas diarias y esa es la primera reducción del salario. Si un preso se siente mal, no tiene ganas de ir, está descompuesto o tiene un partido de fútbol no sale de la celda para trabajar, porque no es un régimen laboral sino penitenciario.
De hecho, ayer cuando fui al penal había un preso que estaba pidiendo que se le asignaran tareas y el encargado le decía que necesitaba alguien que trabajara todos los días, no de vez en cuando”, graficó el magistrado.
“Los chicos que están en el penal no tienen los mismos hábitos que nosotros. Me refiero a disciplina, a la forma de vivir. Para uno lo normal es levantarse a las 7.30, bañarse y salir a trabajar. Ellos no tienen ese hábito, que generárselo es parte del tratamiento”, añadió.
Recalcó que “es muy difícil sostener un empleo si uno falta mucho” pero aclaró que intramuros esta cuestión se flexibiliza, “lo que luego se refleja en el pago, porque se abona por horas trabajadas”.
“Yo no manejo el reglamento laboral, es una cuestión del Servicio Penitenciario. En lo que sí intervengo es en ordenar que se pague según lo que dice la ley, es decir tres cuartas partes del Salario Mínimo, Vital y Móvil”, precisó.
-¿De qué monto estamos hablando?
-No sé, es diferente según el caso.
-Pero hay descuentos por faltar.
-Se usa una tabla interna: allí establecen que el proporcional de las tres cuartas son tantas horas y luego calculan el monto según las horas efectivamente trabajadas por mes. No están registrados como trabajadores en la calle, no son contratos formales, es un tratamiento penitenciario. Por cuestiones políticas se ha empezado a hablar de esto. Con el salario mínimo no vive nadie.
-¿Pueden manejar ese salario dentro del penal?
-No. A dinero de hoy, creo que pueden tener en el bolsillo 100 ó 200 pesos. Es una suma que establece el director y que se incrementa a medida que el dinero va perdiendo poder adquisitivo.
-¿Entonces qué destino tiene el salario?
-La ley dice que la retribución del trabajo del interno, deducidos los aportes correspondientes a la seguridad social, se distribuirá simultáneamente de la siguiente forma: 10% para indemnizar daños y perjuicios causados por el delito conforme lo disponga la sentencia (casi ningún fallo estipula sanción económica, las multas sólo vienen en la suspensión del juicio a prueba), 35% para la prestación de alimentos según el Código Civil, 25% para costear los gastos que causare en el establecimiento (algo que se declaró inconstitucional), 30% para formar un fondo propio que se le otorga a su salida y el resto es disponible, del cual el preso tiene que ir pidiendo de a partes, porque no puede tener más de 100 pesos encima. En lo personal, no estoy de acuerdo con la inconstitucionalidad del 25%. Creo que en comunidad todos debemos aportar, el que más tiene más aporta, en el caso del interno que tiene trabajo alguna obligación de aportar tendría que tener.
-¿Qué interno puede salir a trabajar fuera del establecimiento?
-Solamente cuando llegan al período de prueba. Yo los autorizo. Viene el empleador, me trae el contrato y corroboro lo que va a hacer.
-¿Cualquiera puede trabajar en el interior del penal?
-Sí, eso depende de la personalidad, no del delito ni de la condena. Hay quienes quieren trabajar, otros que no. Ni siquiera es algo que influye a la hora de otorgar una libertad porque para mí es más importante la conducta, el desempeño con sus compañeros, el trato con el Servicio Penitenciario. Lo del trabajo es aleatorio porque no hay para todos.
-¿Cuáles son las fuentes laborales?
-Se hace de todo: albañilería, en Córdoba tienen herrería, mecánica. Todo lo que hay en el medio libre se necesita también dentro de una cárcel.
-¿Cuántos son los que trabajan?
– Son pocos, no es la mayoría. No tengo el número exacto. No hay trabajo para todos y percibo que muchos querrían trabajar y por otro lado hay un montón que no lo quieren hacer. Un recurso que tienen es la costura de fútbol, existe un convenio con la cárcel.
-¿Cuántos internos hay en la actualidad?
-Alrededor de 600.
-¿Pueden tener teléfono celular?
-No deben. Es uno de los elementos prohibidos por el reglamento.
-Pero tienen…
– Cada tanto hay secuestros de celulares, son sancionados por eso.
-¿Cómo es la vida en la cárcel?
-La conozco de afuera. Si bien entro todos los miércoles y la camino, no la vivo.
-Se lo pregunto porque en estos tiempos de polémicas hay muchos que sostienen que una persona privada de la libertad vive cómodamente.
-Creo que quienes hablan así es porque desconocen. Básicamente, estás privado de tu libertad, por lo que es una cuestión emocionalmente muy dura. En este penal la comida es razonable, cada tanto la he comido y la he probado del carro que va hasta la reja, no en la Dirección. Cuando hay alguna falla en la comida, inmediatamente los presos lo reclaman. En cuanto a salud también se es razonable, no hay quejas. Pero estás privado de la libertad, no te podés mover, estás en una celda de 4×2 compartida con otra persona más. Salir de ahí es sólo una cuestión de un par de horas: por trabajo, para ir a la escuela (del establecimiento) o salir al patio a tomar aire, a un recreo, a una cancha de fútbol. Antes había una cancha y ahora hay dos, entonces pueden salir dos pabellones, pero son sólo dos horas al día, el resto es estar en la celda.
-¿Es alta la reincidencia?
-No, no es alta. No hago el seguimiento concreto, pero no es alta.