Comunicador y docente en la UNVM, Ignacio Toribio acaba de editar su primer “book” de autor: “Imágenes. Instantáneas de lo invisible”. Se trata de un trabajo de experimentación que le demandó diez años de labor y el uso de varias técnologías. Con elementos de la fotografía, la pintura y la computación, el artista visual intenta la subjetividad de la imagen mediante la humanización de la mirada
Nunca se sabrá si las imágenes de Ignacio Toribio pertenecen a la fotografía, a la pintura o al diseño gráfico. Y a su vez, en esa imposibilidad de clasificarla radica buena parte de su fascinante misterio. De lo que su autor no tiene ninguna duda es que pertenecen a su “mundo interior”. Como instantáneas que fuera tomando sin cámara y cerrando los ojos; abriendo solamente el obturador de su sensibilidad. Y luego, con esos negativos hubiera pasado esas composiciones al papel para revelarlo. Por lo que podría decirse que las imágenes que presenta Ignacio no fueron arrancadas de forma directa de la materia, sino que ésta emulsionó en el papel de plata de su espíritu y desde ahí se trasladó al papel.
Si alguien pudo sacar fotos sin hacer click, pintar sin pincel y diseñar sin lápiz, ese alguien ha sido Ignacio Toribio. Y por eso es que, debido a la originalidad de su trabajo, el artista visual está visitando editoriales especializadas en España que se han interesado en su propuesta, esa que, según le comentaron, “es absolutamente inédita en Europa”.
Sensibilidad versus tecnología
-¿Cómo surge tu libro de “Imágenes”?
-Fue un largo proceso que arrancó en 2002, cuando ingresé a la universidad por concurso y empecé a desarrollar la materia de “Edición y montaje”. Entonces hubo algo que me llamó poderosamente la atención. Noté que los chicos se quedaban con el registro digital sin materializarlo. Entonces traté de incentivarlos para que usaran esos elementos para expresarse creativamente. A partir de 2007 me propuse empezar a darles ejemplos de lo que se podía hacer con una fotografía o filmación después de haber sido registrada. Es decir, durante la posproducción.
-¿Y tu libro es un registro de eso que se podía hacer?
-Tan sólo una parte, porque hay infinitas posibilidades de acuerdo a la sensibilidad y el conocimiento de cada uno. Sólo puedo decirte que el concepto de “posproducción” ha cambiado. Y las imágenes de hace 50 años nada tienen que ver con las de hoy. Antes, la unidad mínima era el fotograma. Hoy es el pixel. Y esa diferencia te genera un salto grande como el universo.
-¿Es difícil entender estas cuestiones en el plano teórico?
– Sí, por eso mismo es que empecé a generar imágenes para explicarlas mejor. Y lo hice en base a diferentes procesos visuales. La fotografía manipulada, que son las variaciones de una misma imagen. Las impresiones, que es una suerte de reconstrucción sensible. Los mandalas, que incluyen el diseño. Y las que llamé “pinc(x)eladas”, que son fotografías trabajadas como si fueran pinturas y donde no hay ningún click. Y por último, las intervenciones; una imagen impresa en diferentes soportes.
-¿Cómo es producir una fotografía sin “click”?
-Parto de una sensación interna y trato de darle una forma visual. No tengo más que una pantalla en negro y voy buscando los pigmentos. Es como fabricar pinturas digitales y a la vez no moverte del concepto de la fotografía.
-¿Y la “reconstrucción sensible” de tus impresiones?
-Voy a un lugar que me interesa y hago un registro fotográfico para reconstruirlo después, pero no de acuerdo al paisaje sino a la sensación que el lugar provocó en mí.
-¿Cómo reaccionaron tus alumnos ante tus ejemplos?
-La respuesta que he tenido de los estudiantes siempre ha sido muy positiva. A mí me gusta mucho mi relación con ellos porque los docentes nos nutrimos de sus inquietudes. Siempre les digo que yo voy a estar con ellos por más que ya no sea docente. Porque el camino que hemos iniciado nos involucra como seres humanos.
-¿Y cómo reacciona la gente ante tu “book”?
-Ha causado un impacto muy fuerte a quien se lo he mostrado. Sobre todo por la forma en que están organizadas las imágenes y por el empleo de los colores. Te diría que estas son “imágenes inhabituales”. Y si no te detenés a observarlas, por ahí no las entendés. Cada una necesita ser interpretada y para eso exigen una actividad reflexiva del receptor.
-¿Lo invisible de tus imágenes se revela con la predisposición de quien mira?
-Hay algo de eso. Yo siento que hoy estamos atravesando un proceso de banalización y las cosas profundas se ven de modo superficial. En el contexto contemporáneo, el ser humano vive rodeado de aparatos y no de herramientas. No estamos nunca con martillos, lápices o tijeras sino con notebooks, celulares y consolas de videojuegos. Y esos aparatos impactan fuertemente sobre lo visual.
-¿Cómo es esto?
-Quiero decir que nunca fue tan fácil hacer imágenes como en la actualidad y nunca las imágenes estuvieron tan vacías de sentido. Por eso intenté producir imágenes con sentido. Utilicé cámaras fotográficas, filmadoras y una computadora, todas de muy bajo presupuesto. Quise poner el acento en la creatividad, para demostrar que el resultado final de una imagen no depende del aparato sino de quien lo maneje.
-¿Esa es tu pedagogía?
-Siempre. Los chicos que entran a primer año me dicen “profe, ¿qué filmadora me compro?”. Y mi respuesta es “ninguna. Usen lo que tengan. Y si no tienen, vamos a trabajar igual”. Nosotros en la universidad estamos transmitiendo conocimiento. No somos revendedores de una firma. Y si el conocimiento es verdadero, los chicos con cualquier aparato van a hacer grandes cosas. Si yo pongo el instrumento antes que el conocimiento, corro detrás de la tecnología. Y en esa carrera el ser humano siempre pierde.
-¿Planteás una vuelta a lo humano?
-Absolutamente. Todos los artistas visuales somos tributarios de una tradición pictórica que ha buscado reflejar cosas profundas y no superficiales. Hoy, en un mundo de aparatos, eso se ha perdido. Los aparatos cada vez son más automáticos y ya no aparece el factor humano. Yo me he propuesto demostrar que es posible que el factor humano se exprese a pesar de la automatización. Es el desafío contemporáneo. Y a mí siempre me gustaron los desafíos.
El arte de fotografiar lo invisible
-¿Tu libro es una obra de arte en sí?
-Sí, porque cada imagen implicó un proceso artesanal. Podría compararse a un “book” intervenido de esos que se exponen como obra de arte en un museo. La idea de poner estas imágenes en formato libro se me ocurrió después de hablar con mi hija Sofía, que es pintora. Yo tenía más de mil quinientas imágenes en este proceso de diez años y ella me sugirió que las organizara. Elegí el libro porque me gusta lo editorial y que las cosas tengan materialidad.
-¿Cuál es la importancia de la materialidad en la fotografía?
-Que hasta que no se materializa, una foto no existe. Y la otra es que el soporte cambia la imagen. No es lo mismo imprimir en acetato que en papel ecológico, industrial o en tela. Cuando se trabaja con información digital, pareciera que la imagen es independiente del soporte. Pero no es así.
-¿Por qué el subtítulo “instantáneas de lo invisible”?
-Porque para mí lo más importante a la hora de componer una imagen no es la que incumbe a los aparatos sino a la actividad simbólica. Y eso es absolutamente invisible. Es el resultado de un proceso reflexivo y de abstracción. El esfuerzo estuvo puesto no en reflejar objetos sino los contenidos internos que hay en mí. Por eso muchas de las imágenes son abstractas, porque no pertenecen al mundo exterior.
-¿Y ahora te vas a presentar tus imágenes a España?
-Estoy recorriendo un camino nuevo y me siento como un pionero. No hay antecedentes de que este tipo de material se haya impreso y comercializado alguna vez. Tengo una amiga en Madrid que tiene una editorial y está interesada. También tengo contactos en Barcelona y una cita para presentarlo en Alicante. Por eso mi viaje incluirá los tres lugares.
-¿Pensaste en la instancia editorial al armar el libro?
-Para nada. Por eso te digo que están pasando cosas que yo mismo no había previsto. Mucha gente que vio el “book” me pidió comprarme algunas imágenes. Las querían de tal tamaño y en tal soporte para colgarlas en el living. Así que no sé con qué me voy a encontrar en Europa. Mi libro es atípico porque está impreso en soportes distintos y no es fácil de hacer en serie. De todos modos tiene tres partes. La primera es esta, de pura experimentación. La segunda es de reflexión y la tercera de intercambio con otras posiciones teóricas. Creo que el material puede ser de utilidad para artistas y estudiantes.
-¿Creés que tu libro es de vanguardia?
-Totalmente. Es muy fácil enseñar lo pasado pero es muy difícil enseñar lo presente. Para eso hay que ir al ritmo de los cambios tecnológicos. Hay que tener gimnasia y una capacidad de adaptación muy grande para poder experimentar, procesar y reflexionar sobre lo que estamos viviendo aquí y ahora. Y este libro es eso, un “book” contemporáneo porque manifiesta lo que están viviendo todos los que producen imágenes con aparatos, no sólo acá en Villa María, Córdoba y Argentina sino en el mundo entero.
Iván Wielikosielek