Apertura – Cuartos de final – Revanchas
Alumni empató 1-1 con 9 de Julio y aseguró su clasificación a semifinales, gracias a la victoria en Pasco. Peñaloza y Soracio gritaron los goles del domingo
Escribe Beto Arce Fotos Víctor Alvez
La paciencia resulta a veces como ese arte inexistente de encontrar el momento justo. De esperar hasta que las condiciones sean óptimas para entonces materializar el deseo. Alumni se nutrió de las mieles de ese saber y supo sentir los pulsos de un partido intenso, cargado de fricción. Empató 1-1 en su cancha con 9 de Julio y se metió en semifinales, aunque no sin antes sufrir…
Fue más que su rival, generó más peligro, merodeó constantemente el campo ajeno e incluso transformó en figura al arquero Tobares. El equipo de Reano mostró un esquema muy claro, el cual le permitió ser protagonista e ir a buscar la victoria siempre. Más allá de que con el empate estaba adentro, nunca dejó de ir al frente y puso de manifiesto que el único deseo era ganar.
Será quizás una de las ideas más profundas de este deporte, el dar cuenta del valor que tiene el control de la pelota. Cuando quiera uno manejar el partido, es una seguridad que debemos hablar en términos concretos, es decir, hablar con la pelota. El que más la tenga, más manejo dispondrá y mayores posibilidades tendrá de llegar al cielo.
A la suerte hay que ayudarla, y ayudar con el control del objeto más preciado es casi una bendición. Bienaventurados aquellos que entienden que a la pelota se juega con la pelota. Teniéndola y quitándola cuando la hemos perdido.
Aunque parezca tan simple, muchas veces en este afán se pierden códigos, entonces, es bueno volver a las raíces para comprender la esencia de eso que nos hace felices, en este caso, mágicamente, jugar a la pelota.
Ni bien comenzó el encuentro (5’) Basso mandó por los aires el intento de una volea en soledad y contestó Alumni con un delicioso mazazo de fútbol. Herrero desparramó firulete y gambeta por izquierda combinando con Molina y habilitando a Núñez para el giro. El Tanque acomodó el chasis y encontró claridad en el camino, más luz vio aún Peñaloza que corrió toda la cancha para llegar a esa posición y desahogarse en la captura de un rebote y llevando al gol ese enorme esfuerzo colectivo lleno de sabiduría. Una exquisita maniobra en equipo con firme concepto de fútbol, con justo y feliz final el fondo del arco.
Caminó por el sendero áspero que le propuso 9 de Julio y siguió buscando. Probó Kranevitter desde fuera, pero su zurdazo salió elevado (19’); insistió con pases entre líneas de Navarro y se convenció de que atacar era su negocio, pase lo que pase, porque meterse atrás no es su zona de confort.
Tobares le tapó un claro mano a mano a Núñez a los 26’ y el propio delantero desperdició un cabezazo bajó el arco con tiempo y espacio para definir (28’). Cambiaron de extremos Brugnaro y Herrero y, creer o reventar, llegaría ese de arte de fe para Pasco.
La profundidad de Berterame perforó a los centrales con un magistral pase al espacio donde fue feliz Soracio, un fino toque ante la salida de Scalzo puso en cámara lenta la acción ante miles de ojos que viajaron mansamente hacia el lugar donde mejor se siente la pelota. Golazo y fe (1-1).
Faltaba un minuto para el cierre del PT y Pasco proponía un cierre furioso. Soracio tuvo la victoria en sus pies, pero Molina incomodó el remate letal cuando parecía llegar el gol y otra vez el “9” pudo ganar a su marca, pero su cabezazo salió por encima del muro de los sueños.
Haber llegado al empate fue moral, anímico, espiritual, para un 9 de Julio que necesitaba volver a confiar en sí mismo. Y así se iba al vestuario, desbordado de fe.
Recién a los 21’ se aproximó al arco de Scalzo. Fue una bomba de larga distancia de Passero que encontró bien ubicado al portero. La fe se llenó de realidad y Alumni puso a Pasco en una escena desfavorable, al cuidado de una ventaja que ni siquiera tenía y al resistir la embestida de un rival que buscaba más diferencia aun.
Núñez falló en la definición frente a un Tobares que asfixió el intento (25’) cuando la historia caminaba hacia el cierre del telón. Fue la tapada del partido y, sobre todo, la que dio vida hasta el final. Tobares desactivó un buen tiro libre de Brugnaro (31’); los hermanos Delsole se dieron el gusto de jugar juntos el último tramo y combinaron a los 33’ con un fuerte y desviado remate de Elías; a los 45’ Tobares volvió a bloquear un tiro libre de Brugnaro y a los 48’ el enorme de Tobares le frustró el gol a Nicolás, el mayor de los DelSole, en un mano a mano.
Se quedó con la espina 9 de Julio por saber que estuvo cerca, pero solo por la distancia de un gol y porque en algún pasaje se llenó de fe, que por estos tiempos, lo es todo.
Sonríe este Alumni con muchos pibes llenos de fútbol y una estructura general que parece parida para atacar, y se ilusiona, que por estos tiempos, también es todo.
Dejó pegar groseramente durante todo el juego. Casi siempre acertó en los fallos aunque pareció olvidar las tarjetas que resultaron necesarias para un desarrollo con tanta fricción. Su trabajo no fue bueno desde ese lugar. No obstante, lo controló.
El arquero Patriota fue determinante para sostener la ilusión de Pasco hasta el último minuto. Su trabajo le impidió a Alumni liquidar el pleito en varias ocasiones. Peñaloza (gol) y Herrero fueron los puntos más altos del elenco clasificado.