Maizar 2018
Investigadores del INTA trabajan en el desarrollo de una nueva generación de híbridos de maíz para la obtención de biocombustibles, que conserven altos rindes de granos por hectárea. Este fue uno de los temas abordados en el Congreso Maizar, que se llevó a cabo el 22 de mayo en Buenos Aires.
En el análisis, indicaron que “los precios del petróleo y la creciente preocupación por el calentamiento global impulsan nuevas iniciativas relacionadas con el desarrollo de energía renovable a partir del cultivo de cereales y oleaginosas”. Así, de la mano del mejoramiento vegetal, especialistas de la Unidad Integrada del INTA Balcarce, junto con expertos de la Universidad de Buenos Aires y la Nacional del Noroeste de la provincia de Buenos Aires investigan las características del grano y de los componentes de la biomasa de maíz que inciden sobre los rendimientos teóricos de bioetanol.
Guillermo Eyherabide -coordinador programa nacional Cereales y Oleaginosas del INTA Pergamino- destacó el potencial de la Argentina en materia de producción de bioetanol a partir de maíz: “Es una realidad que consume más de un millón de toneladas anuales, agrega valor, genera nuevos empleos y disminuye la necesidad de importaciones de combustibles líquidos para vehículos y maquinarias”.
En este sentido, el especialista señaló que la industria de biocombustibles líquidos emplea como materia prima granos de maíz obtenidos a partir de cultivares híbridos que fueron seleccionados por su alta productividad de grano por hectárea y tolerancia a factores de estrés, tanto biótico como abiótico. “Pero, hasta ahora, no se seleccionaron específicamente para usos energéticos”, advirtió Eyherabide.
Si bien el rendimiento de grano por hectárea es el principal criterio para tener en cuenta en la elección de un cultivar de maíz, está comprobado que las características composicionales del grano pueden modificar la cantidad de etanol obtenible por kilogramo de grano.
La industria de biocombustibles emplea como materia prima granos de maíz obtenidos a partir de cultivares híbridos que fueron seleccionados por su alta productividad y tolerancia a factores de estrés.
“A su vez, aseguró que “toda esa variabilidad genética podría aprovecharse para producir híbridos especialmente desarrollados para el mercado de biocombustibles líquidos”.
En referencia al potencial del cultivo para la producción de bioetanol, el técnico insistió en la importancia de “ampliar el grado de conocimiento sobre cuáles serían los caracteres más relevantes, su matriz de correlaciones genéticas, la predictibilidad del rendimiento de etanol de los híbridos en base a las características de sus líneas progenitoras”.
De acuerdo con el investigador, contar con esta información permitiría definir un ideotipo de maíz destinado a producción de etanol más ajustado a las condiciones locales, al tiempo que contribuiría a tomar mejores decisiones en los programas de mejoramiento de la industria semillera.