La amenazó de muerte con un revólver Smith & Wesson calibre 32 largo
Se trata de Aquiles Poblete, un irascible sujeto que intimidó a una tía que vive al lado de su casa, en barrio La Floresta de Villa Nueva. Le impusieron un año y medio de prisión efectiva, aunque podría salir en septiembre si se le otorga la “condicional”
Un joven villanovense recibió ayer una pena de un año y seis meses de prisión de cumplimiento efectivo por haber amenazado de muerte a una tía frente a su casa, donde le apuntó en la cabeza con un revólver luego de blandirlo como si se tratara de un vaquero del lejano oeste.
Al cabo de un juicio de trámite abreviado, realizado en la Cámara del Crimen de Villa María, Aquiles Agustín Poblete fue declarado culpable de los delitos de “amenazas calificadas por uso de arma de fuego”, “tenencia ilegal de arma de fuego de uso civil” y “encubrimiento”, por dos hechos registrados el pasado 8 de enero, día en el que fue detenido, y a mediados de agosto de 2017.
El más grave de los sucesos se produjo poco después de las 13 en la esquina de San Luis y Mendoza, en el populoso barrio La Floresta de Villa Nueva, donde Poblete se presentó en el domicilio de una tía de apellido Heredia (42), que vive a la par, para recriminarle una supuesta acusación en su contra.
El irascible individuo, quien el domingo pasado cumplió 19 años (3 de junio de 1999), tocó el timbre y cuando la mujer abrió la puerta se encontró con su sobrino haciendo girar el arma en el dedo mayor de su mano derecha, como si se tratara de Clint Eastwood en una escena de “Infierno de cobardes” (1972) o John Wayne en “El último pistolero” (1976).
Vaquero villanovense
Al mejor estilo de los cowboys en aquellos western del cine norteamericano, Poblete empuñaba un revólver Smith & Wesson calibre 32 largo con el que la amenazó de muerte, en medio de gritos e insultos.
Unos días antes, Heredia lo habría acusado de entrar a robar en su casa en dos oportunidades con el objetivo de obtener dinero para comprar drogas, ya que el joven padece un serio problema de adicción.
No conforme con mostrarle sus “habilidades” en el manejo del arma, Poblete levantó la mano derecha y apuntó directamente a la cabeza de su tía, al tiempo que le advertía “te voy a matar, te voy a matar”. Y después de unos segundos (tensos e interminables), se retiró.
Profundamente atemorizada, la mujer radicó la denuncia y minutos más tarde la Policía villanovense arrestó al agresor (al secuestrar el revólver se constató que tenía el tambor cargado), quien quedó privado de la libertad no solo por la gravedad del hecho cometido, sino porque, además, tenía abierta una causa por “encubrimiento” iniciada casi cinco meses antes.
En efecto, el 19 de agosto del año pasado personal policial de la vecina ciudad interceptó a Poblete cuando caminaba por la calle llevando un bajo, ya que el día anterior un instrumento de similares características había sido robado en el domicilio del músico local Federico Lattanzi, más conocido en el ambiente artístico como “Lattenzia”.
Además del bajo, en poder del sospechoso encontraron un afinador y un disco externo, objetos que también le habían sustraído a Federico.
Como no se pudo probar que Poblete haya sido el autor del robo, fue imputado por la Justicia por “encubrimiento”, un delito que es excarcelable, por lo que recuperó la libertad horas después.
Cabe señalar que la condena impuesta en la víspera es la primera que recibe el joven villanovense, motivo por el cual podría obtener la “libertad condicional” cuando cumpla ocho meses de prisión, es decir el 8 de septiembre próximo. Claro que para que le concedan dicho beneficio deberá observar buena conducta y aprobar una pericia psicológica que acredite que está apto para reinsertarse en la sociedad.
Juez y partes
La audiencia fue presidida por el juez René Gandarillas y contó con la participación del fiscal Correccional, Horacio Pedro Vázquez; del abogado Jorge Bustos y de la secretaria Gabriela Sanz.
Previo al debate, el acusador público y el defensor habían pactado la pena finalmente impuesta por el magistrado si Poblete confesaba lisa y llanamente los hechos que se le atribuían, lo que efectivamente ocurrió a poco de comenzado el juicio.