En 1905 el Congreso Nacional dictó la ley 4.878, conocida como Ley Láinez, por el apellido del senador que impulsó esta norma, mediante la cual se autorizó al Gobierno nacional a instalar escuelas primarias en las provincias que lo solicitaran. En el marco de esa ley, reglamentada en 1906, en Villa María fue fundada la Escuela Nacional Nº 62, luego denominada Justo José de Urquiza
Creación y primera directora
El día que inició el mes de abril de 1919, se redactó una nota, dirigida a la Intendencia municipal de la ciudad, señalando que “esta inspección, atendiendo las gestiones y el generoso ofrecimiento de esa Municipalidad, ha propiciado ante el Consejo Nacional la creación de la escuela proyectada en Villa Aurora”. La misma Inspección Nacional de Escuela, sección Córdoba, redactó otra nota a las autoridades municipales, el 7 de mayo de 1919. Allí, expresamente, se informó “que ha sido creada la Escuela Nacional Nº 62”. En esa comunicación, que lleva el número 975, se aclaró que la institución educativa “funcionará en Villa Aurora”, un barrio de nuestra ciudad.
A Ramón V. Pérez, entonces intendente municipal, también se le comunicó que la maestra normal nacional “señorita María Elena Fernández” había sido designada para ejercer el cargo de directora aclarándose que la docente estaba cumpliendo funciones en la escuela “Nº 47 de la provincia de Salta” pero que, de manera inmediata, se trasladaría a Villa María. Otra cuestión que deja en claro el escrito es que la nueva escuela “utilizará, por lo pronto, el material de la escuela municipal hasta tanto se obtenga la provisión del Consejo Nacional, ya ordenada, como asimismo el local ofrecido”.
Ya en la nota de abril se había señalado que se proponía a Fernández para ejercer la Dirección del centro educativo, “con muy buen concepto, actual directora de la escuela nacional Nº 47” de Salta”. Es decir que si bien la Escuela Nacional 62 es creada por el Gobierno nacional, bajo la Presidencia de Hipólito Yrigoyen, fue gestionada a partir de los pedidos del municipio que para entonces había puesto a funcionar una escuela municipal en el lugar que luego ocuparía la nueva institución. En otro documento esto queda mucho más claro, se trata de una nota fechada el 29 junio de 1919, firmada por el inspector Barberis y dirigida al intendente municipal diciéndole que presenta a la maestra nacional normal María Fernández, ya nombrada directora, para que tome “las medidas pertinentes para que se le haga entrega de la escuela municipal”. A la vez se pide “en calidad de préstamo” el material de la escuela para funcionar.
Población escolar y primeros locales
La administración municipal había relevado las necesidades de escuela en los sectores populares de la ciudad. Desde 1917, el Gobierno local, trabajó para ofrecer la posibilidad de educación a los hijos del pueblo. De allí que fundara las escuelas municipales, y tramitara la concreción de una escuela nacional. La importancia de la población que atendería la escuela quedó confirmada con las cantidad de alumnos que concurrieron a la misma. Es así que al año siguiente de iniciada la actividad de la Nº 62, el 19 de mayo de 1920, la directora le remite una nota al presidente de la comisión de festejos de la próxima fecha patria manifestándole que ha recibido la invitación “y solicitando autorización a la superioridad” por lo cual puede comprometer la participación de la escuela en el acto, “concurriendo más o menos 100 niños”. Al año siguiente, inicia el ciclo escolar con 160 alumnos inscriptos. Recordemos que se trataba de una escuela de carácter mixto.
Por otra parte debemos decir que el primer local donde funcionó fue una casa propiedad del señor Cayetano Orioli, quien mediante notas a la Intendencia se quejaba por el deterioro que los niños le producían a su inmueble. En tanto desde el municipio se le planteó la necesidad de mejoras y en el intercambio epistolar podemos advertir que la casa tenía zaguán, que en principio contaba solo con un excusado y luego se reclamó la construcción de otro. En un escrito firmado por la directora, en marzo de 1920, se habla de la inestabilidad del piso de madera de un salón de clase que “se quiebra por pedazos” los niños estuvieron “a punto de caer al sótano”. En ese mismo mes, la maestra Fernández se queja, ante el intendente, por “los frecuentes e insoportables malos olores que penetran del vecindario” por lo que pide que mande los inspectores “con el fin de hacer cumplir las más elementales reglas de la higiene”.
Para ese año la escuela nacional ya cuenta con su propio mobiliario. Así puede entenderse a partir de la comunicación escrita por la directora, el 16 de marzo, diciéndole al intendente que ya estaban “a sus disposición los muebles y útiles que tuvieron la amabilidad de facilitar a esta escuela”. De todas manera la administración municipal continuaba ayudando al pago del alquiler del local que ocupaba la institución educativa. Como se dijo anteriormente, en 1920, para el inicio de clase, en marzo, 160 niños se habían inscritos para sentarse en los bancos de la escuela nacional: “Con una asistencia media de 127”, en las tres “secciones (grados 1º, 2º y 3º)”. Población que lleva a que, en abril, se reclame por más personal y “la necesidad de un local más amplio…”. Para septiembre, según la señorita Fernández, se torna “indispensable, por razones de ubicación, el cambio de local”. Se habla del ofrecimiento de una propiedad de Rodolfo Bozzoli. Es en este mismo mes que la escuela comunica que la epidemia “variolosa” estaba “adquiriendo gran intensidad en la localidad, habiendo fallecido una de las alumnas”.
El 24 de octubre de 1921, Fernández hace saber a la Intendencia que ha terminado “el traslado al nuevo local” y manifiesta que “la instalación para luz eléctrica que la Municipalidad dejó en calidad de préstamo” quedó en el edificio anterior. En una comunicación de agosto de 1922, la directora solicita constancias de la subvención municipal a fin de tramitar ante las autoridades del Consejo de Educación el pago del “importe de alquileres que se adeudan a don I. Palomino, por el local que ocupa esta escuela”. Pero la escuela seguiría cambiando de domicilio, es así que en septiembre de 1928, la directora Fernández, comunicó que quedaba instalada en un local de la calle Buenos Aires 1326, de propiedad del señor Rigo. En abril de 1939, Emilio Seydell, intendente de la ciudad, recibe una nota de la inspectora de escuela nacionales de la zona, diciendo que la escuela Nº 62 “que funciona en esta ciudad en calle Buenos Aires 1329”. Nótese que se corrige la dirección pasándose de los números pares a los impares. La nota continúa diciendo que la institución “ha sido beneficiada por los señores Scavarda y Velo de Ipola con la cesión a título precario de un sitio colindante”.
El referido terreno sería utilizado como patio de recreo para los alumnos. El informe de la Oficina Municipal de Rentas establece que el referido terreno “consta de 9 metros de frente a calle Buenos Aires, manzana 56 de esta ciudad”. La manzana señalada es la formada por las calles Buenos Aires, Lisandro de la Torre, Santa Fe y Chile. Pero no sería el último domicilio de la primera Escuela Nacional con la que contó la ciudad, aún le quedaban otros barrios por visitar.