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Psoriasis: crece el uso de medicamentos biológicos

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Psoriasis: crece el uso de medicamentos biológicos
Foto archivo
Su eficacia y seguridad se basan en la acción específica que tienen en el sistema inmune
Su eficacia y seguridad se basan en la acción específica que tienen en el sistema inmune

El uso de medicamentos biológicos para el tratamiento de la psoriasis y otras enfermedades de la piel está creciendo a medida que especialistas y pacientes «se van familiarizando y perciben sus excelentes resultados»

A medida que los especialistas se van familiarizando con las nuevas medicaciones y los pacientes perciben sus excelentes resultados el uso de biológicos crece, sobre todo también por sus escasos efectos secundarios», afirmó Pablo González, jefe de Dermatología del CEMIC ubicado en Buenos Aires, quien los destacó además como una buena opción en el tratamiento de la psoriasis moderada a severa y otras enfermedades de la piel.
En psoriasis están indicados como segunda línea de tratamiento, es decir, luego que haya fallado la indicación de las drogas convencionales y en pacientes que hayan tenido complicaciones o no puedan recibirlas.
Hasta hace pocos años existían tres tipos principales de tratamientos para esa enfermedad cutánea: el tópico, aplicado sobre la piel, como corticoides, alquitranes o retinoides, generalmente indicados en casos de psoriasis leve; la fototerapia o luz ultravioleta aplicada sobre la piel, utilizada para psoriasis moderada a severa, y la terapia sistémica, de toma oral, como metotrexato, retinoides o ciclosporina.
Los fármacos elaborados en base a la biotecnología fueron utilizados inicialmente en artritis reumatoidea, pero luego sus indicaciones se fueron ampliando a otras enfermedades autoinmunes.
«Si bien los pacientes con psoriasis moderada a severa pueden tratarse con fototerapia o terapia sistémica durante un período corto, el uso prolongado de esos tratamientos a menudo queda limitado por cuestiones vinculadas a la toxicidad, intolerancia o la necesidad de monitoreos frecuentes de laboratorio para detectar daño hepático renal», apuntó González.
El dermatólogo enfatizó que «afortunadamente hay desde hace algunos años medicamentos biológicos, cuya eficacia y seguridad se basan en la acción específica que tienen en el sistema inmune, regulando las alteraciones de la enfermedad inflamatoria y respetando los mecanismos inmunológicos normales de defensa del organismo».
«Existe una tendencia a modificar la prioridad en el uso de drogas biológicas en pacientes con psoriasis moderada a severa y en el futuro podrían utilizarse como terapias de primera línea de tratamiento, o sea sin el uso previo de las medicinas clásicas'», aclaró.
Y agregó: «En cuanto a los períodos de tratamiento, se debe tener en cuenta que estamos frente a enfermedades crónicas, por lo que los mismos deben ser continuos y mantenerse en el tiempo. Algunos pacientes que los discontinúan suelen tener una recurrencia de la enfermedad, que habitualmente se controla al reiniciar la medicación».
Además de la psoriasis, la urticaria crónica espontánea, la hidradenitis supurativa, el pioderma gangrenoso y el lupus son otras enfermedades de la piel que pueden beneficiarse con el uso de esos medicamentos, que a diferencia de los tradicionales, que se obtienen mediante síntesis química, son productos obtenidos a partir de células vivas por ingeniería genética que actúan sobre los blancos moleculares específicos implicados en los procesos inflamatorios.
Para la elaboración de un medicamento biológico se utilizan metodologías muy complejas que requieren de alta tecnología, personal calificado y una importante inversión, ya que el desarrollo de una droga de ese tipo cuesta unos 1.200 millones de dólares.
Se considera que las drogas biológicas más antiguas son las vacunas, que se aplican a personas sanas y generan defensas (anticuerpos) que actúan protegiéndolas ante futuros contactos con los agentes infecciosos.
En el caso de la psoriasis y la artritis psoriásica, ese tipo de fármacos actúan atacando las células hiperactivas del sistema inmunológico llamadas células T, mientras que otros atacan a los mensajeros químicos liberados por ellas.

Fuente: Agencia Telam, Buenos Aires