Escribe Patricia Rodríguez de Vodanovic Lic. en Educación Física y en Kinesiologia y Fisioterapia- MP 5215 Centro Integral de Preparación para el Parto
El instinto materno es un mito para algunos y una realidad para las mujeres que lo han experimentado. Lo cierto es que el deseo de alimentar y cuidar a los bebés es esencial para la supervivencia de la especie humana.
El instinto va desarrollándose desde el embarazo, pero con esto sólo no alcanza para prodigar los cuidados que necesita un recién nacido. Mamá e hijo tienen que conocerse más para amarse más. Los primeros días comienza a establecerse el vínculo mamá-bebé, por eso es tan importante informarse con anticipación acerca de cuáles son los cuidados básicos e imprescindibles que necesitará el bebé recién nacido.
Una mamá que acaba de dar a luz, probablemente esté extenuada física y emocionalmente. Lo más seguro es que no esté en condiciones de hacer acopio de la gran cantidad de información que recibirá de los profesionales que la atiendan inmediatamente después del parto, y sea incapaz de recordar todas las indicaciones que recibe de su obstetra -para atender a su propio cuidado- y del neonatólogo para el cuidado del bebé.
Lo primero que necesita el recién nacido es la presencia de su madre. Salvo en raras ocasiones -como un posparto muy complicado- la mamá siempre está en condiciones de procurarle los cuidados que necesita, por lo menos una vez que obtiene el alta médica de la internación. La atención del bebé pronta y oportuna hará que esté mejor predispuesto al medio y será la clave para que se establezca una confianza básica entre ambos. La mamá se sentirá cada vez más confiada y segura en los cuidados que procura a su hijo y el bebé, por su parte, también lo estará.
Conociendo al bebé – La apariencia del bebé
En los primeros días de vida, la apariencia del bebé por lo general dista mucho de ser rozagante. El pasaje por el canal de parto puede haber dejado su cabecita puntiaguda -con el paso de los días se redondea- los ojos hinchados o puede haber achatado su nariz. Además, quizás tenga secreciones en los ojos -porque le aplicaron gotitas para prevenir infecciones- y puntitos blancos en la cara debido a la obstrucción de las glándulas sebáceas no maduras en el recién nacido. Con el correr de los días, el bebé irá adquiriendo una nueva apariencia.
La alimentación
La leche materna es el mejor alimento que puede recibir un bebé recién nacido. Tiene muchas ventajas sobre la leche de fórmula -menos sales, menos grasas y proteínas y mayor cantidad de hidratos de carbono- e inmuniza al bebé, ya que le da los anticuerpos que tiene su madre para protegerse de las enfermedades. Otra ventaja es que una vez establecida la lactancia materna, es la forma más sencilla y económica de alimentar al bebé: sólo se necesita a la mamá cerca de él para que su alimentación esté asegurada.
Establecer la lactancia materna lleva su tiempo, especialmente en las mamás primerizas; por eso, en los primeros días, es una tarea que demanda tranquilidad, paciencia y mucha disponibilidad hacia el hijo.
En cuanto a la frecuencia de las tomas, esto lo regulará el bebé en los primeros días. Esta modalidad de dar el pecho se denomina “a libre demanda”. Por lo general, un recién nacido necesita alimentarse cada dos horas o dos horas y media, aproximadamente. Con el correr del tiempo, la frecuencia de las mamadas se irá distanciando y se establecerán horarios más o menos estables (una especie de rutina, aunque esto depende mucho de cada bebé).
El reflejo de búsqueda u “hociqueo”
Cuando a un recién nacido se le acaricia la mejilla, instintivamente abre la boca y mueve la cabeza para ambos lados. Esto se denomina “reflejo de búsqueda” porque el bebé intenta encontrar el pecho materno para alimentarse. Es conveniente apelar a este reflejo para “prenderlo” al pecho -que tome el pezón y la areola- y hay que tratar de que lo haga cuando tiene la boca más abierta (como si pronunciara una “a”).
Los vómitos o «provechitos del bebé»
Serán más frecuentes en chicos que se alimentan abundantemente. Se producen porque la leche vuelve del estómago hacia el esófago y se expulsa. Si son muy frecuentes, hay que consultar al médico.
Las regurgitaciones -devoluciones más pequeñas de leche- son habituales en todos los bebés y cesan a los pocos meses de nacidos.
El hipo
Es un reflejo normal en los recién nacidos que desaparece con el correr del tiempo. No hay que hacer nada al respecto.
Los gases
Es habitual en el recién nacido el problema de la expulsión de gases, ya que como no tiene bien asimilado el proceso de deglución, traga aire al alimentarse y después le cuesta expulsarlo. Una práctica habitual es hacerle hacer el provechito después de tomar el pecho. Esto lo tranquilizará y le evitará la distensión abdominal.
Una tendencia habitual para expulsar los gases consiste en hacerle practicar al bebé, flexiones de piernas -bicicleta- que hagan presión sobre el abdomen. Otra posición que ayuda es colocar al bebé en posición vertical, con su panza apoyada en el pecho del adulto y acariciar su espalda, realizando una suave presión sobre ésta.
La higiene – La limpieza de los genitales
Los genitales de las niñas deben lavarse de adelante hacia atrás y nunca al revés. La higiene se realiza con algodón embebido en agua tibia -es adecuado, por ejemplo, cuando una deposición es muy abundante- y luego se seca bien toda la zona. El uso de óleo calcáreo es lo más conveniente cada vez que se cambie el pañal, ya que deja una película grasa sobre la piel que previene las paspaduras y evita que la humedad del pañal entre en contacto con la piel.
La higiene de los varones se realiza en forma externa -sin correr el prepucio- y con los mismos elementos que la de las niñas.
Pechos inflamados
Debido a las hormonas maternas durante el embarazo, tanto las nenas como los varones recién nacidos pueden tener los pechos ligeramente inflamados y un agrandamiento de las tetillas. Y hasta pueden tener una secreción láctea. Pero con el correr de los días, desaparece la inflamación.
El baño
Hasta que se le caiga el cordón, el bebé no puede recibir baños de inmersión. Hasta entonces, lo adecuado será higienizarlo por partes -sin mojar el cordón- con un algodón empapado en agua tibia y jabón neutro o del modo que su pediatra recomiende. Es importante secarlo bien en todos sus pliegues.
La costra láctea
Muchas veces al bebé se le forma en la cabeza una especie de caspa, llamada “costra láctea”. Es una secreción de las glándulas seborreicas, que puede aparecer tanto en el cuero cabelludo como detrás de las orejas o en las cejas.
Las deposiciones
Durante las primeras deposiciones, el recién nacido expulsará meconio -es una pasta de color negro y pegajosa- que se elimina completamente a los pocos días del nacimiento, generalmente, durante la estadía en el sanatorio. Luego, un bebé alimentado a pecho, tendrá deposiciones color mostaza o verdoso, brillantes y pastosas. La frecuencia de éstas varía, pero normalmente luego de cada mamada se presenta una deposición, por el reflejo gastrocólico. Si en cambio fuera alimentado con leche de fórmula, las deposiciones serán blanquecinas, más duras y menos frecuentes, por la tendencia de las leches artificiales a provocar constipación.
El cambio de pañal
El cambio de pañal debe realizarse siempre que el bebé haya hecho una deposición y después de cada mamada (aproximadamente cada 3 ó 4 horas). Si de noche no tuvo deposiciones, hay que evitar cambiarlo, para que vaya acostumbrando su pauta de sueño a reconocer el día y la noche (y pronto logre dormir más de noche que de día). De todas maneras, este tema es muy amplio y te recomendamos informarte sobre la dermatitis del pañal para que prevengas las lastimaduras en la colita del bebé.
El cuidado del cordón umbilical
El cordón umbilical se cae, aproximadamente, a partir del décimo día de vida. Hasta entonces, hay que limpiarlo diariamente y en cada cambio de pañal con una gasa embebida en alcohol, lo que lo desinfectará y ayudará a que se caiga más rápido. Pero nunca hay que dejarle el algodón con alcohol pegado al ombligo, porque se puede intoxicar al bebé.
El sueño
Un recién nacido duerme alrededor de 16 horas diarias. Por eso, los primeros días, para las visitas es muy difícil encontrarlo despierto. Cuando se despierta -cada dos, tres o cuatro horas- lo hace para alimentarse y luego vuelve a dormirse.
El lugar de dormir
Se considera que el recién nacido debe dormir en la habitación de sus padres, por lo menos, los primeros tres meses y como máximo hasta los seis meses de edad, aunque estos tiempos están sujetos al criterio de su pediatra. En los primeros tiempos, esto facilitará a la mamá el acceso rápido al bebé, en caso de que éste la necesite.
La posición de dormir
El bebé tiene que dormir panza arriba porque es una de las formas de prevenir la muerte súbita.
La vestimenta
La ropa del bebé debe ser cómoda para ponérsela, con cuellos anchos -con botones o aberturas, porque su cabeza es todavía muy grande- y que le permita moverse con libertad. Las telas adecuadas son las de fibras naturales, como el algodón (o mezcla, pero con preponderancia de algodón), especialmente las que se colocan sobre su piel.
Los primeros días deberá usar un gorrito de algodón para conservar mejor la temperatura corporal -el calor se escapa por la gran superficie descubierta que es su cabecita-.
El abrigo
Si bien siempre es necesario que el bebé recién nacido tenga una manta además de su vestimenta para protegerlo en toda estación, el abrigo necesario será aquel que le permita conservar su temperatura corporal. Para saber si ésta es la adecuada, bastará con colocar la mano sobre su espalda cerca de la nuca. Si ese lugar está tibio, su temperatura es la adecuada; en cambio, si está transpirando el abrigo es excesivo. La temperatura de sus extremidades -manos y pies- nunca es una señal de que esté pasando frío ya que los primeros días sus extremidades estarán más frías que el resto de su cuerpo. (Fin de la primera parte)