
No existe una arquitectura ideal. El día que exista una sola arquitectura será el reino de la monotonía y la repetición

Con el objetivo de reflexionar acerca de cómo enriquecer la tarea cotidiana del diseño de inmuebles de distintos tipos y sin perder de vista el concepto de promover una mejor sociedad en la que todos los profesionales de la arquitectura estén incluidos, en 1996, la Federación Argentina de Entidades de Arquitectos (FADEA) optó por sostener el 1 de julio como el Día del Arquitecto Argentino.
Desde la entidad hacen propias las palabras del arquitecto Oscar Niemeyer: «No existe la arquitectura ideal. El día que exista una sola arquitectura, será el reino de la monotonía y la repetición», y con esa sentencia les desean a todos y cada uno de los arquitectos que, cada día, se convierta en un desafío en el que puedan crear una nueva arquitectura: bella, representativa de su mirada del mundo, inclusiva e incluyente, amable con quien ha de habitarla, y de cara a una tierra en plenitud.
Historia
Los arquitectos celebraban su día el 8 de noviembre, en coincidencia con el Día Internacional del Urbanismo, que conmemora la última reunión del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna (CIAM), realizado en Atenas en 1933.
Posteriormente se sumó el 1 de julio, como el Día del Arquitecto Argentino, fecha que tiene su origen en 1985, cuando la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) dispuso establecerla como Día Internacional de la Arquitectura, recordando así la fecha de creación de esta entidad, realizada en Suiza en el 1 de julio de 1949.
Pero, en 1996, una nueva asamblea de la UIA decidió trasladar el festejo del Día Internacional de la Arquitectura al primer día del mes de octubre, con el objeto de hacerla coincidir con el Día Internacional del Hábitat; intentando con ello, fortalecer la responsabilidad de los arquitectos, en la construcción de ciudades y comunidades más saludables. En octubre quedó establecido entonces, el Día Internacional de la Arquitectura y el Hábitat Humano.
No obstante este cambio a nivel internacional, FADEA decidió mantener en nuestro país el Día del Arquitecto Argentino el 1 de julio, por hallarse ya enraizado en el calendario festivo local.
Un edificio, un símbolo
Para homenajear a los arquitectos argentinos en su día hemos elegido un edificio cordobés que a pesar de no ser centenario ni nada por el estilo, ya es un emblema de “La Docta”.
Para la construcción del Centro Cívico del Bicentenario se tomó un predio sin uso que pertenecía a los talleres y zona de maniobras del Ferrocarril Mitre. El conjunto contempla la construcción de dos polos: el Centro Cívico propiamente dicho que permite nuclear a los empleados de la administración pública de la provincia de Córdoba y el Centro de Convenciones.
El Centro Cívico está compuesto a su vez por dos edificios, uno en torre que aloja las actividades relacionadas con la administración pública, y otro más bajo, sobre el cual se encuentra la Gobernación y alberga las actividades propias del gobernador, de Fiscalía de Estado y Secretaría General de la Gobernación, y también contiene los espacios donde se desarrollan las actividades sociales (Sala de Situación y auditorio) y la residencia privada del gobernador.
Por otro lado, el Centro de Convenciones es un edificio topográfico, verde, que se vincula directamente con la naturaleza presente en el río Suquía y en el Parque Sarmiento.
Simple
El edificio nace de una forma simple: un prisma de 45 metros de alto por 26 metros de base, pero al cual se le aplica una rotación de 20 grados a los 16 metros de altura. Esto genera un volumen más complejo sobre la base de fachadas triangulares que producen un juego de luces y sombras. Para evitar la sensación plana que transmitían las primeras fachadas que generaban la combinación de triángulos se comenzó a estudiar el arte abstracto geométrico y en especial a Victor Vasarely, tomando su juego geométrico de rombos como motivo para realizar perforaciones resaltando de tridimensionalidad en la fachada, que adquiere de esta manera una nueva dimensión.
El edificio se apoya sobre un gran espejo de agua que multiplica su imagen a través de su reflejo y transmite una sensación de frescura a la gente que ingresa al inmueble.
Se apoya sobre un basamento de hormigón que alberga los estacionamientos y que se relaciona con el lenguaje de la torre, tomando los rombos de su fachada, pero dándoles una escala mayor.
Sobre esta base descansa un edificio verde, cuyos envolventes están materializados con metal desplegado, permitiendo que enredaderas caducas lo cubran en el verano para actuar a modo de protección, y lo desnuden en los meses fríos para permitir que el sol bañe los ambientes interiores.
La cubierta, completamente verde, con sectores con césped y otros con flores se convierte en el jardín de la casa del gobernador que se ubica en el último nivel de este edificio.
Las fachadas de la casa del gobernador son de vidrio reflectivo, y en lugar de ser perfectamente verticales se inclinan para reflejar el cielo o el verde de la terraza.