
Se inspiró cuando le tocó estar internado en el Hospital local, y creyó necesario evocar a quien dio un gran impulso a la salud pública del país

El historiador local Rubén Rüedi ha publicado su obra número 22, referida al legado del médico Ramón Carrillo, primer ministro de Salud de la Argentina.
En diálogo con EL DIARIO, el prolífico escritor villamariense dijo ayer que “sentí el impulso de escribir acerca de Carrillo luego de estar internado en el Hospital, porque advertí que en numerosos detalles aún está el pensamiento de este gran científico y funcionario argentino”.
“Desde que ejerció el ministerio durante nueve años, la salud pública, la educación pública, la alegría pública, fueron intolerables para la oligarquía. Pero los derechos populares siempre vuelven, porque son causas nacionales”, afirmó el autor de “Ramón Carrillo. Al gran pueblo argentino salud”, un texto de 160 páginas, que recorre la vida y la obra del médico santiagueño, que murió a los 50 años en el exilio, perseguido por su filiación peronista.
Ruëdi afirmó que “se trata de un eminente científico que nutrió ideológicamente al movimiento peronista, y eso le valió la persecución de los golpistas de 1955. En su gestión se edificaron 240 hospitales en todo el país, y se abrieron postas sanitarias en la frontera, para que nuestros hermanos de la patria grande vinieran a atenderse en la Argentina. Esto deberían recordarlo algunos peronistas actuales como Pichetto, que reniegan de nuestros lazos con los pueblos vecinos”.
El flamante libro del historiador Rüedi será presentado no solo en Villa María, sino en ciudades de Santa Fe y La Pampa.
Ramón Carrillo nació en Santiago del Estero el 7 de marzo de 1906 y murió en Belem do Pará el 20 de diciembre de 1956. Fue neurocirujano, neurobiólogo y médico sanitarista e integró la tradición científica conocida como escuela neurobiológica argentino-germana, produciendo asimismo trabajos de antropología filosófica, como «Teoría general del hombre».
Produjo entre 1930 y 1945 valiosas investigaciones originales sobre las células cerebrales que no son neuronas, y los métodos para teñirlas y observarlas al microscopio, así como sobre su origen evolutivo y sobre la anatomía comparada de los cerebros de las diversas clases de vertebrados.
En ese período aportó nuevas técnicas de diagnóstico neurológico. También logró valiosos resultados investigando las herniaciones del cerebro que ocurren en sus cisternas y los síndromes que ocurren tras una conmoción o traumatismo cerrado cerebral; descubrió la enfermedad de Carrillo o papilitis aguda epidémica; describió en detalle las esclerosis cerebrales durante cuya investigación realizó numerosos trasplantes de cerebro vivo entre conejos, y reclasificó histológicamente los tumores cerebrales y las inflamaciones de la envoltura más íntima del cerebro (aracnoides), inflamaciones llamadas aracnoiditis.
También propuso una «Clasificación de las enfermedades mentales» que fue ampliamente empleada. En un brusco viraje profesional, abandonó su brillantísima carrera como neurobiólogo y neurocirujano y renunció al prestigio y la tranquilidad que le podía brindar tal carrera para dedicarse al desarrollo de la medicina social (sanitarismo), desde donde podía realizar y concretar sus ideas sobre salud.
Aprovechando la oportunidad que le brindaba el ascenso del partido peronista, a cuyo jefe Juan Domingo Perón, Carrillo había conocido dos años y medio antes, en 1946 decidió dedicarse a atacar las causas de las enfermedades desde el poder público a su alcance. Bajo una concepción ideológica que privilegiaba lo social sobre el lucro individual permitió avanzar en planos como la mortalidad infantil que de 90 por mil en 1943 bajó al 56 por mil en 1955. En tanto que la tuberculosis de 130 cada cien mil en 1946 a 36 cada cien mil en 1951.
Una célebre frase suya es la siguiente: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, la angustia y el infortunio social de los pueblos, los microbios, como causas de enfermedad, son unas pobres causas».
Grandes estructuras de varios hospitales que comenzó a construir fueron abandonadas tras el derrocamiento de Perón y nunca fueron habilitadas, muchas fueron derribadas o abandonadas al asociarlas al período peronista como, por ejemplo, la construcción conocida como El elefante blanco, que tenía como objetivo ser el hospital más grande de Latinoamérica.