Las responsables de la propuesta comentan las experiencias recogidas tras exponer distintas historias de niños apropiados en la dictadura. Además, señalaron por qué iniciaron la “Línea del tiempo” en 1974
“Que los desaparecidos aparezcan”, escribió un niño quien, a juzgar por su trazo, puede acusar entre 8 y 10 años.
Dicha frase, ese ramalazo de contundencia, eriza la piel de Natalia Magrín cuando debe relatar a EL DIARIO aquellas manifestaciones espontáneas que le sorprendieron durante la exposición titulada “40 años, memoria indómita”.
La muestra, que continúa hasta el próximo sábado en el hall de la Medioteca Mariano Moreno, fue inaugurada el 23 de marzo, en vísperas de un nuevo aniversario del golpe cívico-militar.
“Nos costó tanto como comunidad comprender que lo que las Madres exigían en los 80, es decir, la aparición con vida de los desaparecidos, nos comprometía a todos, y ver que 40 años después un niño resuma ese mismo concepto, me pone la piel de gallina”, admite Magrín, una de las ideólogas y creadoras de la propuesta junto a Virginia Reyneri, la diseñadora Laura Felipe, Pía Bernabé y Luciana Letage (las últimas encargadas de los recorridos escolares).
A diferencia del año pasado, donde la muestra se centraba en la historia de los desaparecidos villamarienses o con vínculo afectivo a la ciudad, este año la experiencia sobrevoló acerca de los casos de los nietos nacidos en cautiverio, en centros clandestinos de detención y tortura.
Se abordan los casos de nietos encontrados y los nietos por recuperar con una particularidad: las historias están atravesadas por un amplio espejo. “Creemos que los nietos ya son adultos o, por lo menos, las personas que visitan la muestra pueden verse reflejadas como aquellos nietos. O como pasó el año pasado, que los niños que habían visitado la muestra con sus escuelas vuelvan con sus padres porque les pidieron regresar”, comentó Reyneri.
Desde un plano más teórico, Magrín reparó sobre una “cuestión pedagógica de la memoria”. “Hay un punto donde se puede subjetivar la historia. Cuando una exposición puede anclar la historia de alguien, que al mismo tiempo es la historia de un país, eso posibilita otros sentidos. No es lo mismo decir que la apropiación de niños fue un plan sistemático perpetrado por la dictadura que leer la historia de un papá y de una mamá, con nombre y apellido, que tuvo un hijo en cautiverio y que su abuela lo está buscando. Es otra dimensión emocional”, puntualizó.
Pensar el terrorismo desde el “Navarrazo”
Asimismo, las responsables de la iniciativa -que cuenta con el aval de la Subdirección de Cultura- subrayaron que “la muestra no aborda sólo el golpe de Estado, sino el terrorismo de Estado en general. Y esa diferencia llevó a una larga discusión sobre el recorte cronológico, dado que siempre se hace desde 1976 a 1983. A nosotros nos pareció indispensable narrar desde 1974, en especial por estar en Córdoba, ya que en ese año sucedió el alzamiento policial conocido como el ‘Navarrazo’. Generalmente pensamos a la historia desde la efemérides y no desde las condiciones de producción de determinado acontecimiento”, reflexionaron.
Del mismo modo, recordaron que “en el marco del Gobierno democrático de Isabel Martínez de Perón, donde también ocurrió el ‘Operativo Independencia’ en Tucumán, se puede advertir que la cantidad de desaparecidos y asesinados en Córdoba fue mucho mayor entre el 74 y 76 que desde el 76 hasta el 78”.
Para la próxima
Las organizadoras de la muestra están pensando para el próximo año hacer mayor énfasis en la invitación a escuelas y a niveles educativos que esta vez no han participado de dicha experiencia. Asimismo, no han descartado la posibilidad de convertir en itinerante la exposición, a través de un dispositivo móvil.