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Sacerdote acusado por abusos en Bell Ville, siguió dando misas en Paraguay

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Sacerdote acusado por abusos en Bell Ville, siguió dando misas en Paraguay

El diario La Nación de Paraguay publicó un informe sobre el sacerdote Carlos Ibáñez. El trabajo periodístico da cuenta que evadiendo a la Justicia argentina y a las sanciones eclesiásticas, el hombre acusado de abusar sexualmente de al menos 10 menores en Bell Ville siguió dando misas en el vecino país

El “padre Carlos”, tras evadir a la Justicia argentina, celebra misas en Paraguay. Además, ubicó a su socio comercial, el abogado Ricardo Antar -disfrazado de sacerdote-, al lado del Papa Francisco
El “padre Carlos”, tras evadir a la Justicia argentina, celebra misas en Paraguay. Además, ubicó a su socio comercial, el abogado Ricardo Antar -disfrazado de sacerdote-, al lado del Papa Francisco

Un equipo de cinco periodistas y reporteros gráficos paraguayos recorrió la región buscando respuestas a un interrogante planteado en ese país: ¿cómo es posible que un cura acusado de abusos sexuales, suspendido por la curia y buscado por la Justicia, siga dando misas y estando en contacto con jóvenes vulnerables?

El informe fue publicado ayer y anteayer en el diario La Nación de Paraguay y tuvo amplia repercusión en los medios de distribución nacional de la Argentina.

Demuestran con el trabajo periodístico que Carlos Ibáñez, -el “padre Carlos”, como lo conocieron en Bell Ville- pudo evadir a la Justicia argentina que pidió su captura por 10 casos de abusos sexuales contra menores en esa ciudad.

También informaron que logró ocultar a la curia paraguaya la suspensión ad divinis firmada en 1992 por el obispo Alfredo Disandro y allá siguió dando misas y en contacto con jóvenes vulnerables.

Además, mostraron fotos donde se ve que en la misa que celebró el Papa Francisco en Paraguay, en el lugar reservado para los sacerdotes, Ibáñez estuvo acompañado por su abogado y socio comercial -sí, además de cura es dueño de empresas- quien “disfrazado” de cura participó de esa misa histórica burlando la buena voluntad de los organizadores.

El equipo periodístico de La Nación argentina estuvo en EL DIARIO buscando información en los archivos y en la memoria de los periodistas de nuestro medio. También hicieron lo propio con los trabajadores de prensa del semanario El Tribuno, de Bell Ville.

Recolectaron testimonios, revisaron diarios y documentos de la época, hablaron con los jueces de la ciudad del Departamento Unión que receptaron la denuncia de los jóvenes abusados.

Además, confirmaron la suspensión de Ibáñez con el obispo Samuel Jofré.

Como resultado del trabajo, publicaron el informe titulado “Cura con causas por abuso concelebró misa con el Papa”.

Cabe señalar que la historia que presentaron sobre Ibáñez es la primera de al menos cinco que tienen como protagonistas a “sacerdotes argentinos denunciados por abuso sexual que estuvieron escondidos en territorio paraguayo, amparados por la Iglesia local y con una llamativa actitud del Poder Judicial mientras eran buscados por la Justicia argentina… El equipo de La Nación Investiga presenta desde hoy una serie de publicaciones que mostrarán el sistema del silencio de la Iglesia frente a los abusos sexuales cometidos por clérigos”, dice el informe.

 

Facsímil del diario El Tribuno de Bell Ville, cuando informaba de la suspensión de Ibáñez
Facsímil del diario El Tribuno de Bell Ville, cuando informaba de la suspensión de Ibáñez

La historia

Desde 1992, Paraguay cobijó al sacerdote argentino Carlos Ibáñez.

Es un misterio cómo se fugó del país, aunque versiones dan cuenta de que lo hizo escondido en el baúl de un automóvil.

Una vez en territorio paraguayo, y a pesar de estar suspendido como cura, “Ibáñez igual ejerció sus funciones como sacerdote, oficiando misas, trabajando con jóvenes y paseándose por varias comunidades religiosas en nuestro país, hasta hace apenas unas semanas. Con la carta eclesial como respaldo, Ibáñez se metió de lleno al mundo académico, donde logró un status importante, pero que esconde otra trama: gran parte de los títulos que presenta son falsos”, indicaron en el medio.

Antes de llegar a Paraguay, Carlos Ibáñez, que ya había tenido denuncias por abuso, fue destinado a la iglesia Virgen de Fátima, de la localidad de Bell Ville. “Según la denuncia oficial a la que tuvo acceso el equipo de La Nación Investiga, una tarde de diciembre de 1991, Tomás y Carlitos (utilizamos nombres ficticios para resguardar la identidad de los denunciantes reales) conversaban en las inmediaciones del predio del ferrocarril de Bell Ville, cuando se acercó a ellos el padre Carlos y los invitó a acompañarlo a un dispensario.

Esta fue la tapa del diario paraguayo del 23 de abril
Esta fue la tapa del diario paraguayo del 23 de abril

Entonces subieron al Fiat 147 color blanco que el padre Carlos usaba para movilizarse en la ciudad, hasta llegar al lugar de destino: un consultorio llamado “Juan XXIII”, ubicado sobre la calle Echeverría 102. Allí, en las habitaciones del local, ambos adolescentes tuvieron un encuentro sexual con el sacerdote. La paga para ambos fue de 550 mil australes, moneda que en ese entonces se utilizaba en la Argentina.

Este relato forma parte de la denuncia presentada ante el Juzgado de Bell Ville. Si bien fue el principio, no tardarían en aparecer otros casos similares, engrosando la carpeta de denuncias en contra del sacerdote, y en la medida que transcurría el tiempo, la bomba seguiría creciendo.

Para mediados de 1992, resultó imposible detener el escándalo y estalló ante la conservadora sociedad de esa ciudad cordobesa, con un total de 10 denunciantes, todos por abuso sexual contra el cura Ibáñez.

Cuando la Justicia local intervino, ya era tarde. Gracias a algunas ayudas extras que habrían surgido desde el seno de la Iglesia, Carlos Ibáñez pudo huir de Bell Ville y se refugió en otro país: Paraguay. Aquí llegó a oficiar misas, casamientos, bautismos y se hizo docente de varias universidades”, indicaron.

Destacan, además, que la Justicia bellvillense no sólo imputó al sacerdote por los delitos de abuso sexual, sino que también pidió la detención vía Interpol y una vez que lo encontraron en Paraguay, solicitaron la extradición. Sin embargo, contó con protección judicial para evitar que retorne a la Argentina para enfrentar los casos denunciados. “En un lapso de apenas dos años, la Justicia paraguaya se negó dos veces a proceder a su extradición a mediados de los 90”, indicaron en el informe.

Del recorrido por Bell Ville, “un pueblo conservador” como lo definen los periodistas del vecino país, destacan que “los taxistas, los trabajadores en los cafés o los funcionarios públicos con más de 40 años, recuerdan aquel episodio que marcó, a vergüenza y miedo, la historia de la Iglesia local”.

Incluyen también una entrevista a Miguel Ángel Viqueira, el juez de Menores que en esa época receptó las denuncias e imputó al cura. “De lo que me tocó participar, puedo confirmar que hubo denuncias concretas contra el padre por parte de unos 10 chicos por supuestos abusos sexuales. Lo que me correspondió, como en ese entonces mandaban las leyes, fue asistir a estos jóvenes para darles un acompañamiento psicológico y emocional junto a sus familias, ya sea para los trámites de estudios clínicos, porque se denunció que varios de ellos fueron afectados por sífilis, o para avanzar en los estrados judiciales. Eso sirvió para que el juez investigador (el encargado de llevar la pesquisa) pueda presentar sus alegatos”.

Dijo, además, que para la sociedad local fue un golpe fuerte, teniendo en cuenta que la presencia de la Iglesia dentro del tejido social de la ciudad es muy importante. “Lo concreto es que aquí hubo una denuncia contra Ibáñez, se inició el proceso y nunca más supimos de él”, sentenció el exmagistrado.

La primera orden de detención contra el sacerdote Carlos Ibáñez salió el 7 de julio de 1992 y fue emitida por el Juzgado de Instrucción de Bell Ville, firmado por el entonces juez Oscar Roque Bertschi. La carátula de la causa era contundente: “Corrupción de menores reiterada y continuada y transmisión de enfermedad venérea”. La Policía local lo buscó, pero ya no lo encontró.

Mientras era buscado, Ibáñez siguió su vida en Paraguay. En 1994 lo detuvieron, pero finalmente, por una compleja trama judicial, fue dejado en libertad y en 2006, sobreseído porque el proceso había caducado sin que la Justicia pudiera indagar al cura acusado por los graves delitos.

 

Carlos Ibáñez evitó hablar con la prensa paraguaya
Carlos Ibáñez evitó hablar con la prensa paraguaya

Comerciante exitoso

Sobreseído por la Justicia y ocultando la suspensión como sacerdote, el otra vez “padre Carlos”, dio misas, celebró bautismos y casamientos hasta en la Catedral de San Lorenzo.

Pero como no sólo de espíritu vive el hombre, también incursionó en los negocios, asociándose con el abogado Ricardo Antar Morel, con quien tienen emprendimientos inmobiliarios y hasta una empresa importadora de agroquímicos. La firma, creada en el 2006 (el año en que fue sobreseído por prescripción) es denominada “Onix SA” y tiene al sacerdote Ibáñez como uno de los socios propietarios y al abogado Antar Morel como síndico.

La gota que rebalsó el vaso de la impunidad la pudo ver el pueblo paraguayo en julio de 2015, cuando Ibáñez, junto a su abogado y socio, compartieron la misa que dio el Papa Francisco en Nu Guasu desde el altar reservado para los sacerdotes. El informe hizo reaccionar a la curia paraguaya, que pidió disculpas por ser “demasiado confiados” y aseguraron que tomarán contacto con el obispo de Villa María para confirmar lo que ya confirmó el impecable informe periodístico que rescata para la memoria de todos.