La Justicia condenó a Hugo Aguilar, residente en Oliva, a dos años y nueve meses de prisión por delitos de violencia de género y familiar. Está en condiciones de pedir la “libertad condicional” previo a la realización de pericias psicológicas
Hugo César Aguilar, conocido en Oliva como “el Sanjuanino”, reconoció los siete hechos que le imputaron y en un juicio abreviado que se llevó a cabo ayer recibió la condena que solicitó el fiscal Correccional Horacio Vázquez: dos años y nueve meses de prisión, más costas.
Aguilar llegó al banquillo acusado de los delitos de “lesiones leves calificadas por el vínculo”, cinco hechos, “desobediencia a la autoridad” y “violación de domicilio”. Seis de esos siete hechos fueron contra su expareja Giuliana Micaela Godoy y el séptimo contra su hijo, menor de edad, a quien le recriminó por no estudiar con una cachetada tan violenta que le provocó escoriaciones en el rostro que demandaron siete días de curación.
En la audiencia de ayer, que por la modalidad de abreviada prescindió de testigos, Aguilar decidió declarar. Al responder a las preguntas de la jueza Silvia Savlasky de Camandone, señaló que trabaja como albañil, que no consume drogas pero sí alcohol y que se embriaga cuando come “un asado con los amigos”.
Tras reconocer los hechos, dijo, casi al borde de las lágrimas, que estaba “arrepentido” y que no supo “llevar la relación”. “Se me fue de las manos”, dijo. El hecho, encuadrado claramente dentro de la violencia de género y familiar, tuvo, paradójicamente, como único público en la audiencia a su compañera, madre de cuatro de sus siete hijos, quien fue a darle “tranquilidad” al ahora condenado.
Los hechos
La pieza acusatoria describe que los hechos que terminaron con la detención de Aguilar ocurrieron en Oliva, entre el 17 de mayo de 2013 y diciembre de 2014.
El primero de los hechos por el que fue denunciado ocurrió en el domicilio de su expareja, con quien tuvo una relación -en un lapso que estuvo separado de su actual compañera-, fruto de la cual nació una hija.
Ese día, tomó a Giuliana Godoy del cuello para asfixiarla y además le dio puñetazos en el rostro.
El segundo hecho ocurrió en cercanías del instituto educativo donde concurre uno de sus hijos, a quien le pegó las cachetadas descriptas al principio de esta crónica.
Diez días después de eso, cuando ya tenía ordenada la exclusión y restricción de acercamiento al hogar de Godoy, volvió a la casa, lo que en la acusación está caratulado como “desobediencia a la autoridad”, por violar la disposición de no acercamiento. Pero no sólo fue a la casa de su expareja, sino que además discutió y le volvió a pegar puñetazos, cachetadas y hasta la golpeó con un teléfono celular.
Al día siguiente, volvió a golpear a Giuliana Godoy. En esta oportunidad, como consecuencia de los golpes le cortó el labio a la mujer, quien fue a denunciar cada uno de los hechos de los que fue víctima.
Después de eso, estuvo casi un año “tranquilo”, hasta que, según consta en los hechos admitidos por el propio Aguilar, vuelve a violar la restricción manteniendo contacto telefónico con Godoy.
El último hecho, que fue el que motivó, finalmente, su detención, ocurrió el 18 de diciembre de 2014. Fue en la vía pública, cuando el condenado circulaba en una Fiat Fiorino y su expareja iba en bicicleta con la hija de ambos.
Tras bajarse del vehículo la agredió físicamente, utilizando una barreta que estaba en el utilitario. Alcanzó a golpearla en la cara, provocando cortes en la boca y en el cuero cabelludo, pero antes de que pasara a mayores, Giuliana logró quitarle el elemento que utilizaba para golpearla. No consta en la acusación contra Aguilar, pero en esa oportunidad Giuliana utilizó la barreta para romper los vidrios del auto de Aguilar.
Esto motivó que ambos se encontraran en la Comisaría de Oliva, denunciándose mutuamente.
Desde esa fecha “el Sanjuanino” permanece detenido, por lo que la condena impuesta ayer le permite, por el tiempo transcurrido en prisión, solicitar la libertad condicional.
Eso sí, para que se la otorguen necesita tener buena conducta en la cárcel y además “pasar” las pericias psiquiátricas.
Después de escuchar los alegatos de Vázquez y de la defensora de Aguilar, la asesora letrada Silvina Muñoz, quien acordó con la condena pedida por el fiscal, la jueza condenó a Aguilar a pasar dos años y nueve meses de prisión.
Por las denuncias de su expareja, Aguilar tenía prohibición de acercarse desde el 20 de mayo de 2013. Sin embargo, violó la orden de restricción.