Bautista Ayala, el niño de dos años que sufrió graves quemaduras con los fuegos artificiales organizados por la Municipalidad de Villa María, sigue en tratamiento para que no queden huellas de esa noche que todos quieren olvidar
La vida de Bautista cambió después de aquella noche del 30 de diciembre de 2014, cuando dormía plácidamente en los brazos de su mamá y uno de los fuegos que lanzaron al cielo para entretener a los vecinos en la despedida del año, ingresó a su cuerpo causándole graves quemaduras.
“Antes era un niño dócil, cariñoso. Ahora, es como si se hubiera hecho más independiente de golpe. Además, tiene miedo al fuego, a lugares desconocidos, porque piensa que puede ser una clínica y por supuesto, llora si pasamos al frente de donde estuvo internado”, dijo su papá, José Ayala (32).
Rememorando lo vivido, contaron que 2014 había sido particularmente complicado para la familia y por eso, decidieron pasar una noche de alegría en el espectáculo de los fuegos artificiales.
“Como ella estaba embarazada de mellizos, buscamos un lugar tranquilo para ver el show”, relató José. Eligieron el Prado Español, donde comieron un asado y con Bautista en brazos, esperaron el espectáculo.
Lo que vino después fue terrible para Jaqueline Mercaú (34), José y Bautista. Esa misma noche llevaron al niño que aún no había cumplido los dos años al Hospital Comunitario de Villa Nueva.
Allí, no le dieron importancia a las lesiones. Al día siguiente, fecha festiva, no consiguieron un pediatra y recién el primer día de 2015, los profesionales de la salud que lo asistieron evaluaron la gravedad de las heridas y ordenaron la internación.
Estuvo quince días en la Clínica de Especialidades donde le hicieron cinco intervenciones quirúrgicas.
“Ahora, para las marcas que le quedan, recomiendan no hacer más operaciones, sino continuar el tratamiento con un chaleco especial, parches y cremas”, dijo Jaqueline, la mamá de Bautista, a quien le faltan pocas materias para concluir la carrera de Medicina cursada en la Universidad de Rosario.
“Para colmo, cuando Bautista estaba internado, entraron a robarnos”, relató José, quien mantiene a su familia reparando máquinas cortadoras de césped. “Se llevaron máquinas que no eran mías y todavía las estoy reponiendo”, agregó.
Los mellizos
El estrés por todo lo vivido, más la tristeza al observar los dolores de Bautista, provocaron que el alumbramiento de los mellizos fuera antes de tiempo. “Como en el viejo hospital no había dos incubadoras, me derivaron a Río Cuarto”, relató Jaqueline.
Así fue que tuvieron que pasar ese díficil mes de febrero entre Villa María, con la recuperación de Bautista y Río Cuarto, esperando que Lucía y Juan Manuel, los bebés que nacieron con 1,8 kilo de peso, alcanzaran el estado físico óptimo para ser dados de alta.
“Encima, por esos días dijeron en una radio que nos habían pagado un millón de pesos. Yo no sabía si reír o llorar, porque estaba viajando a Río Cuarto con todo lo que tenía: 600 pesos, lo que no me alcanzaba ni para comprar la faja que me pidieron para después del parto”, dijo José.
Los gastos
Para afrontar la primera operación de Bautista, la familia pidió dinero prestado a un amigo, mientras, no sabían cómo reclamar a quien correspondiera, el pago de los gastos médicos. “Por suerte, un señor de apellido Coronel, que organiza algo de los fuegos, nos acompañó desde el primer momento y nos llevó a la oficina indicada de la Municipalidad de Villa María. Allí nos atendió una abogada, Laura Pedernera, que además de buena profesional tuvo siempre una sensibilidad humana para con nosotros, que nos ayudó para que a Bautista no le faltara nada”.
“No recibimos dinero: nosotros les decimos lo que necesitamos para el tratamiento, para el pago de la operación o los medicamentos y ellos los compran”, aclararon José y Jaqueline. Estiman que sólo en los días de internación, gastaron algo más de 100 mil pesos.
Valora que la Municipalidad “podría haberse desentendido, porque tienen un seguro y podrían dejarnos a nosotros esperando que ese seguro pague. Pero no, estuvieron acompañándonos siempre”.
También señaló que ahora cuentan con psicólogos para ayudar no sólo a Bautista, sino a todo el grupo familiar que trata de recuperarse, a fuerza de lucha, del trauma vivido en aquella noche en la que sólo buscaban pasar un momento de alegría.