A Miriam Giusiano le llegó una notificación de subasta de su hogar para el 31 de este mes. Es por el reclamo de los hijos de una persona con la que convivió y que falleció
“Voy a quedar en la calle y sin trabajo si me rematan la casa, es una situación desesperante”. La frase de Miriam Giusiano, una villamariense de 50 años a la que le llegó la notificación de que su vivienda será subastada el 31 de este mes a las 10.30, está cargada de amargura y desesperación.
La mujer contó cómo es que llegó a esta situación límite y que define como “terroríficamente injusta”. “Hará 18 años atrás me junté con una persona que se vino a vivir a mi casa, esta casa. Convivimos 12 años, los dos éramos separados y cada uno con dos hijos de su primer matrimonio, pero nunca tuvimos hijos en común”, comenzó a narrar.
Giusiano prosiguió contando que “cuando nos separamos, él se llevó dos negocios y tres vehículos, que estaban a su nombre, y yo me quedé con mi casa”.
Hace seis meses, esta persona falleció.
El problema nace a raíz de un certificado de convivencia adulterado que la mujer confiesa haber hecho hace unos 28 años para presentar en una mutual porque debía operarse. “A raíz de eso, el juez habilita como si siempre hubiéramos sido los dos los propietarios de la vivienda, pero igualmente todo está a mi nombre”, planteó.
“Hace 10 años que vengo renegando con esto”, confió, y planteó que “en agosto falleció, no hay herederos de su parte, todo está a nombre mío, casa, terreno, entonces no puede haber sucesión para sus hijos, porque está todo a nombre mío”.
Mostrando escrituras a su nombre y certificado de vivienda única y familiar (vive allí con sus dos hijos, dos nietos y su yerno) reclama: “Me llegó una orden de remate de mi casa para el 31 a las 10.30 y no sé de quién desconfiar más, si de los hijos de él reclamando algo que no les pertenece o si de la Justicia, porque creo que los abogados llevaron a que suceda esto y que no te extrañe que aparezca un Juan Pérez con la plata para quedarse con mi casa”.
Llamativamente, la vivienda, que está ubicada en Aconcagua y Lago Argentino, fue tasada en algo más de 400 mil pesos. “Es una burla, cualquier persona sabe, a simple vista, que esta casa sale más”, apuntó.
“No sé si son los hijos de él o la Justicia los que se quieren quedar con mi casa. No creo que pueda ser real que en seis meses haya salido una sucesión en base a qué, cuando la escritura de toda esta casa es mía. Cómo va a haber una sucesión para un fallecido que no tiene nada a nombre de él”, argumentó, y afirmó que, según le dijeron sus nuevos abogados, “poco se puede hacer para frenar esto, más que arreglar con sus hijos, lo cual también es tremendamente injusto”.
Cuando llegó la notificación del remate, confesó que estuvo a punto de ir a encadenarse a Tribunales porque “es irracional lo que está pasado”. “Hace 10 años que trato de defenderme, pero me reventaron, la Justicia, los abogados Zurro y Andreani, ahora es difícil revertir la situación”, dijo Miriam.
Si le rematan la casa, “quedo en la calle yo, mis hijos y mis nietos”, pero además también perdería la única fuente de ingreso que tiene, puesto que su comercio (una agencia de quiniela) está montado en una parte de su hogar.
“Esto se va a ir a un desalojo porque de acá no me voy, esta casa la hice yo desde cero, me costó mi vida. Los daños morales que me han hecho en los últimos años, la salud, la vista, se me ha deteriorado todo”, cerró.