La prestigiosa compañía uruguaya regresa a la ciudad dos años después con una nueva puesta que caricaturiza la relación del humano con la economía de mercado y el consumismo
Esta noche a las 21 se presentará la destacada murga uruguaya Agarrate Catalina en el Teatro Verdi (Yrigoyen 318), con su nuevo espectáculo “Un día de Julio”.
A dos años de su primera actuación en la ciudad y en el mismo escenario (durante la cual habían plasmado “Esperando el fin del mundo”), la compañía alumbrará su flamante puesta estrenada meses atrás.
Por tal motivo, Yamandú Cardozo -director del conjunto junto a su hermano Tabaré-, respondió algunas preguntas alusivas.
-“Un día de Julio” trata sobre un cincuentón que nunca salió de su casa, que vive con su madre pero que tiene teorías para salvar al mundo. ¿Cómo surgió esta propuesta?
-Después de reestrenar “El fin del mundo” en 2012 y “El viaje” extrañábamos mucho estrenar algo nuevo, saltar las barreras hacia búsquedas distintas. Incluso en Argentina, donde nos habían visto con nuestros espectáculos, o con León Gieco o No Te Va a Gustar, nos pedían lo mismo. Y se trata de la primera vez que podemos contar una historia en un lugar determinado, con un desarrollo, un planteo, un arco dramático y un desenlace. Todavía tenemos la sonrisa en la cara del estreno que fue en el Teatro El Sol de Montevideo, donde suelen tocar las filarmónicas y las óperas.
-Ustedes vienen también de girar por todo el mundo con puestas subtituladas para diferentes idiomas
-Es cierto. Luego de ir a París en 2006 nos quedó la duda de qué pasaría con nuestro género si se subtitula como con las series, las películas o las óperas. Entonces, en 2014 hicimos una gira mundial durante dos meses donde recorrimos China, Japón, Corea, Rusia, Italia, Tailandia, España, Estados Unidos y Australia entre otros países. Y lo nuestro es como una ópera un poco ortodoxa y con humor al medio. Quedamos supercontentos con el resultado. Sobre todo porque había gente que tenía todo a la mano para no entenderte y de todos modos se esmeraban en hacerlo, en captar lo dicho y lo que transmitimos emocionalmente.
Un “antisistema”
-En cuanto al personaje Julio, ¿qué le sucede en la trama?
-Es una mezcla de genio y de loco que quiere combatir al sistema. Un personaje que todo barrio tiene y que nadie le da pelota. Sucede que, en un momento, una vecina descubre su accionar revolucionario y eso lo pone en consideración de su barrio, de su entorno y después de los medios. Utilizando ese esquema, nos disponemos a dispararnos a nosotros mismos a través de las caricaturas. Lo nuestro siempre es hablar sobre el bicho humano, la manera de organizarnos, el amor y el odio colectivo, la economía de mercado y el consumismo.
-En sus trabajos siempre se evidencia una lectura crítica de la sociedad de consumo. ¿Suelen leer autores teóricos al respecto?
-Nuestro laburo nos obliga a tener muchas horas de espera en rutas y en andenes, por lo cual escuchamos mucha música y leemos bastante pensadores clásicos y contemporáneos, además de poesía y de humor. De todos modos, la materia prima de nuestros espectáculos sigue siendo la mirada y la sensación térmica colectiva de nuestro alrededor. El murguista es un tipo común que sigue viviendo en los barrios humildes y trabajadores. Pasa lo mismo que cuando un cordobés mira el discurso de un político y hace una caricatura sobre ello para que luego otro se ría con él. En la puesta también hablamos sobre la obsolescencia percibida y programada. Porque el mercado tiene un plan que nos induce, nos encarrila a creernos aparentemente felices mientras consumimos. Para ello nos pusimos a estudiar mucho. Entradas desde $200.
- “La violencia es hija directa de la exclusión”
-Tiempo atrás lanzaron un videoclip con NTVG sobre el tema “Violencia”, donde denuncian problemáticas sociales como cánticos de hinchada. ¿Vieron si había provocado alguna reflexión?
-Nosotros siempre escribimos sobre lo que nos atraviesa la vida, lo que nos conmueve y la violencia es una problemática que nos duele y nos acorrala. Es una canción sin humor y muy cruda desde la cámara subjetiva del violento. Creemos que la violencia es hija directa de la exclusión y por eso nos preguntamos qué lugar tenemos en esa maquinaria y en el negocio del miedo. Algo habremos hecho mal para tener varias generaciones de pobreza estructural. Aunque no tenemos ninguna certeza, sino muchas preguntas y también mucha pena. No somos sociólogos ni filósofos, sino vecinos que nos dispusimos a cantar. Pero sí podemos decir que sabemos que muchas villas laburan con esa canción donde la violencia es banda sonora de todos sus días.