Inicio Especiales Temas Sin el Polvorín, la ciudad pierde $20 millones por mes

Sin el Polvorín, la ciudad pierde $20 millones por mes

0
Sin el Polvorín, la ciudad pierde $20 millones por mes
Obreros de la Fábrica Militar, en plena tarea

DIA DE LA INDUSTRIA – Industria estatal insigne – La Fábrica Militar de Villa María, una historia enmarcada en un proyecto industrial del país

Si se cuentan los sueldos y las compras directas que hacen en la ciudad desde el Polvorín, se estima que la Fábrica Militar deja unos 20 millones de pesos mensuales. Como industria insigne de la ciudad, quisimos contarles en este suplemento algo de la historia

Año 1960, los técnicos prueban las pólvoras producidas en Villa María

La Fábrica Militar de Pólvoras y Explosivos Villa María se puso en marcha el 31 de mayo de 1937. Desde entonces, estuvo sujeta a los vaivenes de la política argentina que no sostuvo en el tiempo, el proyecto de la industria nacional y de la producción para la defensa.

Fuentes gremiales indicaron que el polvorín “aporta alrededor de 20 millones de pesos mensuales a la economía de la ciudad y región, en salarios y proveedores locales”. Los despidos, que en los últimos meses fueron 70, hacen dudar del futuro fabril en la ciudad.

La Fábrica Militar de Villa María es la única planta productora de éter etílico instalada en el país y en países limítrofes, la única planta productora de pólvoras mono, multi o polibásicas instalada en el país y en varios países limítrofes y la única planta de nitrocelulosas en el país, por citar algunos ejemplos.

La historia está enmarcada en un proyecto industrial de país. “La Fábrica debía satisfacer los requerimientos de pólvoras y explosivos de las Fuerzas Armadas y de Seguridad, de acuerdo a las exigencias básicas de la organización del sistema de producción para la Defensa Nacional”, fundamentaron sus creadores.

Debía estar situada “en un nudo carretero-ferroviario aproximadamente equidistante de los puertos y las Fábricas Militares que consumirían sus productos” y relativamente cerca de la planta de ácido sulfúrico a construirse en Río Tercero.

Con ese proyecto se eligió Villa María para construirla. Las obras fueron iniciadas simbólicamente el 30 de enero de 1938 por el entonces director de Fábricas Militares, General de División Manuel Nicolás Savio.

En junio de 1939 comenzó la instalación de los equipos adquiridos en Alemania.

En junio de 1942 dio inicio el funcionamiento de la planta de éter y en agosto del mismo año, la de pólvoras monobásicas.

En febrero del 43 comenzó la actividad la planta de nitrocelulosa y en agosto, la de ácidos. En septiembre del mismo año fue el turno de entrar en operación de las plantas de nitroglicerina y dinamitas.

En marzo de 1945, por su parte, inició la de pólvoras de doble base.

“En 1947 se toma la decisión de comenzar a desarrollar productos para el mercado civil, fundamentalmente insumos para la industria privada, aprovechando la capacidad remanente de las plantas en algunos casos e implementando nuevas líneas en otros”. Así se comenzó la producción de explosivos de uso civil, la de nitrocelulosa para lacas y pinturas, la de pólvoras en cartuchería para uso deportivo, los equipos para fabricación de agentes de voladura y la producción de la planta de hexógeno.

“En 1973 se adquirieron equipos complementarios que permitieron la producción de propulsantes cohete del tipo homogéneo extruido”, indicaron.

El año 1982 marca el logro de la marca máxima en exportación de explosivos: se totalizó operaciones por más de 1.500 toneladas de Gelamón.

En 1987 se instala una nueva central de vapor a gas natural, de procedencia nacional y gran capacidad, de manera de garantizar el abastecimiento, aun con niveles de producción ampliados. Ese mismo año se alcanza un pico de exportación, con más de 700 toneladas de pólvora M-1 para artillería.

La cantidad de personal fue variando según los proyectos políticos de producción para la Defensa. En sus mejores momentos, la Fábrica Militar llegó a contar con 1.200 empleados en los años 70. Luego fue disminuyendo su personal continuamente, con alrededor de 800 personas a mediados de los 80, y después, una brutal disminución de personal mediante formas nuevas de despidos (retiros voluntarios, disponibilidades y fondo de reconversión laboral), que en 1996 dejaron solamente alrededor de 300 trabajadores en la planta fabril.

Hoy, nuevamente los despidos ensombrecen el presente y el futuro no solo fabril, sino económico de la ciudad.