HUMOR VIAJERO
Por el Peregrino Impertinente
El ciudadano que más o menos lee los diarios estará familiarizado con conceptos como Afganistán o Pakistán. Aquel un poco más avezado en geografía sabrá ubicar en el mapa a Uzbekistán sin problemas. Están, incluso, los intelectuales más prestigiosos y respetados, quienes pueden reconocer Turkmenistán o Kirguistán aún en medio de sus encuentros literarios, donde no falta la buena lectura, pastillas azules y animales de granja.
Ahora, ¿a Tayikistán quién lo juna? Pocos, muy pocos sin duda, teniendo en cuenta las características de la empobrecida nación. Patria ubicada entre los olvidos de Asia Central, menor en tamaño que la provincia de Córdoba y nacida hace apenas 27 años, que es el doble de la edad que pareciera tener el Mauri cada vez que da un discurso.
Amén de aquello, la cuna de los tayikos llama la atención por su esplendoroso relieve, que cubre de montañas nada menos que el 90% del territorio nacional y popular, o Nac & Pop, como les gusta decir a ellos (pero en el idioma vernáculo).
De hecho, se calcula que 50% del país se encuentra a más de 3.000 metros de altura, llegando en múltiples puntos a los 7.000. “Ahí, más que no doblar, la pelota se congela”, comenta pretendiendo ser gracioso uno de los siete gordos de Estudio Fútbol, justo antes de ser asesinado por un camarógrafo.
Llegados a este punto, hay que señalar que una importante porción de la exrepública soviética reposa sobre la meseta o cordillera de Pamir. “Pamir que hoy me voy a recontrarecantar de frío”, dicen las cabras, que de tanto frío ya hasta hablan.
Allí, el pico más importante es el Ismail Samani, que tiene una altura de aproximadamente 7.498 metros. “Qué cifra tan de riesgo país”, comenta un vecino cualquiera, quien a la crisis ya se la toma con soda, y ansiolíticos.