Inicio Culturales “Tenemos un Gobierno nacional que está de espaldas a la cultura”

“Tenemos un Gobierno nacional que está de espaldas a la cultura”

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“Tenemos un Gobierno nacional que está de espaldas a la cultura”
Carlos Aguirre, Luciano Cuviello y Fernando Silva conforman el trío

Entrevista – El destacado pianista entrerriano Carlos Aguirre se presenta esta noche en el Centro Favio con su trío

Actuará junto al baterista villamariense Luciano Cuviello y el bajista Fernando Silva. En esta nota cuenta cómo se conformó el grupo y de qué manera se pergeñó el disco “Calma”

Esta noche a las 21.30 se presentará en el Centro Cultural Favio (Sabattini 200), el grupo Carlos “Negro” Aguirre Trío, compuesto por el destacado pianista entrerriano junto al bajista santafesino Fernando Silva y el baterista y percusionista villamariense Luciano Cuviello.

En la ocasión, los músicos abordarán el disco publicado por el tridente, “Calma”, a la vez que intercalarán composiciones más recientes a modo de anticipo de próximos registros.

-En el ambiente se les llama «power trío» a los tridentes de rock. ¿En este caso sería más un «soft trío»?

-Es un trío cuya particularidad es la búsqueda de una sonoridad austera. Hemos trabajado varios años en ese concepto y disfrutamos mucho los silencios que se generan tocando juntos. Es un diálogo pausado, que deja el espacio para que, en cierta medida, el oyente complete en su imaginación la resultante sonora.

-En escena confluyen tres provincias: Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. ¿La conexión musical trasciende las procedencias geográficas?

-Te diría que desde el vamos hubo un encuentro de mucha cercanía en el lenguaje musical. Y claro, no tiene que ver en este caso con las provincias de donde somos ya que la música que les propuse habitar no tiene, en este caso, una frontera muy definida ni una alusión tan directa a ritmos folclóricos de nuestro país. Con Fernando Silva ya veníamos tocando en diferentes proyectos hace más de 18 años y esto lógicamente nos ha ido acercando paulatinamente a una forma de pensar la música. Lo hermoso fue sumar a ese vínculo la presencia de Luciano Cuviello, quien parecía haber tocado con nosotros por mucho tiempo. A veces la música te da esas enormes alegrías y es un motivo de celebración.

 

Vínculos con la UNVM

-¿Cómo conociste a Luciano y a Fernando?

-Tengo la alegría de tener desde hace varios años un vínculo estrecho con la Universidad de Villa María, donde he dictado talleres y seminarios y he desarrollado conciertos con diferentes proyectos y hasta he tenido la posibilidad de realizar varias sesiones de grabación que posibilitó la UNVM y gracias a las cuales pude plasmar un disco de mis composiciones que se llama “Orillania”. Eso me trajo muchas veces a la ciudad y entre los discos que fui escuchando de gente que estaba estudiando en esa institución llegó a mis manos el de El Mortero, grupo que integraba Luciano y de quién ya varios amigos me habían hablado. Me encantó escuchar esas composiciones y quedé con muchas ganas de conocerlo personalmente. Años más tarde él se acercó a Paraná a propósito de su tesis para terminar la carrera en Composición y allí se dio la oportunidad de conocernos más profundamente. No tardó en aparecer una excusa para tocar juntos. Con Fernando todo surgió rápidamente porque en un momento de nuestras vidas confluimos en la casa de la familia de un querido amigo. Su madre nos había ofrecido cobijarnos por un tiempo, en épocas en que no teníamos muy resuelta nuestra economía (aunque ahora tampoco, (risas) y en esa suerte de asilo nos asignó piezas contiguas. Cada uno así escuchaba los sonidos que venían de la pieza del otro y surgió entonces el deseo de comenzar a tocar juntos.

-En una entrevista con El Ciudadano se indica que en esta nueva etapa buscás nuevas sonoridades que se despegan de algún modo de la raíz folclórica para dar lugar a un concepto más abierto. ¿Fue consciente esa búsqueda?

-En realidad no es que me alejé del folclore sino que es la intención darle espacio en mí también a otras maneras de construir arquitecturas musicales que se han originado por ahí en otras músicas y que siento que enriquecen nuestro propio pensamiento si las sabemos aprovechar. Es algo que ha estado siempre en los grupos que he integrado, ese deseo de que de alguna manera esas experiencias constituyan una suerte de laboratorio para ahondar en tal o cual concepto, a veces de nuestro propio impulso creativo y a veces aprovechando puntos de partida que han desarrollado otros músicos sin importar su procedencia porque no es que estemos «copiando» su música sino su abordaje y de esa manera intentando traerlo a nuestro propio universo.

-¿Recordás cuándo te comenzó a interesar el jazz?

-Desde muy pequeño figuraba en el abanico de discos de mis padres numerosos intérpretes de jazz y sobre todo pianistas de ese género. Desde ese entonces conviven en mi escucha cotidiana vertientes muy diversas. No quiere decir con esto que me sienta en condiciones de tocar con solvencia todo lo que escucho (risas), solo digo que las escucho ni que sea un pianista de jazz ni mucho menos.

-En una nota con La Nación precisás que «Calma» vendría a ser una continuación de «Violeta» en cuanto al camino introspectivo. ¿Es tanto así?

-“ Violeta” fue el resultado de un momento de mucha introspección. Siento que “Calma” está precedido por un espacio de reflexión bastante similar. Un estado del alma en contemplación y de ahí en más lo que va saliendo y se va materializando a través de nuestros instrumentos. Claro, es una soledad buscada de esos estados creativos y luego la alegría casi mágica de compartir lo gestado con mis compañeros y ver cómo ese proceso continúa ya en un quehacer colectivo.

-En algunos artículos hablan de vos como «figura de culto”. ¿Te parece un mimo del público o una afirmación sobredimensionada?

-Tengo siempre la sensación de la música como una masa a la que vamos modelando entre muchas personas en el mundo. El trabajo de muchos influye a otros muchos. Me siento aprendiendo de muchos, más viejos y más jóvenes que mi generación. Por lo cual recibo esos halagos con mucho cariño pero no les doy más que una importancia relativa.

-¿Cómo se encuentra su sello Shagrada Medra en la situación actual?

-Es una realidad muy dura la que vivimos hoy. Un Gobierno nacional de espaldas a la cultura y un tiempo en donde la Humanidad tiende a sostener vínculos virtuales entre sí y con todo lo que la rodea entonces desaparece la apropiación profunda de los objetos a través de habitarlos y esa suerte corren los libros y los discos entre otras manifestaciones artísticas.