El jueves pasado se realizó la ceremonia en la sede del CIESO donde el autor dio a conocer algunas de las remembranzas que ha acumulado de nuestra ciudad dentro de las casi 150 páginas que componen el libro
El pasado jueves salió a la luz la tercera parte de su serie de historias «Tiempos viejos ¿Te acordás hermano?», que el entusiasta escritor e historiador de vivencias ha recopilado en una búsqueda permanente de personajes, hechos, anécdotas y recuerdos, Julio Alberto Benítez.
Lo hizo en el marco de un acto académico llevado a cabo en el local del CIESO – Gesta, donde la “dueña de casa” Nora Landart dio la bienvenida a la concurrencia y valoró el hecho de que se reiterara el lugar elegido por Benítez como en anteriores ocasiones de su serie de autorías.
Dio lugar, luego, al autor del prólogo el periodista Héctor Cavagliato en su calidad de amigo personal de la infancia de Benítez para hacer la presentación de ritual y donde destacó el enorme valor de las inquietudes del autor con quien mantiene lazos de amistad de la infancia, como el haber compartido el mismo banco de la Escuela Dr. José Bianco a fines de los 40 y mantener esa larga y férrea relación a lo largo de las ocho décadas que acunan los dos.
Más deportistas como el «Pepo» Cuviello, Miguel Rugilo «El león de Wembley», Luis Ahumada, Pablo Belfanti, el «Zurdo» Heredia y tantos otros personajes del deporte.
Mil evocaciones
Así como políticos de la ciudad, la provincia y el país, valores del arte y la cultura y tantas instituciones como barrios, entidades de las más variadas actividades cobran vida en sus 149 páginas que usted puede encontrar en todas las librerías y bien vale la inversión del tiempo en leerlas y emocionarse con todas y cada una de ellas. Nada está excluido del enfoque de un auténtico investigador de la vida.
Leemos en una parte del prólogo que «quienes conocemos a Julio sabemos de su sensibilidad y convicción para otorgarle prioritario valor a la familia y la amistad, así como de sus valores en la defensa de la naturaleza, la salud ambiental y su identificación con los trenes, el ferrocarril y el misterio del silbato de una locomotora que lo arrulló desde pequeño a la vera de una estación. Estas y mil evocaciones más nos permitirán seguir un diálogo inagotable y preguntarnos sin pensar en otra cosa que disfrutarlo: «¿Te acordás, hermano? ¡Qué tiempos aquellos!”.