La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera está aumentando de manera exponencial: en 2015, el dióxido de carbono, que es el principal causante del calentamiento de la atmósfera, alcanzó las 400 partes por millón, 43% más que al inicio de la era industrial.
Este incremento plantea algunas incertidumbres hacia el futuro y, al mismo tiempo, pone en relieve la necesidad de tomar decisiones inmediatas.
Roberto Fernández, profesor de Ecología de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), se refirió a estos desafíos en la última edición de la revista científica Ecología Austral (de la Asociación Argentina de Ecología), en un artículo titulado: “Las verdades más incómodas del cambio climático no son climáticas”.
La Argentina es responsable de menos del 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. Es casi nulo el control directo que podemos ejercer sobre las emisiones del resto de los países. “Es importante separar distintos componentes del daño que causan los desastres naturales: por un lado, su severidad y frecuencia (y el eventual aumento de ambas), y por el otro, la vulnerabilidad de las comunidades potencialmente afectadas. El principal mensaje es que si bien estos fenómenos extremos se distribuyen ciegamente, sus consecuencias no se dan al azar: repercuten mucho más sobre los que menos tienen”, dijo al servicio de divulgación de la Facultad de Agronomía de la UBA.
El investigador sostiene que si bien el estudio del cambio climático compete en gran medida a las ciencias naturales, también involucra a otras áreas del conocimiento, como las ciencias sociales y las humanidades. “Más allá de lo climático, muchas de las incertidumbres tienen que ver con cómo nos comportaremos en el futuro en relación a nuestro consumo”, comentó.
Alternativas
Una de sus motivaciones para referirse a esta problemática se relacionó con el modo en que suele tratarse el cambio climático en muchos medios masivos de comunicación: “Ultimamente me llama la atención la distinción que va haciendo la gente entre la relevancia del cambio climático (que casi nadie niega) y la importancia de lo que en este contexto se conoce como adaptación, es decir, las medidas de preparación de la sociedad frente a lo inevitable o por lo menos incierto”.
¿Eso equivale a resignarse? ¿No deberíamos esforzarnos en atacar las causas del cambio climático? “La Argentina, en parte debido a su relativamente baja población, sólo es responsable de menos del 1% de las emisiones de gases de efecto invernadero del planeta. En este sentido, y aunque no estaría bien negar nuestras responsabilidades, en la práctica es casi nulo el control directo que podemos ejercer sobre las emisiones del resto de los países. Por otro lado, mitigación y adaptación no son excluyentes, y además existe una tercera opción, que a mi modo de ver no debe descartarse a priori, y es la remediación o ingeniería climática”, explicó. Al respecto, mencionó como ejemplos el secuestro del carbono en el punto de potencial emisión, o la modificación a gran escala de las propiedades radiactivas de la atmósfera.