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“Todos confían en algo más que en el médico”

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“Todos confían en algo más que en el médico”

Con más de 50 años de trayectoria en la profesión, Miguel Zandrino detalla parte del camino recorrido. La relación con el paciente, la mirada histórica y el recuerdo de Eric Zandrino, sobrino y colega

“El médico tiene que tener una empatía con el paciente”, expresó Zandrino
“El médico tiene que tener una empatía con el paciente”, expresó Zandrino

De familia de profesionales de la salud, con descendencia italiana y una fuerte impronta humanística en su labor como médico, el Dr. Miguel Zandrino se predispone a una charla con EL DIARIO donde ahonda en diversos temas y realiza una fuerte reflexión sobre la relación médico-paciente, la cual considera como una de las claves de la Medicina.

“Un poco porque es casi un mandato de la familia. El primer Zandrino que estaba relacionado con la salud fue mi abuelo, que yo no conocí y vino de Torino, Italia; era farmacista (sic) (farmacéutico en italiano) y trabajó en la Farmacia Pinardi”, comienza diciendo el hombre de amplia trayectoria.

“De ahí en más, todos estuvimos vinculados a este área, creo que ser médico es un servicio ante todo”, aclara Zandrino.

 

-¿Qué recuerdos tiene de su época de formación?

-La experiencia de irse a Córdoba y vivir la vida de estudiante fue increíble. Estuve en barrio Alberdi, el del Hospital de Clínicas, entre hinchas de Belgrano.

Fue en el 63 que empecé a estudiar y en el 66 estuve en cana porque los médicos habían tomado el hospital junto a estudiantes y enfermeros, toda la gente en la calle y la Policía afuera.

Cuando entran, rompiendo una puerta, los profesionales de adentro decían “resistencia pacífica”, que era la que hacían los hindúes y consistía en no reaccionar ante los golpes de la autoridad hasta que dejen de pegarles. Los policías argentinos te pegan y te siguen pegando (se ríe). Entonces salí corriendo hacia fuera y ahí me agarraron.

Estaba en el centro de estudiantes del partido radical; uno ya tenía ideas políticas…

 

-¿Como vivió las distintas etapas de la Medicina desde entonces?

-Yo nací cuando aparecieron los antibióticos, el primero fue la penicilina, y eso cambió la medicina. Hasta ese momento los médicos hacían lo que podían.

En el siglo XIX había un dicho que usaba que decía que los médicos podían curar a veces, aliviar a menudo y consolar.

En el siglo XX aparece lo que se llama Medicina basada en la evidencia, con pruebas, con el método científico, comprobando a través de experiencias.

Se empieza pensar que toda enfermedad tiene una causa que podía ser biológica, psicológica o sociocultural y después se empezó a pensar en la cuestión psíquica, con el estrés, por ejemplo, o la discriminación y el efecto que eso produce en las personas.

En la historia de toda América, la Medicina, sobre todo en Perú y México, era bastante avanzada. Abrían cerebros y la gente sobrevivía, porque hasta el día de hoy se encuentran restos que tienen soldada una parte del hueso de la cabeza.

Capaz que tenía un dolor de cabeza, o un tumor, pero lo abrían y sacaban lo que tenían que sacar o dejaban “que se fuera el espíritu” que le generaba el dolor; las técnicas eran increíbles.

 

-¿Cuál fue el aspecto de la Medicina que más curiosidad le generó a la hora de decidirse por este camino?

-La clínica médica es la especialidad que lo ve al hombre entero, a diferencia de los especialistas, es la madre de toda la Medicina. Examina a la persona en su totalidad, desde el pensamiento hasta los hongos de los pies. Eso sumado al mandato familiar, fue quizá lo que me hizo elegir este camino.

 

-¿Hay una conexión entre la Medicina y la religión?

-Todos confían en algo más que en el médico.

La Medicina de esta parte del mundo deriva más bien de la Mesopotamia, árabes, judíos, luego pasa a Grecia y es ahí donde empieza la Medicina que hoy conocemos, la científica, que no es la misma que la china o la india.

Hipócrates, el del juramento hipocrático, era un medico griego, en realidad de la isla de Cos, y él le dio esa forma a la Medicina, la que hoy llamamos Medicina Hipocrática. Se razonaba todo, no como en oriente o en parte de América donde más bien se pensaba en lo mágico, hasta que empezaron a descubrir el poder de las hierbas medicinales.

 

-¿Cuáles cree que son las claves de la Medicina del futuro?

Las tecnologías son fantásticas y van a seguir sorprendiéndonos, pero el tema es la relación médico-paciente.

Yo si veo que el paciente duda mucho conmigo, le recomiendo a otro médico, porque una de las cosas que cura es la confianza, la esperanza.

La mente tiene muchísima capacidad de ayudarte a salir de una enfermedad, los placebos demuestran eso.

 

-¿Se prioriza esa relación en los médicos de hoy?

-La Medicina cada vez tiene mayores herramientas, lo que pasa es que el médico, además de saber manejarlas tiene que tener una empatía con el paciente.

Yo cuando le digo a un paciente “tomá esto que vas a andar bien”, no le estoy dando una garantía, le estoy dando una confianza para que también actúe. La pastilla que le doy y la esperanza para que ande bien, es increíble.

Eric, en el recuerdo

Hijo de su hermano Normand, el psiquiatra Eric Zandrino se desempeñó en el área de Salud Mental del Pasteur y falleció el pasado agosto a los 41 años. Fue muy querido en el ambiente y alcanzó a presentar su primer libro de poemas (ver aparte)

-¿Cómo recuerda a Eric?

El Vikingo… como médico no lo conocí mucho porque trabajábamos en ambientes distintos. El tenía mucha sensibilidad de la empatía, que es entender el sentimiento del otro y eso lo supo expresar en poesías. El tenía esa capacidad y profesionalmente era muy bueno. Para todos fue una pérdida muy grande.

Era casi como un hijo, se crió junto con los míos.

 

Eric zandrino – “Anatomía de una ausencia”p17-f1-eric

La medicina hecha poesía

Anatomía de una ausencia

Me pregunto:

¿dónde estas,

hijo querido?

 

La fricción

del constante vacío,

quema mi piel.

 

El fuego del dolor

derrite mis entrañas.

 

Sin aire en mis pulmones

me asfixio de pena.

 

Tu insoportable ausencia

derrama en mi anatomía.

 

¿A qué lugar perteneces?

¿Si no a mi carne y a la tierra?

 

Inmemorial círculo.

No debió cerrarse

Tan

Pronto

Plegaria

Junta sus manos, como si estuviera rezando, agacha la cabeza.

 

Impaciente, un hombre gris está frente a él.

 

Sin contemplaciones, su sombra realiza mecánicamente la operación de rutina.

 

Cadenas y grilletes

envuelven su muñeca

como si fuera un rosario

que espera soledad.